El atentado medioambiental del Estado Islámico
El Estado Islámico la semana pasada fue derrotado en la ciudad de Mosul y el panorama tras el enfrentamiento es desolador. La tierra arde, como lava, a consecuencia de los incendios de los pozos de petróleo.
A principios de la semana pasada el Estado Islámico (ISIS) perdió Mosul, la segunda ciudad más importante de Irak. El primer ministro iraquí, Al-Abadi, dio por finalizada la batalla que ha sumido a esta ciudad y a todo su entorno en unas tóxicas tinieblas durante dos largos años.
Los combatientes del ISIS, con tal de mantener este bastión, han utilizado el petróleo como arma. El crudo, incendiado, servía para cortar el paso al ejército enemigo, fortificar las trincheras y quitar la visibilidad a los bombarderos. Mosul ha pasado semanas, e incluso meses, bajo una nube negra de la que se precipitaba un polvo negruzco que cubría todo: las personas, el ganado e incluso el agua.
“Los yihadistas incendiaron un yacimiento petrolífero para cegar los aviones enemigos e impregnaron la batalla de un aire apocalíptico”, testificó el pasado 21 de octubre el periodista Juan Diego Quesada, enviado especial de El País.
En noviembre 19 pozos petroleros fueron quemados y la ciudad se sumió en el caos. Poco después, Erik Solheim, Director Ejecutivo de ONU Medio Ambiente, compareció ante los medios. “Esto es, tristemente, sólo el último episodio de lo que ha sido la destrucción a gran escala del medio ambiente de Irak durante las últimas décadas”.
Solheim en esta declaración hizo un guiño a las maniobras despiadadas del ejército de Sadam Husein a principios de los noventa. En 1991 se estima que el mandatario iraquí ordenó quemar cerca de 700 pozos petrolíferos. La envergadura de aquellos incendios fue tal, que se llegó a temer la llegada de un invierno nuclear.
Ese año visitó la ciudad de Valencia, por cortesía del antiguo Instituto Nacional de Meteorología (INM), el por aquel entonces presidente de la Organización Meteorológica Mundial, el chino Zou Jingmeng. Éste declaró, entre los coloquios sobre la gota fría, que existían indicios de que la emisión había cambiado el clima y los fenómenos severos, hasta tal punto que atribuyó un evento de lluvias torrenciales de su país natal a la quema de petróleo de Irak. “Lo que es seguro es que estos incendios han incrementado la emisión de gases que aumentan la temperatura de la atmósfera", afirmó Jingmeng. Afortunadamente, los escenarios que proyectaban un grave impacto en el clima global no se cumplieron.
La semana pasada Erik Solheim visitó Irak para inspeccionar el daño ambiental causado por los pozos petroleros incendiados. “(Los combatientes de ISIS) No sólo mataron a muchísima gente y causaron grandes estragos en los vecinos de Irak, de Siria y al mundo, sino que también destruyeron el medio ambiente”, ha afirmado en un vídeo publicado en la web de la ONU.
A los expertos de la ONU les preocupa mucho a largo plazo la incidencia de los gases nocivos, el hollín y las aguas en la población. Todo esto, probablemente, afectará a los iraquíes durante décadas.
A finales del pasado año Salah al-Joubri, alcalde de la ciudad de Al-Qayyara, que está a unos 60 kilómetros de Mosul, aireó que cada día los hospitales trataban a decenas de pacientes aquejados de problemas respiratorios. “Todo es negro. La ropa de la gente es de color negro. Sus casas son de color negro. Incluso el ganado es negro”, afirmó.
Los bomberos están haciendo esfuerzos titánicos para sofocar las llamas y muchos de ellos carecen de máscaras de gas, se tapan con pañuelos para no inhalar libremente el humo. Según Solheim, la tierra aún está humeante y se deshace, como lava, por el calor que emanan los recipientes de petróleo inflamados.