El agua del grifo sabe mal, ¿es mejor comprar agua embotellada?
Quizá elijas una u otra opción por el sabor, la calidad que se presupone o el desembolso que conlleva comprarla continuamente embotellada. Veamos qué peculiaridades tiene cada tipo de agua.
Abres el agua del grifo y sabe mal… Pero tranquilidad, salvo que se haya informado de que esa agua no es potable, no tendrá mayor problema que el sabor. Que no es poco, ya lo sé.
El agua que llega a través de las redes de distribución es potable, es segura y ha pasado más de 100 controles antes de llegar al grifo. Se trata de un agua limpia, sin turbidez, con un sabor más o menos neutro. Se trata de un agua tratada a la que se le han hecho procesos de ozono, cloración, etc.
Sí, hay sitios donde el agua sabe mal
Pero eso no es un indicador de falta de calidad sino de la concentración de minerales, en concreto ventas de magnesio y calcio. Esto depende del suelo, entre otras cosas, si es calcáreo tendrá más cal que uno que no lo es. Eso pasa en las regiones mediterráneas. En la zona centro noroeste hay agua más blanda. En las islas tienen más sales. Pero todas son seguras.
¿Qué hay de cierto en la relación entre cálculos renales y este tipo de agua?
No hay ninguna evidencia de eso. Depende más de otros factores como la predisposición, la dieta… los que sí sufren son los electrodomésticos, que se pueden estropear más. Al menos no nos hagamos trampas al solitario cuando le quitamos el calcio y el magnesio al agua y luego compramos pastillas para suplementar.
Entiendo de sobra que un agua que no sabe cómo quieres es terrible, pero no confundamos eso con que el agua sea segura. Que lo es. Si vamos a usarla embotellada, reciclemos, por favor, sólo se recuperará un 25% de los envases.
¿Y el agua embotellada?
Podemos empezar a decir que lo de beber dos litros de agua al día es una trola como una catedral. El libro del que se sacaron las empresas embotelladoras lo de los dos litros de agua, allá por 1974, decía que debíamos estar hidratados con el equivalente a dos litros, no decía nada de beberlos de agua, eso se puede conseguir con frutas, caldos, leche, té o café… no es necesario controlar los dos litros de agua al día sufriendo porque no llegas.
Sí que hay que tener cuidado con los mayores y pequeños porque aumenta el umbral sube y pueden estar deshidratados sin saberlo, pero en general, no hay problema.
Su origen
Llega por una necesidad lógica, cuando no hay redes de abastecimiento de agua, no hay plantas potabilizadoras, no existe la cloración y ha habido momentos en los que beber cualquier otra cosa era más seguro que beber agua. Así que el agua que salía bien de los manantiales, la llamada “minero medicinal”, se vendía en farmacias recomendadas por médicos.
Sí, el agua mineral se tomaba como tratamientos para personas
El agua normal era una gran transmisora de enfermedades como el cólera o la fiebre tifoidea. La primera vez que el agua mineral se envasó para su venta fue en el siglo XVI en Spa (Bélgica). Se usaron unas jarras de gres con tapones de cera lacrada para garantizar el origen. A partir de ahí toda Europa lo hizo también, no quedó otro que regularlo.
Esta agua se embotellaba en balnearios, que es donde había manantiales. Las plantas embotelladoras estuvieron ligadas a los balnearios casi hasta los años sesenta. Cuando estos perdieron clientes, se desligaron y, al automatizar procesos, se dedicaron a la explotación comercial de aguas, pero ya de mesa, claro, no como tratamiento. Veamos los tipos de agua.
Tipos de agua
Seguro que alguno de ellos lo habrás leído mil veces en el supermercado pero quizá no sepas cuáles son las diferencias, realmente, y qué tipo te conviene.
Agua mineral natural
Se lleva el 96% del mercado. Se obtienen de manantiales que llegan a la superficie por perforaciones de distinta profundidad. Se diferencia por su composición mineral constante y en que el sabor es siempre el mismo. No se autorizan tratamientos a excepción de aquellos en que se eliminan algunos componentes naturales como puede ser el hierro o manganeso.
Entre ellas, tendríamos a las de mineralización débil, esto significa que tiene poco residuo seco, hasta 500 mg por litro (las de muy débil es 50 mg/l, por eso se recomiendan para elaborar los preparados para bebés). Si tuviera mucho calcio, sería un agua dura y lo percibimos en boca con una sensación de astringencia. Sí, por eso las diferentes marcas tienen diferentes sabores.
Agua de manantial
La segunda categoría serán las de agua de manantial con menor riqueza mineral. Puede sufrir algún tratamiento físico para separación de materiales no deseables y no tiene por qué tener una composición mineral constante así que puede haber diferencias de sabor. Por eso casi no hay en el mercado.
Aguas tratadas
Pueden tener cualquier procedencia y se someten a tratamientos autorizados como descalcificar.
Aguas aromatizadas
Entra dentro de la categoría “bebidas refrescantes”. Se han puesto muy de moda. Lo único que habría que vigilar es si llevan azúcar y, por supuesto, tampoco nos dejemos engañar por esos reclamos antiox y esas gaitas que sólo con el título dan a entender que tienen alguna función en nuestro cuerpo.
Si miramos la etiqueta veremos que tiene un 92% de agua y 8% de otras cosas, es evidente que podemos conseguir más nutrientes y mejor precio de alimentos normales.
Siempre bajo tu elección con conocimiento, elige lo que quieras. Eso sí, ten en cuenta que el precio de las botellas anteriores sería de media unos 60 céntimos por litro. En el caso del agua del grifo hablamos de 0,0015 céntimos por litro. No sólo es por economía, es medio ambiente. Las empresas de agua embotellada venden botellas, no agua.