El envase de los huevos

Mucho se ha hablado de los huevos a la plancha de un conocido supermercado. Nos ha hecho replantearnos si nos estamos volviendo más vagos, si es necesario este producto o si nos estamos cargando el planeta por este tipo de envases. Mercado vs Sostenibilidad ¿Quién gana? El asunto merece un análisis.

Huevos a la plancha
Los polémicos huevos a la plancha nos ha hecho reflexionar sobre cuál sería el mejor envasado.

Entre los mayores avances de la industria alimentaria, junto con la conservación de lo que comemos, está la accesibilidad a alimentos. Entre ellos, disfrutamos en nuestros lineales los de cuarta y quinta gama, estos son los alimentos que no requieren un cocinado posterior, únicamente con una correcta regeneración. No deberíamos confundirlos con las conservas tanto en bote como enlatadas que serían la segunda gama. La primera son alimentos sin procesar y la tercera los ultracongelados.

Y todos estos alimentos tienen un elemento común: el envasado.

¿Cuál es el mejor envase?

El que no es.

¿Cuál es el segundo mejor envase?

El que es imprescindible para garantizar la inocuidad del producto según sus características. Dicho esto, y teniendo en cuenta que en ocasiones tenemos que elegir la opción del segundo mejor envase, deberíamos buscar la sostenibilidad.

¿Qué es un envase sostenible?

Entre las muchas definiciones, podemos extraer que sería aquel envase que tiene el mínimo impacto ambiental, tanto en su fabricación como una vez terminada su función.

El siglo XX nos inculcó la filosofía de “usar y tirar” que es lo más alejado del significado de sostenible. En este siglo XXI tenemos una conciencia medioambiental en la que “reflexionar, reducir, reparar, reutilizar y, en última instancia, reciclar” se ponen cada vez más en práctica. Y esta idea debería poder llevarse también a los envasados.

We can do... better
Podemos y debemos hacerlo mejor.

El objetivo de un envase es la conservación y protección del alimento, pero no únicamente esto. En muchas ocasiones la decisión de compra puede venir dada por el tipo de envase, colores, formas, facilidad en el transporte… Así que hay muchos factores a tener en cuenta.

El envase sostenible debe ser un equilibrio que consiga esa reducción de impacto medioambiental junto con una reducción de costes manteniendo la satisfacción del consumidor. Con esto, podemos enfocar el envasado desde dos perspectivas.

La primera: dimensiones

El primer punto en que se debería trabajar (y es más sencillo de lo que parece) es en la reducción y simplificación de la materia prima de envasado. Utilizar la cantidad exacta de materia prima, ajustando las dimensiones al producto y con el mismo tipo de material. Esto último facilitará el reciclado posterior. Capas y capas de cartón y plástico son caras, casi siempre innecesarias, aumentan el impacto ambiental en su producción y son difíciles de reciclar.

Envase
Tanto las dimensiones como el tipo de material pueden mejorar la sostenibilidad del envase.

Y la segunda: materiales

Cada vez existe más investigación en nuevos materiales, que sean biodegradables, biocompostables y, en un segundo plano, de materiales reciclados o que sean reciclables son ya una realidad, pero hay que avanzar más.

Es necesario también tener en cuenta los costes medioambientales de la fabricación y de las posibilidades de reutilización. Si es un envasado de vidrio que cuesta mucho fabricar, pero se reutiliza hasta que se rompa y luego se recicla, compensará esa fabricación muy por encima de un plástico barato de fabricar, pero con un solo uso y que no se recicla.

Nuestro papel en la sostenibilidad

Las empresas deben ser responsables, invertir en sostenibilidad (y no sólo en los envases) y reflexionar sobre la necesidad y tipos de envasado de los productos que sacan al mercado. Pero el consumidor tiene también un papel importante aquí. No sirve de nada si desde nuestra parte no priorizamos los productos sin envasado (y sin etiquetas), si no elegimos envases que podamos reutilizar y no reciclamos lo que no puedan tener un nuevo uso.

supermercado
Que la conciencia crítica no se limite a lo nuevo, que nos haga reflexionar en lo que ya nos hemos acostumbrado a ver

Como siempre, es la conciencia colectiva, el poner nuestro granito de arena para mejorar. ¿Es necesario unos huevos a la plancha envasado? Pues tanto o tan poco como unas patatas fritas en bolsa, unas zanahorias envueltas en plástico que llegan del otro lado del mundo porque no es temporada (ECO, eso que no falte) o unas magdalenas en envases unitarios recogidas en una gran bolsa. Quizá nos hemos acostumbrado a ver viejos envasados y sólo nos sorprenden los nuevos. Que nada nos quite la capacidad crítica con los nuevos productos, pero tampoco con los que ya nos hemos acostumbrado a ver.