El invierno nos hace dormir peor... ¿o era el verano?
¿Dormimos peor en invierno que en verano? Según algunos artículos, podríamos decir que dormimos peor en la época del año en la que el autor escriba el artículo. Si estamos en invierno afirmarán, sin duda alguna, que dormimos peor en invierno. En cambio, si estamos en verano, sus argumentos serán aplastantes: dormimos peor en verano. ¿Quién tiene la razón?
No sin asombro, he podido encontrar hasta 7 artículos este mes que nos desvelan (sí, la palabra la he puesto adrede) por qué dormimos peor en invierno. Lo malo de tener buena memoria, es que recuerdo haber leído lo mismo en verano.
Analicemos unos y otros para ver si conseguimos saber quién tiene razón.
¿Cuándo dormimos peor?
Veamos uno a uno sus argumentos:
- La falta de luz. Según una psicóloga especializada, «La luz es muy importante, ya que nos ayuda a establecer nuestro ritmo circadiano (o reloj biológico) mediante sensores de luz especializados situados dentro de los ojos. Detectan el ciclo de luz y oscuridad del entorno y ajustan el ritmo circadiano del cuerpo para que coincida con el día interno y externo».
Claro que la luz es importante, pero si buscamos lo qué dicen en verano:
- «Cuando desaparece el sol, nuestro nivel de melatonina aumenta, nos sentimos cansados y es la señal para el cerebro de que es hora de dormir. Sin embargo, en verano los días se hacen más largos, por lo que la luz solar nos estimula cada vez más tarde por lo que el estímulo natural de la luz solar para la melatonina se retrasa. El hecho de que en verano los días sean más largos y tengamos más horas de claridad altera nuestros ritmos biológicos, en concreto los denominados ritmos circadianos».
Se han quedado tan panchos los dos.
Vamos con otro:
- « unos niveles de luz más bajos durante el invierno pueden causar el Trastorno Afectivo Estacional (TAE) , una forma leve de depresión (permitidme que incluya aquí la banalidad con la que se usa la palabra “depresión”) que surge durante la época invernal. Y eso hace que durmamos peor».
Ajá. El problema es que ese “trastorno” estacional, como su propio nombre indica, causa esta sensación también en la época de primavera o al comienzo del verano. La conocida astenia primaveral.
Ya sabéis: cuando todo siempre es, es que nunca nada es. O es la vida, vaya.
Vamos por el tercer motivo:
- El aire seco de las calefacciones y la temperatura elevada hace que sea mas difícil conciliar el sueño
Sí, sí, habla de invierno. La verdad es que esta la pone fácil. El calor del verano y, en tal caso, el ambiente seco del aire acondicionado provocará los mismos efectos.
Se parecen un poco al horóscopo, son razones tan vagas, que siempre encontrarán a alguien que diga: “Ay, sí, justo eso es lo que me pasa a mí”.
No siempre es tan sencillo como “querer dormir” y en muchas ocasiones requiere buscar una causa raíz más seria.
No obstante, hay algunas rutinas que pueden ayudar (siempre que no haya otra causa mayor) a conciliar mejor el sueño.
- La temperatura: el ambiente para dormir es importante, la temperatura más adecuada rondará los 18ºC-19ºC en invierno y las 24ºC en verano. El cambio climático no nos lo está poniendo fácil.
- Cenar pronto: las cenas copiosas y próximas a la hora de dormir pueden influir en un sueño más pesado. Es buena idea que pasen 2 o 3 horas entre la cena y dormir.
- El consumo de alcohol: pese a que puede parecer que nos ayuda a quedarnos dormidos, una vez que el alcohol desaparece, el efecto será el contrario.
- El consumo de café: no impide conciliar el sueño de primeras (a ti, sí, vale, a ti sí), pero sí hace que nuestro sueño sea más ligero y poco reparador.
- El uso de dispositivos electrónicos: la luz que emiten, pese a no ser peligrosa por más que se empeñen algunos en vendernos gafas, sí puede ser estimulante y activarnos justo antes de dormir. La tele o el móvil deberían estar lejos de la zona de descanso.
- Mantener horarios de sueño regulares y actividades rutinarias antes de dormir: intentar acostarnos más o menos a la misma hora. (Un abrazo a los que tenéis turnos de noche, este punto os habrá hecho fruncir el ceño, y con razón).
- Obviamente el estrés, las preocupaciones… podrían alterar nuestro sueño. Y contra eso, aún no se ha encontrado un remedio eficaz. Ojalá lo hubiera.
Y sí, a veces es dejar a los niños pequeños poco dormilones con alguien y descansar, al menos una noche, sin interrupciones. Bastante complicado, lo sé. Ánimo, padres y madres, la adolescencia llega pronto y dejaremos de dormir… pero por otros motivos.
¿Y los remedios naturales?
Naturales o artificiales, lo importante es saber qué es lo que está causando la falta de sueño y, en caso de ser necesario, acudir a un especialista de verdad que nos oriente en las mejores indicaciones para recuperar el descanso.
Huyamos de gurús que nos intenten vender su nuevo remedio contra el insomnio. Ellos dormirán tan tranquilos, la falta de ética no quita el sueño. Por desgracia.