Europa más verde que hace un siglo pero no vale el "cuanto más, mejor"
Aunque en muchas ocasiones se diga lo contrario, la masa forestal del continente europeo ha aumentado de forma espectacular en las últimas décadas, aunque hay algunas sombras: reforestaciones y bosques de peor calidad. Aquí te explicamos más.
A veces el dicho ese de "cuanto más, mejor" no se cumple. Un ejemplo puede ser el de la información, ya que una mayor cantidad de la misma no tiene por qué ser de mayor calidad, como vemos en los últimos tiempos con los bulos, las fakes news o el sensacionalismo.
Una Europa mucho más verde que hace un siglo, pero...
Otro ejemplo es el que presenta un reciente estudio coordinado por la Universidad de Vermont en Estados Unidos, en colaboración con otras universidades europeas, en el que se afirma que Europa no eran tan verde (tomando como referencia la masa forestal) desde hacía siglos. Eso sí, en muchos casos la vegetación ha ido ocupando campos de cultivo que se han ido abandonando.
Frente a los bulos que señalan que Europa se está convirtiendo en un desierto, la realidad es muy distinta. La masa forestal del continente no estaba tan extendida desde hacía siglos. ¿Y qué problemas puede suponer esto? Que un buen bosque es un bosque sano, no tiene por qué ser uno grande. De hecho, este crecimiento tan rápido de la superficie verde se está traduciendo en un importante proliferación de enfermedades, plagas e incendios.
Tras estudiar las prácticas de reforestación de la última década en más de una decena de países, los resultados apuntan a que no trataban de imitar en ningún momento los patrones característicos de la naturaleza, es decir, la vegetación climácica. Además, este tipo de reforestación fue la más habitual en todos estos países.
En definitiva, no se crearon boques ricos en especies y de diferentes edades y tamaños, o en suelos y terrenos distintos. En cambio, en las últimas décadas se ha tendido a escoger una especie concreta y plantarla en cuadrículas perfectas y de fácil acceso (en terrenos llanos o sin mucha pendiente), donde todos los ejemplares tienen la misma edad, como si fueran clones o hermanos gemelos.
Masas forestales homogéneas y muy vulnerables al cambio climático, incendios, plagas...
Según explica William Keeton, uno de los investigadores que participaron en el estudio, llegaron a la conclusión de que casi el 75% de los bosques de la Unión Europea "tendía a la homogeneización" por estas prácticas de reforestación. Aunque los responsables políticos suelen anunciar estas reforestaciones por el bien de la conservación de la biodiversidad, la captura de CO₂, o la protección frente a procesos erosivos e inundaciones, la realidad es muy distinta. El estudio afirma que menos del 10% de los bosques de la Unión Europea no están gestionados sin el objetivo de la explotación de madera en mente.
El problema de estos bosques "artificiales" o empobrecidos y los naturales que lo rodean es que se acaban convirtiendo en una masa forestal vulnerable al estrés medioambiental, plagas, incendios y al cambio climático. Por ejemplo, si en un bosque encontramos solo una especie, son muy vulnerables ante la llegada de ciertas plagas, lo que se traduciría en un desastre ambiental, ya que se extienden como la pólvora y acaban afectando al bosque. También determinadas especies usadas habitualmente en las reforestaciones ayudan a propagar rápidamente el fuego.
Hay que cambiar las prácticas actuales de reforestación
Precisamente, en España es muy habitual observar este tipo de reforestaciones. Cualquiera se habrá fijado en grandes cuadrículas formadas por cientos de chopos, pinos, alcornoques o encinas. Los investigadores concluyen en el estudio que los bosques que han sido reforestados adecuadamente, siguiendo los patrones naturales de esa zona, albergan los ecosistemas propios del terreno que ocupan y suponen un beneficio incalculable en muchas áreas, por lo que deberían incentivarse por parte de las autoridades.
¿Hay esperanza para empezar a hacer las cosas bien? Según Keeton, su trabajo es el primero que muestra que las prácticas forestales de la Unión Europea podrían imitar los hábitats originales, produciendo un mayor número de ecosistemas, más sostenibles y resilientes. El resto ya es cosa de la UE, que tiene la solución en sus manos.