El océano profundo también sufre el calentamiento global, las consecuencias
Una nueva investigación publicada en Nature confirma que el gran exceso de calor almacenado en el Atlántico Norte subtropical se encuentra en sus profundidades. ¿Por qué y cuáles serían las consecuencias?
El primer informe de Evaluación Mundial de los Océanos, publicado en 2016 por Naciones Unidas, constataba que nuestro planeta está cubierto por 70% de agua, con una profundidad media de 4000 metros, conteniendo los océanos el 97% de todo el agua de la Tierra, lo que equivale aproximadamente a 1300 millones de km cúbicos.
Durante los últimos 100 años, la temperatura del planeta ha ido aumentando de manera exponencial a consecuencia del proceso actual de cambio climático (emisiones de gases de efecto invernadero a nuestro atmósfera). Estos gases contribuyen a que nuestro mundo se caliente: la temperatura media global ha aumentado 0,76 ºC. Además, la gran mayoría de los años más cálidos se han concentrado en estos últimos.
Pero no todo el planeta se calienta de la misma manera: en algunas zonas aumenta a un ritmo mayor. Por ejemplo, en España ese calentamiento ha sido de 1,5 ºC, mientras que en el Ártico ha sido mucho mayor, en algunas zonas hasta 5 ºC. Pues bien, este exceso de calor no solo se almacena en la atmósfera si no también en nuestros océanos y mares, pero... ¿dónde exactamente?
El océano profundo también se calienta
En un estudio reciente publicado en Nature, se ha constatado que los océanos han absorbido alrededor del 90% del calentamiento causado por los humanos y, según estos resultados, en el Atlántico Norte Subtropical (alrededor de los 25ºN) el 62% del calentamiento registrado desde 1850 hasta el 2018 se mantiene en las profundidades del océano.
Los investigadores de la Universidad de Exeter y la Universidad de Brest estiman que las profundidades del océano se calentarán otros 0,2 °C en los próximos 50 años.
¿Qué está pasando en el fondo marino?
Para ello, es vital comprender cómo el exceso de calor absorbido por el océano se redistribuye en el interior del océano desde la superficie hasta el fondo. Es importante tener en cuenta lo que sucede en las profundidades para evaluar el crecimiento del desequilibrio energético de la Tierra.
Los principales responsables de estas redistribuciones de calor son las corrientes oceánicas, en concreto la AMOC (Circulación de Vuelco Meridional del Atlántico). Esta corriente es una cinta transportadora zonal que conduce agua tibia desde los trópicos hacia el norte, donde el agua fría y densa se hunde en las profundidades y se dispersa lentamente hacia el sur.
Este exceso de calor del océano en el hemisferio sur se está trasladando al Atlántico Norte. Es más, se está adentrando incluso en el océano Ártico. Enormes cantidades de calor sin precedentes están entrando en el Ártico a través del estrecho de Bering, especialmente durante los meses de verano. Esto supondrá un desequilibrio a nivel global.
Las consecuencias en Europa
Entre otras cosas, se traducirá en una ralentización en la corriente del Golfo, debilitándose hasta un 34-45% hacia 2100, pudiendo acercarse peligrosamente a un punto de no retorno.
Las consecuencias de este cambio se pueden manifestar de muchas maneras en los dos lados del Atlántico. En Europa, esta ralentización puede incrementar el número de eventos extremos modificando la trayectoria de las borrascas que entran desde las aguas atlánticas y aumentando su intensidad. Según algunas investigaciones, también aumentarían las olas de calor en verano y disminuirán las precipitaciones.