El pueblo español con miles de casas-cueva subterráneas que te trasladará al pasado
Está situado en Granada y es uno de los asentamientos humanos más antiguos de la península ibérica. En este sorprendente lugar el tiempo se detiene, y además aúna sostenibilidad y belleza a partes iguales.
Para conocer mejor este pueblo tan espectacular, situado a poco más de 50 kilómetros de Granada, tenemos que retroceder, y mucho, en el tiempo. Tanto como viajar hasta la Edad de Bronce.
La mayor concentración de viviendas troglodíticas habitadas en Europa
Fue entonces cuando se idearon este tipo de viviendas, allá por el año 1452, antes de la Guerra de Granada que luego desembocó en la Reconquista de los Reyes Católicos en 1492.
Empezó siendo el refugio de moriscos en la época del al-Ándalus, hasta que en el siglo XVII Fernando III los expulsó y repobló la zona hasta llegar a lo que hoy se conoce como el Barrio de las Cuevas de Guadix.
En una extensión que ocupa unas 200 hectáreas se reparten 2000 viviendas, en un barrio que es fruto de la evolución del ser humano, que han dejado de ser tan primitivas para ser viviendas, no solo seguras, sino también sostenibles y con todo tipo de comodidades.
Construidas sobre el suelo arcilloso de la zona, la situación de cada una de ellas puede parecer caótica, incluso anárquica, pero cada una de las cuevas y su acceso obedece a la adaptación a las vertientes naturales de los cerros.
Con el éxodo de la población a las grandes ciudades, Guadix recurrió a las casas-cuevas como reclamo, y lo que empezó siendo una herramienta contra la despoblación ha resultado ser una vuelta al modelo de construcción de viviendas bioclimáticas.
Sostenibilidad troglodita adaptada a nuestro tiempo
Y es que resulta que este tipo de viviendas, construidas sobre colinas abruptas, respetan el medio ambiente, facilitan el ahorro de energía y protegen contra una fuerte tormenta, por sus características impermeables y transpirables. Y no sólo eso, sino incluso pueden resistir a un terremoto, por el tipo de construcción estilo búnker.
La arcilla, un aislante natural en la construcción
Pero si algo destaca en ellas es su temperatura interior, constante y muy agradable en cualquier época del año. La bendita culpable de esta estabilidad térmica es la arcilla y el aislamiento natural de la tierra. Gracias a ello, en su interior la temperatura ronda los 20 ºC, oscilando entre un máximo de 24 ºC en verano y un mínimo de 18 ºC en invierno.
Todo en su construcción está medido al milímetro, no hay puertas tradicionales, y en su lugar hay cortinas que facilitan la ventilación. Además, debido al material con el que fueron construidas tienen un aislamiento acústico excepcional.
Se pueden visitar y descubrir técnicas ancestrales
Pese a que abundan las viviendas habitadas, también hay lugar para un museo, una capilla, restaurantes, e incluso talleres donde descubrir la técnica de los "picaores", los que construyeron estas cuevas.
También existen casas cueva restauradas que se alquilan como alojamiento para visitantes, una manera de desconectar durante unos días, ya que si algo está garantizado allí es la ausencia de cobertura.