El pueblo de Barcelona que no sale en las guías y es un refugio medieval que navega entre la historia y el olvido

A poco menos de 58 kilómetros de Barcelona se encuentra este pueblo poco conocido, que esconde un entorno natural y una atmósfera medieval que lo convierte en un refugio perfecto para quienes buscan desconectar.

Granera
Desde el aire, este pueblo catalán revela su esencia medieval, con su castillo en lo alto dominando el paisaje, un emblema que sigue desafiando el paso del tiempo. Fuente: Catalunya Turisme.

En lo más profundo de la comarca del Moianès, en Barcelona, existe un pequeño pueblo que parece haberse detenido en el tiempo. Aislado entre colinas y rodeado de bosques, su historia se esconde entre ruinas medievales, calles empedradas y vestigios de una vida rural que poco a poco se desvanece.

No aparece en las guías y pocos lo conocen, pero quienes lo visitan descubren un remanso de tranquilidad y belleza. Con escasos habitantes y apartado del bullicio, es un vestigio de la España vaciada en Cataluña.

Un rincón olvidado con alma medieval en pleno Moianés

Estamos hablando de Granera, cuyo principal atractivo es su castillo medieval, una imponente fortaleza en ruinas que data del siglo X. Situado en lo alto de un cerro a 800 metros de altitud, ofrece una vista privilegiada del valle y las montañas circundantes, y aunque su estado es parcialmente ruinoso, aún conserva parte de sus murallas y torreones.

La fortaleza fue clave en la defensa del territorio durante la Edad Media y ha sido testigo del paso del tiempo y del progresivo abandono de la zona.

Este castillo aparece documentado por primera vez en el año 971, cuando formaba parte de la red de fortificaciones que protegían la frontera entre los condados catalanes y Al-Ándalus. A lo largo de los siglos pasó por diversas manos, entre ellas las familias Granera y Planella, y sufrió numerosas modificaciones hasta su declive definitivo.

Un pueblo de calles empedradas y antiguos lavaderos

El casco urbano de Granera mantiene el encanto de la arquitectura tradicional catalana. Sus calles de piedra, sus casas de origen medieval y su iglesia parroquial de Sant Martí, con elementos románicos y góticos, transportan a los visitantes a otra época. A pesar de su pequeño tamaño, el pueblo ha conservado parte de su patrimonio histórico y cultural.

Bassa del Prat
La Bassa del Prat, ubicada a la entrada de Granera, es un vestigio de otra época, cuando el agua era punto de encuentro y vida en el pueblo. Fuente: Patrimoni Cultural.

Entre sus rincones más curiosos destacan los antiguos lavaderos públicos, lugares donde antaño los vecinos se reunían para lavar la ropa y compartir historias. En Granera, se han restaurado dos de estos espacios: la bassa del Prat, situada a la entrada del pueblo a mano izquierda, y el lavadero de la Rectoría. Ambos son testigos de una tradición que ha desaparecido en la mayoría de pueblos, pero que aquí se ha recuperado como parte de su identidad.

Senderismo entre bosques y montañas

Además de su belleza, este pueblo ofrece rutas de senderismo que atraviesan encinares y pinares, llevando a miradores naturales con vistas al Moianès. Un camino destacado es el que conecta con Sant Llorenç Savall, pasando por bosques y arroyos. También hay senderos que enlazan con el Parc Natural de Sant Llorenç del Munt i l’Obac, famoso por sus imponentes formaciones rocosas.

Pese a su encanto más que evidente, Granera es uno de esos enclaves que lucha por no desaparecer. Con una población que ronda los 75-80 habitantes, su número de vecinos fluctúa dependiendo de la época del año, ya que muchas de sus casas son utilizadas como segunda residencia. Y como muchas otras localidades de la España vaciada, enfrenta el desafío del envejecimiento poblacional y la falta de oportunidades para los más jóvenes.