El fenómeno de La Niña regresará este verano, avisa la NOAA: ¿cómo podría afectar a España?
Las últimas previsiones del Centro de Predicción Climática de la NOAA señalan que El Niño tiene los días contados y que podría producirse una rápida transición hacia la fase de La Niña, ¿cuáles podrían ser sus efectos en España?
El Niño-Oscilación del Sur (ENOS) se caracteriza por la presencia de anomalías positivas (El Niño) o negativas (La Niña) de la temperatura de la superficie del mar (TSM) en el Pacífico tropical, junto con cambios en la circulación atmosférica, se ha mostrado activo en los últimos años. Entre 2020 y 2022 tuvimos una La Niña activa y en 2023 una transición a un El Niño, que todavía se mantiene a día de hoy.
La Niña está a la vuelta de la esquina
La actual fase de El Niño alcanzó su máxima intensidad en diciembre de 2023, cuando las anomalías de la TSM en la región Niño 3.4 alcanzaron los +2 ºC, por lo que fue un evento fuerte. Tras alcanzar este pico, el fenómeno está empezando a mostrar signos evidentes de debilitamiento, con una disminución gradual de las anomalías positivas de la temperatura superficial marina en ese sector. En otras palabras, parece que El Niño tiene los meses contados.
De acuerdo con las últimas previsiones del Centro de Predicción Climática de la NOAA, el escenario más probable a día de hoy es el de una rápida transición de El Niño a ENSO-neutral de cara abril-junio de 2024, con una probabilidad de ocurrencia en torno al 80 %. Pero lo más significativo es que podría desarrollarse La Niña durante el próximo verano.
Para los expertos de la NOAA ya nos encontramos oficialmente en una "Vigilancia de La Niña", a pesar de que en este momento el océano Pacífico permanece aún en una situación de El Niño. No obstante, los efectos del fenómeno de El Niño en las temperaturas y las precipitaciones globales pueden persistir hasta el mes de abril.
Después de agosto se impondría claramente la fase de La Niña, extendiéndose desde los 9 meses hasta 3 años, siendo más fuerte mientras menor es su duración. Normalmente comienza coincidiendo con el verano boreal, alcanzando su intensidad máxima a finales de año y debilitándose a mediados del siguiente. Sin embargo, la Niña se presenta con menos frecuencia que El Niño.
Las consecuencias en América, Asia y Australia
La fase fría del ENOS aparece cuando los vientos alisios del este se refuerzan, provocando el afloramiento de aguas frías procedentes de las profundidades del Pacífico tropical oriental, lo que se traduce en un enfriamiento a gran escala de la superficie del océano Pacífico oriental y central, cerca del ecuador. En cambio, el agua más cálida es transportada hacia el Pacífico occidental.
En lugares como Indonesia y Australia las lluvias pueden ser más abundantes de lo habitual, mientras que en América del Norte suele provocar períodos muy secos, con inviernos muy fríos en el oeste y más templados en el sureste. En América del Sur predominan unas condiciones más secas y más frescas de lo normal en Ecuador y Perú. En el Caribe y en el noreste de Brasil las precipitaciones suelen ser cuantiosas. Además, la temporada de huracanes suele ser bastante activa durante la fase de La Niña.
¿Cuáles son los efectos de La Niña en España?
Existe la creencia de que con una fase de La Niña se puede esperar un tiempo seco y estable en la península durante los meses otoñales, excepto en la fachada mediterránea y noreste. Algunos climatólogos creen que aumenta la ocurrencia de danas, lo que daría lugar a inviernos más fríos de lo normal y ligeramente más húmedos. Otros asocian la fase negativa del ENOS a sequías en la vertiente mediterránea.
A día de hoy, no hay unanimidad sobre los efectos del ENOS en España, ya que su señal llega muy debilitada, especialmente a la vertiente mediterránea. Además, serían algo más perceptibles en otoño y primavera. Sí que parece observarse que en los años con fase de La Niña, las temperaturas son más moderadas que con El Niño. Sin embargo, este fenómeno climático se está viendo alterado y dopado por el calentamiento global, por lo que la incertidumbre todavía aumenta más.
En resumen, parece que al menos algo de influencia tiene, pero el ENOS estaría muy enmascarado con otros patrones o teleconexiones de la atmósfera y el océano como la AMO (Atlantic Multidecadal Oscillation) o la QBO (Quasi Bienial Oscillation), la NAO ( North Atlantic Oscillation) e incluso con el WEMO ( Western Mediterranean Oscillation), por lo que la cosa se complica si lo comparamos con otras zonas del planeta, añadiendo además que puede variar entre unas estaciones y otras.