Dos desiertos inundados declarados Patrimonio de la Humanidad: paisajes extraordinarios que parecen de otro mundo
Si creías que un desierto no puede tener agua, estás muy equivocado: estos dos sí tienen, y mucha, una particularidad que les ha valido ser declarados Patrimonio de la Humanidad. Descubre dónde están.
Hablar de un desierto es hablar de interminables extensiones de arena, de temperaturas extremas y, sobre todo, de aridez. Sin embargo, te sorprenderá saber que existen dos desiertos únicos donde la presencia del agua es tan impresionante como inesperada.
Dos parques únicos en el mundo declarados Patrimonio de la Humanidad
Nos referimos a dos desiertos completamente únicos, uno de ellos ubicado en Brasil y otro en China, que por su belleza y singularidad han sido reconocidos como Patrimonio de la Humanidad.
El Parque Nacional de los Lençóis Maranhenses, un mar de dunas y lagunas
Ubicado en el noreste de Brasil, en el estado de Maranhão, el Parque Nacional de los Lençóis Maranhenses es un desierto como ningún otro en el mundo. Este parque abarca aproximadamente 1500 kilómetros cuadrados de dunas blancas que se extienden hasta donde alcanza la vista. Pero lo realmente sorprendente es la presencia de agua en este entorno aparentemente árido.
Y es que durante la temporada de lluvias, que transcurre entre enero y junio, las precipitaciones llenan los valles entre las dunas y forman miles de lagunas de agua dulce de color turquesa. Esta especie de embalses, que pueden tener hasta tres metros de profundidad, se convierten en oasis temporales hasta que en temporada seca el agua se evapora.
A pesar de las condiciones desérticas, estas lagunas albergan una sorprendente variedad de vida acuática, incluyendo peces y crustáceos que han adaptado su ciclo de vida a la estacionalidad del agua. Además, diferentes aves migratorias utilizan estas lagunas como puntos de descanso, lo que convierte a este parque en un importante refugio para la biodiversidad.
Badain Jaran, el desierto de las dunas gigantes y los lagos secretos
El desierto de Badain Jaran, ubicado en la región de Mongolia Interior en China, es otro lugar donde el agua desafía las expectativas del paisaje desértico. Este desierto es conocido por sus enormes dunas, algunas de las cuales alcanzan los 500 metros de altura, lo que las convierte en las más altas del mundo.
A diferencia de los Lençóis Maranhenses, donde las lagunas son temporales, los lagos de Badain Jaran son permanentes y se mantienen a lo largo del año. Estos lagos se alimentan de agua subterránea que emerge en la superficie, creando cuerpos de agua que varían en tamaño y en composición química. Algunos son de agua dulce y otros salinos, ofreciendo un contraste adicional al ya impresionante paisaje.
El origen de estos lagos ha sido objeto de estudio durante años, y aunque se ha determinado que la filtración del agua subterránea es la principal fuente, el misterio de cómo se mantiene este ciclo hídrico en un entorno tan seco sigue fascinando a los científicos.
Y al igual que sucede con el desierto brasileño, la vida en Badain Jaran se ha adaptado a las condiciones extremas, con especies de peces y plantas que solo se encuentran en estos lagos desérticos. Sin embargo, conservar estos sitios no es tarea fácil, ya que el cambio climático, que altera las lluvias y las fuentes de agua subterránea, amenaza la delicada dinámica de estos desiertos inundados.