El Niño en el Pacífico se vuelve atípico: ¿por qué el actual es inquietante y qué consecuencias podría tener en Europa?
Se espera que El Niño se mantenga al menos hasta la primavera del hemisferio norte, coincidiendo con unas anomalías de temperatura nunca antes observadas en los océanos. ¿Cuáles podrían ser sus efectos en el continente europeo?
Desde hace varios meses el Pacífico se encuentra en una fase marcada de El Niño, es decir, las aguas superficiales de la zona ecuatorial oriental están muy por encima de sus valores normales, mientras que ocurre lo contrario en el sector occidental.
Esto contrasta mucho con la situación que hemos vivido en los últimos 3 años, en los que experimentamos una fase de La Niña persistente que se manifestó repetidamente desde 2020. En el informe publicado recientemente por la Organización Meteorológica Mundial, se contempla que esta situación pueda extenderse al menos hasta abril de 2023.
Con condiciones de El Niño, y especialmente si este es intenso, las precipitaciones y también las temperaturas aumentan en buena parte de América, excepto en la zona ecuatorial occidental, es decir, el Amazonas, donde predomina un régimen de lluvias inferior al habitual.
Lo contrario ocurre en Oceanía y Asia, donde por lo general las precipitaciones escasean salvando excepciones muy concretas, como el oeste de China donde se ha observado un patrón de precipitaciones superiores a lo habitual con este escenario. Sin embargo, en Europa, pese a que El Niño también tiene consecuencias climáticas, son muy indirectas, tanto que no sólo son imposibles de predecir, sino que además pueden ser distintas entre un evento y otro.
Un Niño muy especial e inquietante
El factor más importante y llamativo de este episodio de El Niño no es que sea previsiblemente intenso o que las anomalías de temperatura registradas difieran de episodios anteriores, sino que se produce en un contexto muy extraño de anomalías de temperatura en el océano. Las temperaturas de la superficie oceánica a nivel global han experimentado un incremento en los últimos meses tan extraordinario que han sorprendido a la comunidad científica.
Las anomalías de temperatura han alcanzado un valor muy por encima de cualquier otro observado en el último medio siglo de registros precisos, y por tanto, hace a este episodio de El Niño imposible de comparar con otros grandes eventos, como los de 2015, 1997 o 1983 y se sospecha que puede traer como consecuencia un incremento de sus efectos en zonas conocidas.
Es decir, donde habitualmente se registran temperaturas o precipitaciones mayores a las habituales con El Niño, estos próximos meses estarán más expuestos a episodios de lluvias torrenciales y olas de calor extremas.
¿Cuáles podrían ser las consecuencias en Europa?
Que sus efectos se vean potenciados o alterados por las condiciones del entorno también significa que en zonas donde su influencia es más indirecta, como en Europa, puedan observarse patrones meteorológicos más evidentes asociados a El Niño. En principio, no es posible aventurarse a predecir cómo se va a comportar en Europa, pero las predicciones estacionales sí muestran anomalías, tanto en precipitaciones como en temperatura.
Concretamente las previsiones estacionales contempladas y en especial las de nuestro modelo de referencia, perteneciente al ECMWF, muestran un otoño e invierno con muy alta probabilidad de ser cálidos en todo el suroeste de Europa, pero también húmedos en la facha atlántica.
Esto podría ser debido a un fuerte contraste térmico entre el Atlántico oriental y subtropical, muy cálido, con el Atlántico central, donde se espera que las temperaturas se encuentren más próximas a la media. Esta situación podría reforzar el flujo de borrascas en latitudes medias, por lo que habrá que seguirla con atención.