España afectada por asombrosos ‘superfrentes’
Ayer un enorme frente nuboso cubrió gran parte del Mediterráneo más septentrional. En diciembre, otra larga masa de nubosidad unió a la Península Ibérica con el Caribe. ¿Qué hay detrás de estos 'superfrentes'?
Ayer el satélite Meteosat dejó tomas del Mediterráneo espectaculares que pronto ilustrarán los libros de meteorología. Entre el noreste de la Península Ibérica y Turquía se dispuso un enorme frente nuboso, de aspecto uniforme en el canal infrarrojo y poroso en el visible. Los topes nubosos parecían cortados por el mismo rasero creando una masa blanquecina con una longitud superior a los 3.000 kilómetros.
Bajo esta, se llegó a observar una larga hilera de precipitaciones entre débiles y moderadas, que además fueron persistentes en el norte del mar Adriático, el Golfo de Génova y sobre todo en Cataluña. En algunos observatorios catalanes se registraron más de 100 litros por metro cuadrado en 24 horas. Este ‘superfrente’ puede parecer insólito, pero tiene un precedente cercano. En diciembre tuvimos otro de su especie.
Frentes ‘Frankenstein’
No es una definición ortodoxa, sin embargo este monstruo de Mary Shelley es una buena metáfora de este tipo de formaciones nubosas. A mediados de diciembre del año pasado, la borrasca Elsa activó un episodio de precipitaciones intensas y persistentes en la Península Ibérica. El paso de este ciclón por nuestro país fue bastante efímero, de hecho estaba muy lejos, alrededor de las Islas Británicas, y solo uno de sus frentes asociados llegó a dejar lluvias en la mitad oeste peninsular. La situación más interesante vino justo cuando Elsa se diluyó en una familia de borrascas al oeste del archipiélago británico.
Los mapas sinópticos del día 20 llegaron a mostrar una gran extensión al norte del Atlántico plagada de centros de bajas presiones. Entre todos, se creó un inmenso flujo de viento del oeste que llegó a conectar la Península del Yucatán con Portugal. Ese ‘río atmosférico’ tuvo reflejo en las imágenes de satélite creando una concatenación de frentes, uno tras otro, aprovechando la interacción del chorro subtropical con el chorro polar. En el momento álgido, a través de las imágenes de satélite se apreció una larga y homogénea franja nubosa de casi 8.000 kilómetros.
Una parte del frente resultante se adentró en nuestro territorio dejando lluvias fuertes y persistentes. Hubo inundaciones en Andalucía y muchos ríos acabaron desbordados en el interior y el norte peninsular. La Sierra de Gredos acumuló más de 200 l/m2 en 24 horas y el observatorio de Puerto El Pico, en Ávila, sumó cerca de 400 l/m2 en una semana.
El último superfrente
El mastodóntico frente ocluido de ayer también fue fruto de una alianza de borrascas y líneas nubosas sobre el Mediterráneo. Concretamente, había dos centros de bajas presiones y una vaguada -después DANA- adentrándose por la zona más occidental del mar, sobre Marruecos. El factor conciliador fue de nuevo la interacción entre el chorro polar y el subtropical. Esto derivó, tal y como analiza nuestro meteorólogo Francisco Martín, en “una banda nubosa de tipo subtropical bien definida” cuya anchura máxima llegó a alcanzar los 1.000 kilómetros.
La zona más activa del frente recayó en el sureste de Francia y en Cataluña, donde en las últimas horas se han reportado inundaciones y algunos récords. En el observatorio de la AEMET en Fogars de Montclús, al noreste de la provincia de Barcelona, ayer se acumularon 142 l/m2 y en el municipio gerundense de Figueres algo más de 90 l/m2.
¿Tienen alguna relación con el calentamiento global?
Los fenómenos meteorológicos puntuales no se pueden asociar al cambio climático salvo que, con el paso del tiempo, se conviertan en una constante. Algunos estudios ya relacionan la mayor temperatura de la Tierra con un incremento en la extensión de los ‘ríos atmosféricos’, que al tocar tierra pueden derivar en fuertes precipitaciones e inundaciones catastróficas. Además, las masas de aire tropical parecen estar ganando extensión y la mayor temperatura conlleva un aumento del agua precipitable. Hay muchas razones para pensar que las lluvias torrenciales van a ser más frecuentes.