El solsticio de invierno, Santa Lucía y la noche más larga del año
No faltan refranes que relacionan el día de Santa Lucía (13 de diciembre) con la noche más larga del año, que asociamos al solsticio de invierno, que tiene lugar hacia el 21 de diciembre. En este post explicaremos el porqué de la discrepancia en las fechas.
El solsticio de invierno (boreal) –que este año (2020) tendrá lugar el lunes, 21 de diciembre, a las 11 horas y 2 minutos, hora peninsular española– marca el inicio oficial del invierno astronómico y un momento del año que, históricamente, ha tenido una significación especial. La palabra solsticio, cuya etimología nos lleva al término latino solstitium, que significa “sol quieto”, señala un momento del año singular en el discurrir del sol por la bóveda celeste. Ese día, el astro rey alcanza su menor altura sobre el horizonte, iniciándose a partir de ese momento un alargamiento del tiempo que discurren desde la salida hasta la puesta de sol.
Aunque nos refiramos al solsticio de invierno como el día más corto del año (entendiendo como día el tiempo en el que el disco solar se encuentra –aunque sea parcialmente– por encima del horizonte), si miramos los datos de salidas y puestas de sol en un anuario astronómico comprobaremos cómo hay varios días por delante y por detrás del solsticio con idéntica duración. Factores astronómicos, como la inclinación del plano de eclíptica y la forma de la órbita terrestre, así como el hecho de que en los calendarios y anuarios de uso común las efemérides se indiquen en horas y minutos, pero no con la precisión de segundos, explican el hecho comentado.
El refranero popular y Santa Lucía
En la tradición popular, Santa Lucía de Siracusa –mártir cristiana a caballo entre los siglos III y IV– se relaciona justamente con el momento del año en el que dejan de acortarse las noches y empiezan a alargarse los días, pero si analizamos los refranes que aluden a la santa, la fecha que se celebra su onomástica (13 de diciembre) y el día del solsticio, que coincide con el 21 de diciembre en 2020, pero que, dependiendo de los años, puede variar entre los días 20 y 23, hay algunas cosas que no parecen cuadrar. Lo que sí que es lógico es que se haya relacionado a la santa protectora de la vista –cuyo nombre deriva de “luz”–, con el paso de las tinieblas (noches largas) al crecimiento de los días (la llegada de la claridad).
Detengámonos un momento en algunos refranes que aluden a la patrona de los ciegos, oculistas o modistas, entre otros colectivos: “Por Santa Lucía, la más larga noche y el más corto día”, “Por Santa Lucía, mengua la noche y crece el día”, “Por Santa Lucía, crece un palmo cada día”. A bote pronto, parece claro que hacen alusión al día del solsticio de invierno, pero eso nos lleva a una discrepancia de fechas importante, ya que tal y como se apuntó, el día de Santa Lucía es el 13 de diciembre, y el solsticio cae entre el 20 y el 23 del último mes del año. La diferencia parece demasiado grande para pensar en un error de apreciación por parte de quienes pusieron en circulación estos dichos, en la época medieval.
Entonces, ¿cuándo empiezan a crecer los días?
Si interpretamos el “día” al que hacen referencia los refranes con el día que definimos antes, su crecimiento se empieza a detectar o bien al empezar a salir el sol un poco antes, o bien al ponerse un poco más tarde. Volviendo a las efemérides de los anuarios astronómicos, si bien las horas del orto y el ocaso solar son distintas en cada lugar, fijándonos en el discurrir del astro en el cielo, mientras que el retraso en la hora de la puesta de sol suele caer, entre el 6 y el 9 de diciembre, el adelanto de la salida no se produce hasta principios de enero, ya pasado el día de Reyes. Ninguna de ambas circunstancias se producen hacia el 13 de diciembre. ¿Cuál puede ser la razón de esta discrepancia?
El desfase de fechas es debido a la reforma gregoriana del calendario que tuvo lugar en 1582. El calendario que venía empleándose hasta entonces era el juliano, llamado así en honor a Julio César, que con el paso de los siglos fue desfasándose del ciclo astronómico, lo que obligó al Papa Gregorio XIII a cambiarlo por otro más exacto. Para corregir el desfase acumulado, se adoptó una decisión sin precedentes, ya que se eliminaron de una tacada diez días del calendario, y del jueves 4 de octubre de aquel año de 1582 se pasó al viernes 15 de octubre.
En los años previos a la reforma gregoriana, el 13 de diciembre juliano equivalía al 23 de diciembre de nuestro actual calendario; es decir coincidía en fechas con el momento aproximado en el que tiene lugar el solsticio de invierno. Es justamente en ese momento del año cuando, tal y como apunta uno de los tres refranes antes referidos, tenemos “la más larga noche y el más corto día”. En los días previos y posteriores al solsticio el crecimiento de los días es difícil de apreciar. Lo empezamos a advertir –los días despejados– al anochecer, ya que el ocaso va retrasándose muy lentamente. El proceso se acelera a partir del 10 de enero, a lo que hay que sumar también el progresivo adelanto de la salida del sol.