Esa esponja de la cocina es una bomba bacteriana
La suciedad hace que la esponjas que usamos en la cocina se transformen en algo desagradable. Un estudio ha demostrado que es uno de los mejores hábitat para el desarrollo de bacterias, algo que tiene importantes implicaciones a nivel industrial.
Si eres una persona sensible e impresionable, debo anticipar que esta nota no es para ti. Dicho esto, es importante saber que esas esponjas que tenemos en nuestra cocina son mejores incubadoras de bacterias que cualquiera de las placas que usan biólogos y químicos en su laboratorio, de acuerdo a lo que advierte un informe de Cosmos Magazine. Y a la luz de los datos, le compite de cerca al baño.
El hecho de que las esponjas comunes sean muy eficientes incubadoras para comunidades bacterianas está dado por su estructura que ayuda a las interacciones entre las especies microbianas. Un nuevo estudio llegó ahora a la concusión de que las esponjas no solo generan comunidades bacterianas por la comida que queda atrapada, sino por la propia estructura.
El informe detalla que algunas bacterias prefieren vivir en una comunidad diversa, mientras que otras prefieren existir solo con bacterias como ellas, por lo que un entorno que permita a ambos tipos vivir lo mejor posible da lugar a la mayor biodiversidad. El suelo proporciona este tipo de entorno óptimo de alojamiento mixto, y también lo hace la esponja de la cocina. Los resultados de este estudio fueron publicados en Nature Chemical Biology, y tienen implicaciones no sólo para las cocinas, sino también para las industrias que fabrican productos con bacterias.
Bacterias: las hay introvertidas y extrovertidas
En la naturaleza, las comunidades de bacterias se mezclan de diversas formas, y el suelo proporciona todos los recovecos necesarios para que las diferentes poblaciones crezcan sin mucha interacción con sus vecinos. Pero cuando los seres humanos cultivan especies bacterianas para fabricar productos como alcohol, biocombustible y medicamentos, simplemente se las junta en una masa sin estructura, como un plato o dentro de un gran recipiente.
El Doctor. Lingchong You, profesor de ingeniería biomédica de la Universidad de Duke, en Estados Unidos, usó un ejemplo actual para comprender el comportamiento: "las bacterias son como las personas que viven la pandemia: a algunas les resulta difícil estar aisladas, mientras que otras prosperan". El estudio demostró que, en una comunidad compleja que tiene interacciones tanto positivas como negativas entre especies, hay una cantidad intermedia de integración que maximizará su coexistencia global".
En una serie de experimentos, los científicos demostraron que varias especies microbianas pueden afectar a las poblaciones de las demás dependiendo de factores de su entorno estructural, como la complejidad y el tamaño. Los científicos codificaron con barras los genomas de unas 80 cepas diferentes de E. coli para poder seguir el crecimiento de su población, y luego mezclaron las bacterias en varias combinaciones en placas de crecimiento de laboratorio. Estas placas contaban con una variedad de espacios vitales potenciales para las bacterias, que iban desde seis pozos grandes hasta 1.536 pozos diminutos.
Las esponjas, un dulce hogar para bacterias
El diseño de estos pozos en el experimento intentaba imitar los diferentes entornos en los que las bacterias podrían preferir crecer; los pozos grandes se aproximaban a entornos en los que muchas especies microbianas pueden mezclarse libremente, mientras que los pequeños eran similares a espacios en los que podían mantenerse aisladas.
Curiosamente, independientemente del tamaño del hábitat, los resultados fueron los mismos: las bacterias evolucionaron hacia una comunidad de sólo una o dos cepas supervivientes, pero fueron los pozos de tamaño intermedio los que dieron lugar a la mayor diversidad de las que sobrevivieron.
El porcionamiento pequeño realmente perjudicó a las especies que dependen de las interacciones con otras especies para sobrevivir, mientras que el porcionamiento grande eliminó a los miembros que sufren estas interacciones, o sea los solitarios. Los investigadores también realizaron el experimento con una tira de esponja doméstica normal y descubrieron que era una incubadora de diversidad microbiana aún mejor que cualquiera de los anteriores equipos de laboratorio utilizados.