¿Es la energía nuclear una salida para la crisis climática?
Ni los infundados temores a un nuevo Chernóbyl han podido detener el crecimiento de la energía nuclear, una opción válida en la lucha contra el cambio climático.
Para limitar el aumento de la temperatura media del planeta a 1.5 °C respecto de la era preindustrial, las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) deberán alcanzar su punto máximo antes de 2025 y reducirse en un 43% al 2030, destaca el resumen para tomadores de decisión elaborado por el Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), llamado “Cambio Climático 2022: Mitigación”.
En este reporte, además se indicó que –en promedio- las emisiones anuales de GEI en el periodo 2010-2019 se ubicaron en los niveles más altos de la historia de la humanidad. En 2019 fueron 12% más altas que en 2010 y 54% mayores a las de 1990. Es evidente que si bien, la acción climática ha favorecido una desaceleración en las emisiones, los esfuerzos aún siguen siendo insuficientes.
Afortunadamente los costos de algunas de las energías renovables han ido disminuyendo en los últimos 20 años, siendo la solar la que con hasta un 85% es la que más se ha reducido, mientras que la eólica lo ha hecho en un 55%. Las baterías, elemento clave en este tipo de generación eléctrica, se han abaratado en poco más del 80%.
Energía nuclear: ¿una opción amigable con el ambiente?
En los últimos 20 años, la presión de grupos ecologistas hizo que muchas naciones se propusieran abandonar de manera progresiva la energía nuclear. Y tras la catástrofe de Fukushima, el proceso se aceleró como en Alemania, donde el pasado 15 de abril se apagaron los últimos reactores y de esa manera le dijeron adiós a la energía nuclear.
Muchos de los defensores de la energía nuclear sustentan sus argumentos afirmando que son un tipo de energía neutra en emisiones de gases de efecto invernadero, y sus detractores dicen que eso no es cierto… como tampoco es cierto que la energía solar o eólica lo sean. Todo sistema o modalidad de generación de energía emite CO2, inclusive las llamadas “verdes” como la solar o eólica.
Y es que, en cada proceso relacionado con el ciclo nuclear, desde la minería y el tratamiento del uranio, hasta la construcción y mantenimiento entre otros, se consumen grandes cantidades de combustibles fósiles. Exactamente lo mismo pasa con las otras energías consideradas limpias, y muchas veces no tenemos en cuenta ese dato.
Pero de la comparación entre diferentes fuentes de generación de energía, la nuclear es la segunda en menor cantidad de emisiones de CO2 por KWh, apenas un poco por debajo de la eólica.
Las energías renovables tienen una huella de carbono decenas de veces menor que las fósiles pese a su impacto inicial, ya que la mayoría de sus emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) se producen durante la fase de fabricación de sus componentes y en la construcción de los parques eólicos o fotovoltaicos. Para ser más precisos, las renovables presentan una huella de carbono entre 11 y 250 veces menor a las no renovables.
Seguridad energética
El interés por la energía nuclear se ha reavivado luego de la invasión de Rusia a Ucrania. Esta guerra puso en riesgo la seguridad energética de varios países europeos, obligando a repensar las decisiones de dejar de lado esa fuente de energía. De hecho, varios países le han dado nuevo impulso, promoviendo la construcción de nuevas o la renovación de las que se encuentran en operación.
En la actualidad, son alrededor de 440 los reactores nucleares operando en 32 países, incluido Taiwán. Y son 68 las centrales nucleares de diferentes tecnologías en proceso de construcción en: Argentina, Brasil, Corea del Sur, China, Eslovaquia, Estados Unidos, Finlandia, Francia, India, Japón, Pakistán, Rusia, Taiwán, Ucrania (en suspenso por la guerra), Emiratos Árabes y Bielorrusia.
Para muchos especialistas, la decisión de Alemania de desactivar sus centrales nucleares cuando todavía el país depende en gran medida de los combustibles fósiles es una mala opción. Y es que la energía que no provenga de las centrales nucleares deberá llegar desde el carbón o el petróleo, con el consiguiente aumento de las emisiones de CO2, al menos al principio. Esto dependerá de la velocidad en que se instalen paneles solares, turbinas eólicas y el resto de las alternativas sustentables de generación de energía para compensar las emisiones de los combustibles fósiles necesarios para suplantar el 6,4% de la energía que generaban las nucleares.
¿Cuán segura y necesaria es la energía nuclear?
Las centrales nucleares se deben ser las instalaciones más seguras del mundo desde el punto de vista tecnológico y físico. Las normas de seguridad reguladas por el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), un organismo especializado de las Naciones Unidas, refuerzan la seguridad operacional de las centrales nucleares.
La energía nuclear es limpia y segura, pero no necesariamente es la solución a todos los problemas relacionados con el cambio climático, ya que es aproximadamente cuatro veces más cara que la eólica o la solar, mientras que el proceso de construcción de un reactor nuclear es mucho más lento, hasta cinco veces el tiempo de construcción de una granja eólica o solar con capacidad de generación similar.
Si consideramos que sólo tenemos un umbral de menos de 10 años para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero a su mínima expresión para limitar el aumento de temperatura a 1.5 ºC, no podemos esperar 20 años para construir las centrales nucleares necesarias. En ese sentido, muchos ambientalistas indican que la tecnología nuclear bloquea los recursos financieros que podrían ser destinados para el desarrollo de las renovables, que proporcionarían una energía más rápida, más abundante y más barata que la energía nuclear.
Por otro lado, también la generación de energía nuclear está atravesada por el cambio climático. Debido a que los reactores necesitan una gran cantidad de agua para ser refrigerados, muchos se ubican próximos a ríos y en ocasiones, por los cambios en los patrones de precipitación, algunas centrales nucleares han tenido que detener su operación porque la disminución del caudal imposibilitaba la refrigeración de los reactores.
Por eso se están experimentando con reactores más pequeños, como los reactores modulares pequeños (SMR), con una capacidad de potencia de hasta cerca de un tercio de la capacidad de generación de los reactores nucleares de potencia tradicionales, y mucho menos complejos para su operación. La necesidad de la transición energética hacia fuentes de energía limpias hace de la energía nuclear una de las opciones válidas en la lucha contra el cambio climático.