El puente más alto de Europa está en España: una joya de 69 metros que tardó casi 50 años en construirse

Acompáñanos a descubrir esta colosal obra que no sólo es el puente más alto de Europa, sino también un símbolo de la modernidad y el desarrollo de esta zona del sur de España.

Puente de la Constitución. Cádiz
Este coloso cuenta con dos carriles por sentido y una plataforma central reservada para un futuro tranvía, por lo que incluso fue ideado para adaptarse a nuevas formas de movilidad en la bahía de Cádiz. Fuente: La casa de la arquitectura.

Es una de las poblaciones más antiguas de Europa, e históricamente ha sido un punto estratégico de comunicación entre la Península Ibérica y América. Al estar rodeada por el Atlántico, su conexión con el resto del territorio español ha sido un reto de ingeniería durante siglos.

Hablamos de una ciudad que ha ido creciendo demográfica y económicamente, por lo que siempre estuvo en el punto de mira la necesidad de una infraestructura que mejorara el acceso y el tráfico entre la ciudad y el continente. Así es cómo nació el Puente de la Constitución de 1812.

Un proyecto que tardó casi medio siglo en completarse

Nos referimos, cómo no, a Cádiz, la ciudad más poblada de la bahía del mismo nombre, que alberga el puente más largo de Europa. Pero antes de entrar en materia, vamos a conocer por qué se decidió construir un puente de estas características precisamente allí.

El ingeniero Javier Manterola fue el encargado del diseño de esta ambiciosa estructura, y su construcción estuvo a cargo de la empresa Dragados. Finalmente, tras décadas de planificación y casi ocho años de trabajo, el puente fue inaugurado el 24 de septiembre de 2015, coincidiendo con la celebración del aniversario de la Constitución de 1812, a la que debe su nombre.

Sin duda, es una de las infraestructuras más impresionantes de España, y los datos hablan por sí solos. Su estructura atirantada alcanza una altura máxima de 69 metros, y con un tramo de 540 metros, es además el puente de mayor luz de España. Esto le sitúa en el tercer puesto de los puentes atirantados más grandes de Europa, sólo superado por el puente de Normandía, con 856 metros, y el de Rio-Antirio en Grecia, con tres vanos de 560 metros cada uno.

La idea de construir un segundo puente que conectara Cádiz con Puerto Real surgió en la década de los 60, pero no fue hasta 2007 cuando comenzaron las obras

La obra completa no sólo incluye el puente principal sobre la bahía, con una longitud total de 3.092 metros, de los cuales 1.440 discurren sobre el agua, sino también el Viaducto Río San Pedro, que suma 796 metros adicionales. Si consideramos los accesos y las estructuras complementarias, la longitud total de la infraestructura alcanza los 5 kilómetros.

Una infraestructura vital para el desarrollo de la capital gaditana

Además de ser un hito en la ingeniería española, este puente ha mejorado notablemente la movilidad en la bahía de Cádiz. Anteriormente el tráfico dependía del Puente Carranza, que, inaugurado en 1969, causaba frecuentes atascos. Con la incorporación del Puente de la Constitución de 1812, la circulación se ha agilizado, facilitando el acceso de vehículos de gran tonelaje y estimulando la economía local.

Otro de sus aspectos clave es su diseño adaptado a la navegación. Y es que la bahía de Cádiz, con gran actividad portuaria, requería un puente que permitiera el paso de grandes embarcaciones. Por ello, su altura libre de 69 metros sobre el nivel del mar permite la navegación de buques de gran tamaño, incluyendo aquellos destinados a los astilleros de la ciudad.

Un símbolo de progreso y conmemoración

Más allá de su funcionalidad, el Puente de la Constitución de 1812 rinde homenaje a uno de los momentos más importantes de la historia de España. La Constitución de 1812, conocida como "La Pepa", estableció principios democráticos y sentó las bases del constitucionalismo moderno en el país. Su nombre evoca este hito y representa la unión entre tradición y modernidad en Cádiz.

Esta majestuosa obra no solo es un referente en ingeniería civil, sino que también ha transformado la vida cotidiana en la bahía de Cádiz. Su impacto en la movilidad y la economía de la región es innegable, consolidándose como un emblema del progreso, la innovación y la conectividad en España.