El pequeño pueblo de pescadores de Andalucía con playa poco masificada y aguas cristalinas
Entre abruptas formaciones volcánicas y enclavada en una de las reservas españolas de la Biosfera, esta pintoresca localidad andaluza es un destino ideal para quienes buscan disfrutar de la tranquilidad y unas vistas impagables a la orilla del mar.
El Parque Natural Cabo de Gata-Níjar, en la provincia de Almería, es uno de los espacios naturales protegidos más emblemáticos de España y de mayor valor ecológico, además de Reserva de la Biosfera.
Entre los muchos rincones que merece la pena descubrir, de la que es la región volcánica más extensa y de mayor relevancia ecológica del Mediterráneo occidental, se encuentra un encantador y pequeño pueblo blanco de pescadores en el que se respira paz.
Nos acercamos a este lugar rodeado de playas vírgenes, acantilados y una rica biodiversidad marina y terrestre, para recorrer sus calles, disfrutar del paisaje y conocer su curiosa historia.
Refugio de un líder moro
La presencia humana en la Isleta del Moro se remonta a la época fenicia, alrededor del siglo VII a.C. Desde entonces, y durante siglos, el pueblo ha albergado diferentes culturas y civilizaciones, desde los romanos hasta los árabes.
Precisamente, su nombre proviene de una pequeña isla cercana que, según la leyenda local, fue refugio de un líder moro durante la ocupación árabe de la región.
Durante la Edad Media, la Isleta del Moro formó parte de las defensas costeras del Reino de Granada y era considerado un punto estratégico para la vigilancia y la protección de la costa. Fue en esta época cuando se construyeron torres de vigilancia y se fortificaron los accesos al pueblo. Estructuras defensivas que hoy forman parte de su patrimonio histórico.
Un remanso de paz muy cinematográfico
La Isleta del Moro, a unos 40 kilómetros de Almería, es una pedanía del municipio de Níjar. Tiene poco más de 170 habitantes y conserva un ambiente tradicional y tranquilo, con casitas encaladas y calles estrechas.
Una postal típicamente pesquera, salpicada de sencillas y coloridas embarcaciones, que nos transporta a tiempos pasados, y donde aún pueden observarse algunas labores artesanales de pesca.
Para los cinéfilos, una actividad divertida es descubrir los rincones de la pedanía y sus alrededores que han sido utilizados para el rodaje de escenas en películas como El pájaro de la felicidad (1993) de Pilar Miró; Un día sin fin (2005), de Giulio Manfredonia; Terminator: Dark Fate (2018), con Linda Hamilton y Arnold Schwarzenegger; o el cortometraje Sea-Mail (2007) de Víctor Erice.
La Isleta también sirvió de escenario en la grabación de varios episodios de la serie de Atresmedia "Veneno" (2020), que cuenta la vida de la artista almeriense Cristina Ortiz.
Qué hacer en la Isleta del Moro
La claridad de sus aguas y la riqueza de su vida marina hacen que sea un destino ideal para los amantes del mar y del buceo. La playa más grande es la del Peñón Blanco, que mide unos 400 metros de longitud y está formada por arena fina.
Otra cala interesante es la del Toro. A ella se llega por la carretera AL-4200, en dirección Rodalquilar. Pasado el desvío de La Isleta, a 1,2 kilómetros, hay una explanada donde estacionar el vehículo.
En este punto comienza un camino de 700 metros, suave y cómodo al principio, pero que se va estrechando y convirtiéndose en una pendiente pronunciada que atraviesa un bosquecillo de pinos, palmeras y un pequeño arroyo con cañaverales.
La cala, de bolos, piedras gruesas y difícil acceso al agua, destaca por su gran salvaje belleza volcánica.
Las rutas senderistas también son una buena opción si se visita la zona, así como acercarse a su mirador, sobre todo al atardecer, para observar las formaciones volcánicas del Parque Natural, como los Escullos y Los Frailes.
También hay lugar para la buena mesa en Isleta del Moro, conocida por su gastronomía basada en productos del mar. Allí encontramos varios restaurantes y bares donde se pueden degustar platos típicos de la zona, en especial, el pescado fresco.
Los más apreciados de la zona son el sargo, la breca, la lecha o el gallo pedro, que se pueden consumir en fritura o a la plancha, para disfrutar de todo su sabor.