El 30% de las centrales nucleares en España mostraron un inusual comportamiento, ¿debemos preocuparnos?
Nuestro país aún debe convivir algo más de una década con la energía nuclear. El envejecimiento de las centrales hace que las incidencias que se producen en ellas aumenten cada año. ¿Cuáles con los reactores que más fallan?
En España hay siete reactores nucleares activos situados en cinco emplazamientos distintos. Está previsto que el apagón nuclear pactado entre el Gobierno y las multinacionales eléctricas se produzca entre 2027 y el 2035.
Así que, durante los próximos once años aún conviviremos con el riesgo que suponen unas instalaciones que superan los 40 años de vida. Un envejecimiento que ha provocado su deterioro y que ha quedado de manifiesto en el último informe del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) sobre sucesos en centrales nucleares españolas entre los años 2019 y 2023.
El documento ha revelado datos preocupantes sobre los fallos de funcionamiento y errores de mantenimiento en este tipo de instalaciones. En un lapso de cinco años, las centrales nucleares notificaron 164 incidencias, o lo que es lo mismo, una cada 11 días.
¿Cuáles son las centrales nucleares españolas que más fallos reportan?
La central con más incidencias, 33, es Ascó II, ubicada en la población del mismo nombre y situada en la Ribera d'Ebre, en la provincia catalana de Tarragona. Le siguen su vecina Ascó I (30), Cofrentes (28), en la provincia de Valencia, y Vandellós II (26), en el término municipal de Vandellós y Hospitalet del Infante, también en Tarragona.
Precisamente, justo a esta última central se encontraba la de Vandellós I, clausurada en 1989 tras sufrir un fallo mecánico en una turbina que provocó un incendio que afectó al sistema de refrigeración del reactor y al ordenador de control. Actualmente se encuentra en proceso de desmantelamiento.
De las 164 incidencias, la mayoría se calificaron como INES-0 (sin significación para la seguridad). Sin embargo, diez de ellas se consideraron de mayor gravedad y se calificaron de nivel INES-1 (anomalía), destacando Vandellós II con cuatro y Trillo, en la provincia manchega de Guadalajara, a sólo 97 kilómetros de Madrid, con tres.
Para entender las dimensiones de esta calificación, basta tomar como referencia el incendio de Vandellós I, el accidente nuclear más grave ocurrido en nuestro país hasta el momento, que se consideró INES-3 (incidente importante). La escala alcanza hasta el nivel 7, considerado accidente grave.
Centrales paradas durante días por incidencias
En el último lustro, tal y como ha denunciado la organización Ecologistas en Acción y figura en el informe, 37 sucesos impidieron la producción eléctrica del reactor durante periodos que llegaron a durar días.
La central nuclear que, con diferencia, más veces ha tenido que interrumpir su actividad de modo obligado es Ascó I. Junto a Vandellós II, también es la instalación que presenta más problemas en el sistema de refrigeración de componentes nucleares, algo esencial para la seguridad.
La central con más incidencias relacionadas con fallos a la conexión a la red eléctrica general es Vandellós II. Los motivos son problemas en el parque eléctrico o inestabilidad de la red exterior por oscilaciones o tormentas.
También son muy frecuentes los percances relacionados con el equipamiento de sensores en Ascó I y II y Cofrentes, es decir, con la instrumentación para controlar el funcionamiento de la central, problemas con válvulas de los sistemas auxiliares de refrigeración del reactor o de sistemas de expulsión de gases.
Además, existe un alto número de incumplimientos de las Especificaciones Técnicas de Funcionamiento (ETF), que son los documentos que establecen las pruebas y restricciones de funcionamiento para evitar que las centrales puedan seguir activas si los sistemas de seguridad no están funcionando plenamente.
¿Qué ocurre con los residuos nucleares?
De momento, los residuos de alta actividad radiactiva se acumulan en el entorno de las centrales nucleares en Almacenes Temporales Individualizados (ATI). Los de baja y media actividad lo hacen en las estribaciones de la Sierra Albarrana, en el término municipal de El Cabril, Córdoba.
Se trata de un problema medioambiental de primer orden, pero también económico. El coste de la gestión de los residuos nucleares en España asciende a 500 millones de euros cada año.
Por si fuera poco, el envío a Francia hace 25 años de los residuos radiactivos procedentes de Vandellós I tras el accidente, supone que la sociedad pública Enresa, encargada de la gestión de los residuos nucleares españoles, haya pagado ya al país vecino 200 millones de euros en penalizaciones por no haber repatriado aún la basura nuclear. La multa está en estos momentos en 85.195 euros diarios.