Expertos al habla: una gota fría tras otra, ¿qué está pasando?
¿Será cosa del cambio climático? Hoy ha empezado el verano climatológico, el que marca el promedio histórico de temperaturas, pero de momento del calor, calor, no hay rastro. Expertos al habla.
Desde hace unas semanas estamos encadenando un episodio de inestabilidad tras otro con tormentas fuertes que están provocando, puntualmente, inundaciones y granizadas intensas. Detrás de muchos de estos chaparrones ha estado alguna que otra Depresión Aislada en Niveles Altos (DANA), más conocida como gota fría. Este fin de semana volveremos a tener una DANA sobre nuestras cabezas, y el lunes otra. ¿Qué está pasando? ¿Esto es cosa del cambio climático?
Enrique Moltó, profesor del Departamento de Análisis Geográfico Regional de la Universidad de Alicante
Durante las últimas semanas las danas nos están visitando de forma recurrente. Son bolsas de aire frío en las capas altas de la troposfera que no suelen tener reflejo con bajas en superficie. La razón para que estén pasando tantas es el cambio de circulación de los grandes protagonistas del centro de Europa. En el noroeste de Europa llevan semanas pasando “calor” porque tienen un potente anticiclón que bloquea el acceso a los frentes fríos tan habituales allí, que se ven forzados a ir muy al sur, por la Península Ibérica.
No dejan las lluvias generales típicas del otoño en el litoral mediterráneo porque el mar está mucho más frío y no hay claras entradas de vientos marítimos, pero sí están siendo capaces de dejar enormes, caóticas y desorganizadas tormentas de interior, por los caldeamientos basales típicos ya de estas alturas de año.
En los próximos días, dos gotas frías, como llamamos los clásicos sin miedo a las danas, pasarán sobre nosotros dando situaciones más generales y también más próximas al litoral, porque los vientos son más favorables, ya que en la lotería de las tormentas ha habido zonas demasiado afectadas por lluvia y granizo y otras que no se han enterado.
Ángel Rivera, ex meteorólogo de la AEMET
Tras un par de meses durante los cuales hemos podido disfrutar de un largo periodo de lluvias atlánticas, algo que cada vez es ya menos frecuente, la atmósfera ha vuelto de nuevo a un tipo de circulación muy reiterativo, ya conocido en los últimos años. Se caracteriza por el descuelgue de, en general, pequeñas danas, desde la zona de las Islas Británicas hacia la Península, que entran por el noroeste o a lo sumo por el oeste.
De este modo parece ser cada vez menos utilizada la vía Madeira-Gibraltar-mar de Alborán, con lo cual los temporales de lluvia beneficiosos y casi únicos para el Sureste van brillando cada vez más por ausencia. Una explicación inmediata para este tipo de evoluciones es que podrían ser la consecuencia de un chorro polar más alto de latitud y con muchos meandros, consecuencia del calentamiento del Ártico y de la consiguiente disminución del gradiente Polo-Ecuador.
En cualquier caso, más allá de conjeturas, creo que, en el contexto del cambio climático, el estudio de este tipo de circulaciones y de su interacción con un océano poco a poco más cálido, requerirían una mayor atención por las instituciones españolas de investigación por lo mucho que está en juego para planificaciones de todo tipo en el medio y largo plazo.
Marc Redondo, meteorólogo de La Sexta
Afortunadamente para las reservas de agua de nuestro país, estas últimas semanas se está repitiendo un patrón: la presencia de bolsas de aire frío en altura. Con unos días cada vez más largos, el sol puede calentar más y el aire caliente, al tener menor densidad que el aire que lo rodea, asciende hasta encontrarse con el frío en capas altas, produciendo así fuertes tormentas.
Sabemos cómo se descuelgan estas depresiones del flujo atmosférico habitual. Conocemos en qué épocas del año hay más probabilidad de que esto ocurra y todos estamos comprobando cuáles son sus consecuencias: fuertes lluvias. Pero ¿por qué dura tantos días?
Si queremos ir más allá y descubrir por qué este patrón se está prolongando tanto, tenemos dos opciones. La primera, para los más creyentes, intentar darle una explicación divina. La segunda, y que más recomiendo, recordar que la atmósfera tiene un componente caótico, algo que complica seriamente las previsiones a medio y largo plazo y que le da magia a la meteorología. Y así como los anticiclones se encapricharon en dejarnos un tiempo seco durante meses, ahora es el turno de las tormentas.