El jacinto de agua, una de las especies invasoras más peligrosas del mundo, se extiende por España
Llegó para adornar estanques y su expansión se fue completamente de las manos. Hoy es uno de los problemas medioambientales más graves en algunas cuencas del país, como el Guadiana.
Detrás de la innegable belleza del jacinto de agua (Eichhornia crassipes), también conocido como camalote, existe una seria amenaza para la conservación del equilibrio de las comunidades acuáticas en las que se introduce.
La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) la considera una de las 100 especies invasoras más peligrosas a nivel global. ¿El motivo? Su alto poder reproductor, que le confiere una elevadísima capacidad de colonización.
El jacinto de agua puede duplicar su población en sólo cuatro días, ya que cada fruto contiene alrededor de 400 semillas. De hecho, una sola planta es capaz de provocar la invasión completa de un lago.
Estas semillas pueden permanecer inactivas entre 5 y 20 años, y germinar en cualquier momento si las condiciones son las adecuadas. Y eso ya ha sucedido en España.
Consecuencias desastrosas para los ecosistemas
Las consecuencias de la invasión del jacinto de agua son terribles. Para empezar, forma un denso tapiz sobre la superficie del agua que dificulta el intercambio de oxígeno con la atmósfera e impide el paso de la luz al fondo, con consecuencias fatales para la vida acuática. Además:
- Su crecimiento agresivo elimina la vegetación acuática autóctona, incapaz de competir con esta especie.
- Su intensa evapotranspiración disminuye la cantidad de agua almacenada en balsas y otras infraestructuras de almacenamiento hídrico, limitando este recurso.
- Es un medio ideal para la proliferación de los mosquitos, favoreciendo la aparición de enfermedades como la malaria, la encefalitis o el cólera.
- Dificulta el paso de las embarcaciones, lo que perjudica la navegación fluvial, el desarrollo de deportes náuticos o de la pesca deportiva.
- Tapona y atasca los canales impidiendo la circulación del agua, e incluso puede llegar a bloquear las turbinas de las centrales hidroeléctricas.
Del uso privado ornamental a la invasión
Como ha ocurrido con otras especies vegetales invasoras, el jacinto de agua, originario de la Cuenca Amazónica, fue introducido en España para uso ornamental en estanques y acuarios, y se ha reproducido de forma masiva hasta convertirse en un grave problema ambiental.
Esta especie vegetal ya se encuentra naturalizada en más de 50 países. En algunas zonas ha alcanzado niveles de invasión dramáticos, como ocurre en el lago Victoria en África y en los pantanos y manglares de Florida.
La provincia de Alicante, en el año 1988, es el primer lugar del que se tiene constancia de la presencia del camalote en nuestro país. En 1994 fue detectado también en Castellón. En 2001 invadió lagunas de agua dulce dentro del Parque Natural del Delta del Ebro y en 2004 comenzó la invasión del río Guadiana.
Niveles muy preocupantes de invasión en el Guadiana
El Guadiana es el único río de Europa colonizado en su tramo medio por esta planta, que suele crecer en las desembocaduras. Además, la variedad presente en este cauce fluvial es especialmente agresiva.
Para comprender las dimensiones del problema basta repasar las impactantes cifras: el jacinto de agua ha llegado a cubrir 185 kilómetros del Guadiana y, en estos veinte años, se han retirado más de 1,5 millones de plantas.
Para tratar de controlar la invasión, el Estado español ha gastado ya una cantidad superior a los 50 millones de euros, principalmente en compra de barreras especiales, maquinaria, embarcaciones, contratación de personal y programas de investigación.
Retirada de 2.000 toneladas de plantas al día
En estos momentos, se siguen retirando una media de 2.000 toneladas de camalote al día y la gestión del material extraído es compleja. El problema está lejos de solucionarse, pero, si no se hubiera intervenido, los daños económicos y ambientales habrían supuesto pérdidas multimillonarias.
Tal y como recuerdan desde la Confederación Hidrográfica del Guadiana, si el camalote se hubiera adentrado por toda la infraestructura de riego que abastece las zonas regables de Montijo y Lobón, en Badajoz, las consecuencias hubieran sido desastrosas.
Los efectos del cambio climático tampoco ayudan en los esfuerzos de erradicación. Se necesita que se sucedan varios inviernos lo suficientemente largos y fríos para conseguir el deterioro total de la planta. También es preciso reducir la contaminación por nutrientes procedentes de la agricultura que afecta al Guadiana.
En el plano legal, conviene recordar que, tanto en España como en el resto de Europa, está prohibida la posesión, transporte, tráfico y comercio tanto de la planta como de sus semillas.