España vuelve al sistema de "cascos" de los 80: unos 15 céntimos por devolver cada botella de plástico
El sistema de depósito, devolución y retorno para envases de menos de tres litros empezará a funcionar a partir del 1 de enero del 2027 y servirá para acercar al país al objetivo de reciclaje que marca Europa.
Cada día, en España se abandonan 30 millones de latas y botellas de plástico que acaban en los vertederos, en el mar o en otros espacios naturales. Y es que, los españoles sólo depositamos en el contenedor amarillo el 41% de los envases de plástico que utilizamos.
Una tasa de reciclaje por debajo del mínimo impuesto por la Unión Europea, que es del 77% para 2025 y del 90% para 2029.
Para alcanzar estos objetivos y evitar la contaminación que genera el uso cada vez más extendido de este material, el Gobierno, a través del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO) va a recuperar la versión actualizada de un modelo de reciclaje que fue ciertamente exitoso en la España de los 80: la devolución de “cascos”… Pero, esta vez, de plástico.
Cómo funciona el sistema de depósito, devolución y retorno
A partir del 1 de enero del año 2027, España implementará un sistema de depósito, devolución y retorno (SDDR) para envases de plástico, una medida clave en la lucha contra la contaminación plástica que ahonda en los principios de la economía circular.
Otros países europeos como Alemania, Finlandia, Suecia o Noruega ya lo han adoptado con excelentes resultados, y han conseguido aumentar significativamente su tasa de reciclaje.
El funcionamiento del SDDR es sencillo: al comprar una bebida envasada en plástico, el consumidor pagará un depósito adicional, que normalmente variará entre 5 y 25 céntimos (de media, unos 15), dependiendo del tamaño del envase. Una cantidad que será devuelta cuando las botellas vacías se depositen en los puntos de recogida.
¿Para todos los envases de plástico?
En principio, la medida se aplicará solo a botellas de plástico de menos de 3 litros. Las latas de aluminio o los briks tendrán que seguir desechándose, de momento, en los contenedores amarillos.
Respecto a los puntos de recogida, se implantarán en tiendas pequeñas que gestionarán la recogida y la devolución de los importes de manera manual, y se prevé que las grandes superficies habiliten máquinas automáticas.
Estas máquinas escanearán el código de barras del envase y reembolsarán el depósito al consumidor, bien en efectivo, o mediante un vale que se aplicará como descuento para futuras compras.
Los envases recuperados a través del SDDR serán enviados a instalaciones de reciclaje, donde se procesarán adecuadamente para convertirlos en nueva materia prima.
Más ventajas que inconvenientes
Aunque su introducción implica ciertos desafíos, se espera que los beneficios ambientales superen con creces las dificultades de su implementación. No hay que olvidar que los plásticos representan una gran proporción de los residuos encontrados en playas, ríos y otros ecosistemas, y que su lenta degradación los ha convertido ya en una importante amenaza para la fauna, la flora e incluso la salud humana.
Pero, además, el SDDR genera otros importantes beneficios ambientales. Y es que, al garantizar la reutilización de materiales plásticos, se reduce la demanda de materias primas nuevas y disminuyen las emisiones de gases de efecto invernadero asociadas a su producción.
Este sistema también puede generar empleo en sectores relacionados con la gestión sostenible de residuos: desde la fabricación de máquinas de retorno hasta la operación de centros de reciclaje.
Desafíos para la implementación del SDDR
La transición hacia el SDDR no está exenta de retos. Una de las principales preocupaciones tiene que ver con el coste para poner en marcha la infraestructura necesaria, que incluye la instalación de máquinas de retorno y la creación de una red eficiente de recogida y reciclaje.
Otro hándicap será el que encontrarán los pequeños comercios, que probablemente se toparán con dificultades logísticas para integrar estas máquinas en sus establecimientos y con el hecho de que su personal tendrá que sumar el desarrollo del sistema a sus tareas habituales.
Pero, sobre todo, para que esta medida alcance los objetivos marcados, será imprescindible la respuesta de los consumidores. Por ello, será necesario desarrollar campañas informativas y de fomento de su utilización.
El tiempo dirá si la colaboración de la ciudadanía y las empresas hará del SDDR una vía para transformar la forma en que gestionamos los residuos plásticos, y para acercar a España a sus objetivos de sostenibilidad y a su compromiso con el planeta.