El avión que chocó contra un pez
Más de una vez hemos podido leer en la prensa que un avión ha chocado contra un ave, provocando importantes desperfectos. Peor resultado se lleva siempre el pobre animal. Pero... ¿qué pasó con el avión que chocó contra un pez?
Aviación y animales, por triste que parezca, nunca se han llevado bien. El ser humano está ocupando un cielo que, hasta hace unas décadas, solo era propiedad de las aves. Los encuentros entre ambos no suelen ser agradables, dejando las aeronaves dañadas, y lo peor de todo, el animal muerto.
Para evitar estos sustos, en los aeropuertos existe un halconero, un trabajador cuya misión es, gracias a los halcones adiestrados, ahuyentar las aves que suelen rondar las pistas y alrededores donde circulan los aviones. ¿Pero qué ocurre cuando un avión se aleja de los aeropuertos y sigue volando a baja altura? Los impactos son inevitables.
Un impacto de película
El impacto más mediático seguramente de toda la historia fue el que llevó a aterrizar un avión en el río Hudson de Nueva York. Una bandada de gansos se cruzó en el camino de un Airbus A320 de U.S. Airways, dejando inutilizados todos sus motores. En aviación este tipo de accidentes se denominan ingesta en motor, demasiado descriptivo quizá por las consecuencias para el pájaro.
El pasado mes de octubre podíamos leer la noticia de un accidente curioso. En Melbourne (Australia) un Boeing 737 de la compañía Virgin chocó contra un águila que llevaba en sus garras un conejo. El avión tuvo que volver y aterrizar, cosa que hizo sin problemas. No pasó lo mismo con los pobres animales.
Cuando un pez se cruza en el camino
Sin duda el accidente más estrambótico tuvo lugar el año 2013 en Tampa, Florida (Estados Unidos). El piloto de un Gulfstream IV, para hacernos una idea, el típico jet privado que tienen los millonarios, chocó contra un pez. Se trataba de un sargo de 23 centímetros. Curiosamente la aeronave era de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica. Es decir, la NOAA.
Como casi todo en este mundo, hay una explicación. Los pilotos observaron un águila pescadora justo antes de despegar con algo entre sus garras. Pocos segundos después notaron un fuerte impacto y abortaron el despegue. En lugar de encontrarse el pájaro en la pista, lo que se encontraron fue el pobre pez que el águila había soltado, no sin antes chocar contra la aeronave para posteriormente caer en el asfalto.
Falta por saber si el pez caído del cielo venía ya muerto o bien fue el avión el responsable de su triste final. Lo que sí podemos decir es que no fue un pez especialmente afortunado. Redactaron así uno de los informes de accidentes de aviación más inverosímiles que se pueden leer.