El mes de julio invoca al fantasma de la sequía
Con un mes más seco de lo normal, aunque dentro de la habitual sequía estival, lo normal es que la reserva de agua haya continuado descendiendo. Lo malo es que ha bajado mucho y ya tenemos cuencas con apenas el 34% de su capacidad.
Hasta ahora, las pocas precipitaciones de julio han sido debidas a tormentas y al paso de un par de vaguadas, que principalmente han afectado al oeste de Galicia, a las cornisas cantábrica y mediterránea, además de algunos relieves de la mitad norte peninsular. En lo que llevamos de mes y para observatorios principales, la máxima cantidad de agua recogida no alcanza los 100 l/m2 en San Sebastián Igueldo. En la otra cara de la moneda hay extensas áreas peninsulares, en especial del sur, en las que no ha llovido nada. Con todas estas cantidades, podemos considerar a julio un mes seco en el conjunto de la Península.
Las temperaturas, debido a la montaña rusa que estamos teniendo, en líneas generales están siendo bastante normales en la mayoría de las regiones, con las máximas muy ligeramente por encima de la media gracias a los dos episodios de altas temperaturas y las mínimas normales.
Entre las principales condiciones meteorológicas para la evaporación, solo las temperaturas y el viento no están siendo adversas para nuestros embalses. Todo esto hace que por semanas tengamos que la reserva de agua disminuyó más que la media de los últimos 10 años, excepto la última semana que bajó menos.
Sin aumentos en el agua embalsada
Como estamos viendo, este mes no es que haya tenido muchos momentos importantes de precipitaciones; para la reserva hídrica, los más destacados fueron los de los días 6-7, 12-13 y este último fin de semana, con varias vaguadas que han conseguido alcanzar el extremo norte peninsular, dejando lago más de lluvia en el oeste de Galicia y en el Cantábrico oriental.
Los embalses que más se deberían haber beneficiado de esta situación tenían que ser, precisamente, los de Galicia Costa y los del Cantábrico oriental. Pero no debemos ponernos muy contentos, ya que casi en ningún caso ha habido aumentos notables en el agua embalsada debido a la sequedad del suelo.
De todos los pantanos de estas dos cuencas, el que más ha aumentado es el de Santa Eugenia, con una subida del 44%. Este embalse hidroeléctrico, terminado en 1988 y con una superficie máxima de ocupación de 68 ha, es alimentado por el río Jallas al estar aguas abajo y a pocos kilómetros de una de las zonas más pluviométricas de la Península, la zona de Mazaricos, al suroeste de la provincia de La Coruña. En este mes se ha recogido la importante cantidad de 150 l/m2, algo más del 300% sobre su valor normal en el mes. Por todos estos factores, las cuencas que menos han disminuido han sido la del Cantábrico oriental y de Galicia Costa, con una bajada del 1,8% y del 2,9% respectivamente.
Disminución en el agua embalsada
Como sabemos, el problema de los grandes almacenamientos de agua es la pérdida por evaporación. Los factores que más influyen en ella son la temperatura, el viento y la radiación solar. Por lo que nos encontramos que en este mes de julio los más negativos son, nuevamente, las altas temperaturas y sobre todo la radiación solar, ya que nos encontramos en el momento en el que hay más horas de Sol.
También voy a considerar en esta ocasión la baja humedad relativa, en parte debida a las irrupciones de polvo desde el norte de África, que en dos ocasiones han dejado valores extremadamente bajos de esta variable meteorológica, sobre todo en el interior de la mitad sur y en especial en la segunda decena del mes, donde la humedad relativa media apenas ha superado el 20%.
Teniendo en cuenta el escaso aporte hídrico durante julio, en especial en comarcas del sur y del este peninsular, sumado a todos los demás factores, hace que la cuenca más perjudicada en este mes sea, otra vez, la del Tajo, con una pérdida ligeramente inferior al 17%. Que representa una cantidad del 46% sobre su capacidad total, alejada casi un 12% de su media de los últimos 10 años.
Conclusiones
Estamos en plena canícula, el período más duro del verano por ser el más seco en todas nuestras regiones, y estamos perdiendo algo más del 5% en el agua embalsada, que en estos momentos está al 50,02%, un 8,3% inferior a la misma fecha del año pasado. Además nos encontramos por debajo de la media de los diez últimos años, en este caso casi un 14%.
En situación atmosférica normal, en pleno verano, es muy posible que no llueva lo suficiente en la mayoría de las regiones hasta finales de septiembre, por lo que debemos seguir vigilando mucho la situación de nuestros embalses, principalmente en el sur peninsular, ya que la cuenca del Guadalquivir es la peor de todas con tan solo un 33,0% de su capacidad. Siendo también la más alejada de su media de 10 años, por debajo casi un 30%.