El canario climático de la mina
El impacto de la última ola de calor extremo en Canarias es un nuevo toque de atención de la magnitud que está alcanzando el calentamiento global.
Las temperaturas en las islas Canarias se van normalizando, tras una extraordinaria ola de calor muy extremo, que tras dejar récords termométricos absolutos, con máximas en el entorno de los 45 ºC, en algunas zonas del sur y este de la Península y varias noches tórridas, afectó de lleno al archipiélago, donde durante tres días caliginosos estuvieron activados avisos rojos de AEMET en varias de las islas.
Las temperaturas registradas en Canarias han sido estratosféricas. No sólo las máximas superaron con holgura en decenas de localidades canarias, sino que también destacaron unas mínimas elevadísimas, que algunos días y algunos sitios no bajaron de los 35 ºC.
Desde Meteored hemos ido informando de esta ola de calor, que no podemos analizar como un episodio aislado, sino en un contexto de calentamiento global en el que el calor extremo y los fenómenos meteorológicos de alto impacto están subiendo un nuevo escalón.
Escuchamos cada vez con más frecuencia hablar de los domos de calor o de que el clima terrestre está entrando en un territorio desconocido. No son simples exageraciones periodísticas. Estamos viviendo una etapa de transición en la que lo calificado hasta hace poco de extraordinario está empezando a dejar de serlo.
Canarias, un nuevo toque de atención
Lo ocurrido en Canarias viene como anillo al dedo para jugar un poco con las palabras e ilustrar la singularidad de lo acontecido allí como una nueva muestra de los derroteros por los está encaminándose el clima. Estos episodios de calor tan extremo, cada vez más recurrentes, podemos identificarlos con el famoso canario de la mina; expresión que solemos usar para indicar que algo no marcha bien.
A principios del siglo XX empezaron a utilizarse los canarios en las minas de carbón, ya que estas pequeñas aves eran capaces de detectar una fuga del peligroso monóxido de carbono, que es mortal en altas concentraciones. Los mineros bajaban a las galerías donde trabajaban con jaulas de canarios y si veían que el pajarito empezaba a tener convulsiones o caía redondo, esa era la señal de peligro. Ese gas letal u otros como el explosivo grisú se había empezando a liberar en alguna galería, y los mineros la abandonaban a la carrera, lo que evitó muchas muertes.
El calentamiento global seguirá imparable
En el contexto climático actual, disponemos de sistemas de avisos meteorológicos. Los de color rojo que se activaron en Canarias entre el viernes y el domingo pasados, cumplieron la función del canario de la mina. Avisar a la población de la ocurrencia de unas temperaturas tan altas como las que se produjeron, por un espacio tan prolongado de tiempo, salva vidas, que no le quepa la menor duda. Las medidas de prevención contribuyen a reducir las cifras de exceso de mortalidad asociado a las olas de calor.
Lo ocurrido en Canarias estos días se viene repitiendo en muchos otros lugares del hemisferio norte durante el presente verano y los anteriores, lo mismo que en los últimos veranos australes. Cada vez hay más canarios climáticos de la mina avisándonos de la naturaleza y la magnitud de los cambios que empiezan a acontecer.
El calentamiento global ha cogido carrerilla y en el corto plazo nada invita a pensar en un cambio de tendencia, sino todo lo contrario. En lo que resta de año, el actual evento de El Niño se irá intensificando, y también se sospecha que la erupción del Hunga Tonga, ocurrida en enero de 2022, podrá contribuir positivamente al aumento global de la temperatura, aunque no se sabe aún en qué cuantía.