Días más cortos, el otoño ya asoma
Todos tenemos la sensación de que las vacaciones se acaban, y no solo por el calendario. Los días se están acortando. ¿Cómo es posible que se note tanto cuando se acerca septiembre?
Un año más el verano va llegando a su fin. Los más jóvenes no lo notarán, pero los que vamos teniendo cierta edad notamos que los veranos pasan cada vez más rápido. Ojalá pudiésemos volver a la infancia y revivir esos periodos estivales sin responsabilidades y con ese bañador que no nos quitábamos ni para ir a dormir.
Hoy vamos a tocar un tema que suele poner triste a la mayoría: la pérdida de horas de luz. Como en esta época casi siempre estamos al aire libre y podemos disfrutar del paisaje, es más fácil comprobar que el sol cada día sale un poco más tarde, y a la vez, se pone antes. Es el anuncio indudable de que el otoño se acerca.
Por qué se notará tanto a partir de ahora
Desde el inicio del verano, que el día es largo, hasta el más corto, en diciembre, el día no se acorta de forma constante. Durante las primeras jornadas de verano perdemos unos pocos segundos cada día. A medida que pasan las semanas, los segundos se convierten en minutos. Sería lo mismo que un coche acelerando desde un semáforo que se pone verde a otro que está en rojo. Cuando se va acercando diciembre, la pérdida vuelve a reducirse día tras día hasta que deja de hacerlo.
Entre un punto y el otro, es decir, entre el inicio del verano y el inicio del invierno, hay un momento en el que ese coche adquiere la máxima velocidad. Ese punto corresponde al inicio del otoño, a finales de septiembre. Las semanas cercanas a esa fecha es cuando más minutos se pierde día tras día y momento al que nos estamos acercando.
Si representamos cuánto se alarga y se acorta el día a lo largo de todo el año, obtendremos una función seno o coseno. En los extremos superiores e inferiores de la gráfica apenas cambia la duración del día (inicio de verano e invierno), en los puntos intermedios de cada “ola”, es cuando más cambia (inicio de otoño y primavera).
Cuánto estamos perdiendo estos días
Vamos a tomar de ejemplo la ciudad de Toledo, por no coger siempre las mismas ciudades o la capital. Hoy el sol ha salido a las 7:03, ayer salió a las 7:02; hoy el sol se pondrá a las 21:08, ayer lo hizo a las 21:09. Así que en solo un día se han perdido dos minutos de luz.
En realidad, es un poco más de dos minutos, pero redondeando queda así. Algún día el redondeo nos dará una pérdida de dos minutos por la tarde y uno por la mañana. Parece poco, pero si sumamos entre dos y tres minutos cada día, al cabo de una semana perdemos casi veinte minutos.
Posiblemente al leer estas líneas nos pongamos tristes. No es porque se acabe el verano, que tiene un pequeña parte de culpa, sino porque la pérdida de horas de luz afecta al estado de ánimo. Si es gradual, poco a poco podemos adaptarnos. Se nota muchísimo con el cambio de hora a finales de octubre. De repente, el día se acaba una hora antes. Ojo, esto no quiere decir que nos quedemos con una hora menos, porque también amanece de repente una hora antes.
Qué se considera orto y ocaso
Se considera que el día empieza, de acuerdo a la definición del Instituto Geográfico Nacional, justo en el momento en el que aparece el borde superior del Sol en un horizonte hipotético en el que no se tiene en cuenta la presencia de obstáculos como casas, árboles, montañas o nubes, entre otros. Así, puede que en algunas zonas, si hay una montaña hacia el este, el Sol salga un poco más tarde que la hora oficial del orto.
De la misma manera, el día acaba con la puesta u ocaso, momento en el que desaparece el borde superior del Sol en el mismo horizonte hipotético.