Este protozoo ha provocado centenares de casos de gastroenteritis. Varios pueblos en alerta, ¿puede llegar a tu ciudad?
Abrir el grifo y beber agua potable es un lujo, pero hay un pequeño protozoo que resiste a la cloración y ha puesto en jaque a varios pueblos de Zaragoza. Ninguno estamos libres de encontrarlo.
Hubo una época que incluso a los niños se les daba cerveza (nada que ver con la actual) porque era más seguro que beber agua. Después de ver que una alternativa era hervirla, se filtraba a través de carbón o arena… Pero fue John Snow quien, en 1854, debido al brote de cólera que mató a 700 personas en una semana en un área de medio kilómetro de diámetro, quien usó cloro para desinfectar la bomba que agua que inició esa epidemia.
A finales del XIX y principios del XX se hizo común. Desde entonces, la OMS dice que se han salvado 173 millones de vidas en el mundo gracias a la cloración Pero hay un protozoo, más bien sus ooquistes, que son resistentes al tratamiento actual con cloro del agua. Este pequeño parásito intracelular ha puesto en jaque a varios pueblos de la provincia de Zaragoza, pero no son los primeros ni serán los últimos.
Actualmente se está considerando una enfermedad emergente debido al aumento de casos (segunda causa más frecuente de gastroenteritis en niños, después del rotavirus). El aumento del número de casos se relaciona con las condiciones de temperatura o movimientos de tierras provocados por las lluvias torrenciales relacionadas con el cambio climático. También puede deberse a vertidos ilegales en granjas con animales enfermos.
¿Qué es el Cryptosporidium ?
Se trata de un organismo unicelular que se desarrolla en el interior de las células epiteliales del tracto digestivo de humanos y animales. En su ciclo vital, genera ooquistes de pared gruesos que se eliminan por las heces y otros de pared blanda que irritan este epitelio intestinal provocando diarreas acuosas, náuseas, vómitos, fiebre…
La intensidad de los síntomas dependerá del número de ooquistes que se hayan ingerido y de la propia inmunidad individual. Incluso en algunos casos puede ser asintomático y transmitirse la enfermedad.
Los ooquistes
Aquí viene en problema, se encuentran en aguas superficiales, son pequeñas (con lo que la detección es muy complicada) y extremadamente resistentes. Pueden permanecer meses en agua dulce o salada, en el suelo, en refrigeración o congelación (por encima de -20 ºC).
También resisten a los valores de cloración actuales del agua potable, aunque sí es sensible a la radiación UV y ozonización, con lo que también se trata el agua.
¿Cómo se transmite?
Puede ser por vía directa, de persona a persona o de animal a persona o a través del agua o alimentos contaminados con esa agua o con los ooquistes presentes en el suelo. También podría haber transmisión a través de carne cruda que haya podido estar en contacto con excrementos animales.
Detección y prevención
La detección es realmente compleja tanto en agua como en alimentos, la muestra necesaria para la identificación debería ser relativamente grande, lo que hace más difícil la detección. Por si fuera poco, no hay una regulación europea concreta de Cryptosporidium ni en agua ni en alimentos. Actualmente la forma de detección es a través de un análisis de heces en las personas o animales infectados.
Las Autoridades Europeas en Seguridad Alimentaria evaluaron el riesgo en 2018 indicando la falta de datos de la presencia de ooquistes en los grupos de alimentos susceptibles, la ausencia de métodos de detección eficaces y la falta de genotipado para poder relacionar los casos con las especies.
¿Qué podemos hacer?
Como siempre, la actuación pasa por la prevención y evitar el parásito en el origen haciendo uso de las Buenas Prácticas Agrícolas y de fabricación sabiendo que tanto el parásito como los ooquistes son sensibles a la irradiación UV, altas presiones y ozonización.
En nuestra casa debemos mantener las buenas prácticas de higiene. Comprar en establecimientos oficiales, lavar frutas y verduras a conciencia (frotando). No deje que se rompa la cadena de frío y cocine los alimentos completamente.
En el caso de detección de este parásito en el agua potable, no queda más remedio que recurrir al agua embotellada hasta que se encuentre el foco y trate correctamente. Es imprescindible mantener la buena higiene de manos y superficies para evitar la transmisión entre personas infectadas.
Estamos frente a un conocido parásito que se ha colado en nuestras vidas, en nuestras redes de agua y en nuestros alimentos. Un efecto más del cambio climático que tendremos que atacar con nuestras mejores armas, el conocimiento.