El mar Mediterráneo podría estar a punto de activar su "válvula de seguridad". Hoy las anomalías son increíbles
El Mediterráneo, con temperaturas récord para un mes de diciembre, espera un alivio temporal gracias a la llegada de una masa de aire muy frío que podría equilibrar las importantes anomalías cálidas que se están registrando estos días.
El mar Mediterráneo vuelve a situarse en el foco de atención debido a las extraordinarias anomalías térmicas que registran sus aguas. En pleno mes de diciembre, sus temperaturas se encuentran inusualmente elevadas, marcando valores que superan en varios grados la media estacional.
Sin embargo, el panorama podría dar un giro significativo en los próximos días: la llegada de una masa de aire frío de origen polar promete aliviar temporalmente este desequilibrio, brindando un respiro al Mediterráneo.
Un Mediterráneo anormalmente cálido en los primeros días del invierno climatológico
En diciembre, las aguas del Mediterráneo suelen registrar temperaturas entre 16 °C y 18 °C. Sin embargo, en este 2024, algunas áreas del mar muestran valores que oscilan entre los 20 °C y 22 °C, unos 3,5 °C por encima de la media (al sur de Sicilia hasta 4 ºC) de la época, lo que constituye una de las anomalías térmicas más persistentes de los últimos años.
Este exceso de calor se explica por factores como el calentamiento global, que incrementa de manera sostenida las temperaturas marinas, la escasez de entradas frías durante el otoño y la ausencia de fenómenos capaces de disipar la energía acumulada.
Como resultado, el Mediterráneo se ha convertido en un depósito de energía latente, con el potencial de desencadenar fenómenos meteorológicos extremos bajo las condiciones adecuadas, como he visto desgraciadamente estas semanas en España o Grecia.
¿Qué consecuencias tiene un Mediterráneo más cálido?
Un Mediterráneo más cálido genera un ambiente mucho más inestable, ya que aporta calor y humedad adicionales a la atmósfera. Este exceso de energía térmica convierte al mar en un auténtico "bidón de gasolina", listo para reaccionar ante cualquier perturbación atmosférica.
Un ejemplo reciente fue la devastadora DANA de finales de octubre en Valencia. En esa ocasión, el Mediterráneo actuó como "combustible" para el sistema de bajas presiones, liberando la energía necesaria para desencadenar lluvias que localmente dejaron más de 700 litros por metro cuadrado en unas 14 horas.
Estos fenómenos no solo causan graves pérdidas humanas y económicas, sino que también exponen la vulnerabilidad de las regiones costeras españolas frente a un Mediterráneo fuera de equilibrio.
La entrada de aire muy frío, un respiro necesario
Este fin de semana, el patrón meteorológico cambiará de forma drástica con la llegada de una masa de aire muy frío de naturaleza polar o ártica. Esta irrupción fría, impulsado por vientos del norte, se desplazará sobre la Península Ibérica y el Mediterráneo, provocando un notable descenso de las temperaturas.
Para el Mediterráneo, esta irrupción fría representa una "válvula de seguridad". Al enfriarse el aire sobre la superficie del mar, se reducirá el intercambio de calor y humedad, ayudando a disipar parte de la energía almacenada. Este proceso permitirá que el mar se acerque a valores térmicos más propios de la estación. Además, permitirá que se produzcan afloramientos de aguas profundas.
Un equilibrio delicado: el Mediterráneo y el cambio climático
Este episodio de enfriamiento no soluciona el problema subyacente: el calentamiento del Mediterráneo es una tendencia constante y preocupante.
Aunque la entrada de aire frío pueda reducir temporalmente las anomalías térmicas, el problema estructural persiste. El Mediterráneo seguirá siendo un termómetro del cambio climático, una región donde las señales de alerta se manifiestan con mayor intensidad.
Los eventos extremos, como aquellos asociados a danas, serán cada vez más frecuentes e intensos si no se implementan medidas globales para mitigar el cambio climático. Mientras tanto, fenómenos como el de este fin de semana nos recuerdan que, aunque la naturaleza tiene sus propios mecanismos de autorregulación, el equilibrio sigue siendo frágil.