Día Mundial del Reciclaje: recordando la regla de las tres erres
Hoy se celebra el Día Mundial del Reciclaje, y por ello os recordamos la famosa regla de las tres erres y el uso de cada contenedor para evitar la cultura del "usar y tirar". ¡Entre todos podemos salvar nuestro planeta!
Muchos de nosotros aún recordamos cuando existía la opción de extraer la batería del móvil para reiniciarlo o, simplemente, para cambiarla por otra si se agotaba o se estropeaba. Pero la sociedad de consumo, instigada nuevamente por los fabricantes, aceptó la nueva realidad de los móviles compactos, con la batería incrustada, de forma que solo los servicios técnicos puedan acceder a ella. La consecuencia es que si la batería falla, algo muy frecuente con el paso del tiempo, haya que cambiar todo el aparato, ya que su reparación tiene un coste muy elevado, y nosotros entramos en el juego consumista: “para qué gastarme casi lo mismo si puedo tener uno nuevo”.
Para concienciarnos en la idea de no tirar los objetos viejos o usados, la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) proclamó, en 2005, al 17 de mayo como el Día Mundial del Reciclaje. La intención es enseñarnos a dar una segunda vida a las cosas y a tener una gestión sostenible de los residuos.
¿Por qué es importante esta celebración?
Estamos muy acostumbrados al “usar y tirar”. Es un pensamiento que está muchas veces en nuestras cabezas. Y no nos damos cuenta la cantidad de residuos que se producen en la fabricación de un producto nuevo.
La UNESCO quiere promover una mayor responsabilidad, tanto desde el ciudadano consumidor, como de las empresas que realizan las extracciones de la materia prima y las encargadas de todo el ciclo productivo hasta su transformación en un bien de consumo.
Siguiendo con el ejemplo del Parlamento Europeo, se está intentando que en el año 2024 las baterías de nuestros móviles y de los transporte ligeros, como los patinetes y bicicletas eléctricas, puedan ser accesibles a los propios consumidores para realizar por nosotros mismos su cambio. Se pretende recuperar elementos tan contaminantes como el cobalto, el plomo, el litio y el níquel, para poder ser reutilizados en nuevas baterías. Hasta aquí estaría la parte de concienciación de los consumidores.
Pero esta medida no ha sido bien recibida por todos. ¿Qué sucede con las empresas encargadas del ciclo productivo? Pues que rápidamente se han puesto en contra de esta ambiciosa normativa inspirada en la protección medioambiental y la economía circular. Se basan en que los usuarios queremos móviles más delgados, más ligeros y que su diseño sea diferenciador de la marca. Flaco favor nos haremos si aceptamos estas excusas que van contra nuestra propia casa, la Tierra.
La regla de las 3R
Para fabricar un nuevo bien de consumo se originan ingentes cantidades de residuos, por lo que debería ser un máxima para todos nosotros el alargar la vida útil de los productos, ya que a la hora de tomar la decisión de su sustitución hay que tener en cuenta, no solo el coste económico reparación/compra, sino también la cantidad de residuos que nos ahorraríamos con solo el arreglo.
Lo que se pretende es reducir el volumen de los residuos y minimizar nuestra huella de carbono. Así que debemos combinar nuestras fuerzas para poder avanzar, porque nuestra sociedad necesita la colaboración de todos. Lo que se pretende queda resumido en la regla de las 3R: Reducir, Reutilizar y Reciclar.
Por ejemplo, para reducir residuos, al realizar las compras diarias adquirir productos a granel, que tengan el mínimo envasado posible y utilizar bolsas de tela y no de plástico para llevar lo comprado a casa. En el caso de reutilizar, tenemos que intentar dar una nueva vida a las cosas que pensemos no nos sirven, las botellas, bolsas y cajas de cartón pueden tener otros usos.
Finalmente, hay que pensar en reciclar, ya que la mayoría de los materiales que utilizamos pueden servir para otras cosas. El papel nos ayuda a salvar árboles, que a su vez mantendrán el aire más limpio, ayudarán a conservar los suelos contra la erosión y mitigarán la huella de carbono.
¿Sabemos reciclar?
Todos nosotros podemos ayudar empezando desde nuestra propia casa. Desde hace unos años, en muchas de nuestras ciudades han aparecido nuevos contenedores de distintos colores para depositar residuos, pero... ¿sabemos bien para que sirven? A continuación, os recordamos unas sencillas normas que os ayudarán a mejorar el reciclaje y, por tanto, a conservar nuestro planeta.
Contenedor azul
Para el papel y el cartón, lo que mejorará la conservación de nuestros bosques. Por favor, no tiremos aquí las bolsas de plástico en las que bajamos lo que queremos reciclar.
Contenedor amarillo
Es el que utilizaremos con todos los envases a los que no hayamos dado una segunda oportunidad, como las botellas y las bolsas de plástico, las latas y los briks. Intenta, con cuidado, aplastarlos, así disminuirá su volumen y podremos reciclar más en menos espacio.
Contenedor verde claro
Es el destinado al vidrio (botellas y frascos, como los de perfumes o colonias) y tarros de alimentos. En todos los casos deberemos quitar antes las tapas. Y, por favor, no confundir vidrio con cristal (bombillas, espejos, vasos, etc.), que aquí no irían.
Contenedor marrón o verde oscuro
Aquí irían el resto de residuos, como la materia orgánica, en las que incluiremos las servilletas y el papel de cocina de uso diario. Todo esto se utilizará para hacer compost, que se utilizará como fertilizante y como generador de energía.
Los nuevos contenedores grises
En algunas regiones se empieza a ver el contenedor gris, que sería el adecuado para tirar todos aquellos residuos que no se depositan en ninguno de los otros contenedores, serían los “restos” que habitualmente se deberían llevar a un punto limpio. Ejemplos de lo que podríamos tirar aquí serían juguetes, biberones, utensilios de cocina, cerámica, colillas, etc.
Ahora ya solo nos queda nuestro esfuerzo para intentar salvar nuestro planeta, ¡reciclemos, entre todos podemos!