Los detectives del clima
Un nutrido grupo de detectives se dedican a rastrear el planeta para hallar las claves del clima del pasado. Se cuentan por millares y se conocen, comúnmente, como científicos. Un buen puñado de ellos se reunieron la semana pasada en Zaragoza con el objetivo de hilvanar sus investigaciones. Sólo así lograrán comprender el futuro del mundo.
Conocer cómo se comportó el clima en épocas remotas de la historia es una labor detectivesca a la que se dedican una legión de científicos en todo el mundo. Casi un millar de ellos se reunieron entre el 10 y 13 de mayo en Zaragoza, con ocasión del Congreso Internacional sobre Cambios Climáticos y Ambientales del pasado PAGES 2017, que bajo el lema “Retos globales del nuestro futuro común: una perspectiva paleocientífica”, organizó el Instituto Pirenaico de Ecología, perteneciente al CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas).
Estos congresos tan multitudinarios se celebran cada cuatro años y en ellos los paleoclimatólogos dan a conocer sus trabajos y se ponen al día de la labor que llevan a cabo sus colegas. Este intercambio de información científica es necesario para que la ciencia del clima siga avanzando y conozcamos cada vez mejor cómo se comporta el sistema climático, algo más necesario que nunca en el escenario de calentamiento global actual, y con unas proyecciones de clima futuro que no invitan precisamente al optimismo.
Los centenares de trabajos presentados en el Congreso han puesto de manifiesto la importancia que tiene conocer el comportamiento que tuvo el clima del pasado, cuando la influencia antrópica en el sistema climático era testimonial, por lo que todo lo que se sabe que ocurrió sólo puede achacarse a causas naturales. Echando la vista atrás se puede llegar a entender cómo reaccionó el sistema climático ante un determinado forzamiento (natural), y eso es justamente lo que hacen todos esos detectives del clima, empleando para ello las herramientas matemáticas adecuadas y buscando datos hasta de debajo de las piedras.
Con anterioridad al siglo XIX, no se dispone de registros meteorológicos instrumentales suficientes (ninguno antes del siglo XVII) que permitan caracterizar bien el clima, por lo que hay que recurrir a lo que se conoce como datos proxy. En ellos basan sus trabajos los paleoclimatólogos y existen multitud, de muy diferente naturaleza. Se analizan sedimentos marinos, pólenes, isótopos de aire primitivo atrapado en hielo fósil de la Antártida o Groenlandia, anillos de crecimiento de los árboles, corales, espeleotemas (depósitos de materiales en cuevas y simas), cuadernos de bitácoras de antiguos navíos, Libros de actas capitulares, archivos de iglesias y un largo etcétera. A partir de este tipo de datos, los especialistas en paleoclimas tienen que llevar a cabo esa labor detectivesca para lograr extraer información climática de interés, construyendo reconstrucciones paleoclimáticas que pueden ser comparadas con la evolución actual del clima y con la que pronostican los modelos para finales de siglo.
De este apasionante campo de estudio se habló y mucho durante el Congreso Internacional PAGES 2017, celebrado en Zaragoza, cuyo principal objetivo fue el de mejorar el conocimiento del sistema Tierra y las interacciones entre tres actores esenciales: el clima, el medio ambiente y los seres humanos. No se puede entender el cambio climático sólo como una cuestión de índole atmosférica. La capa gaseosa que rodea nuestro planeta está a su vez acoplada con el océano, con las grandes masas de hielo (criosfera), con la parte sólida de la superficie terrestre (litosfera) y con la biosfera, de la que formamos parte. Cualquiera de esos componentes actúa sobre todos los demás, si bien cada uno evoluciona en escalas temporales diferentes, lo que dificulta el estudio integral del clima como un todo. A pesar de las dificultades, cada vez conocemos más cosas del sistema climático y de cómo evolucionó en el pasado.
Uno de los platos fuertes del Congreso fue la participación del paleontólogo Juan Luis Arsuaga –codirector de las excavaciones de Atapuerca, en Burgos, que en una de las sesiones plenarias impartió una ponencia titulada “La evolución humana y el clima”. Arsuaga incidió en la idea de que el cambio climático condicionará el futuro de la humanidad y previsiblemente provocará cambios en las sociedades humanas. Así ha ocurrido a lo largo de la historia con algunos cambios climáticos, pero ahora el problema se incrementa debido a la gran cantidad de población que vive en zonas particularmente vulnerables a los impactos del clima. La falta de recursos hídricos podría ser uno de los detonantes de grandes movimientos migratorios y de previsibles conflictos.
Preguntado por la manera en la que el clima hacondicionado a la especie humana, Arsuaga precisó que el calentamiento globalno va a provocar en nosotros mutaciones, pero sí que podrá dar lugar a esosgrandes desplazamientos de población, de consecuencias imprevisibles. De formamuy gráfica, el famoso paleontólogo afirmó, que no habrá muro de Trump quefrene a tanta gente como la que podrá verse obligada a emigrar a otrasregiones, forzadas por el cambio climático.
Los detectives del clima tienen todavía muchotrabajo de campo por hacer para caracterizar la variabilidad climática delpasado. Son muchas las fuentes de datos aún por explorar. Son también muchaslas cosas que desconocemos del complejo engranaje del sistema climático. Lascontribuciones de los paleontólogos resultan fundamentales para la modelizacióndel clima terrestre. Para reducir las incertidumbres que todavía existen sobrecómo evolucionará el clima en las próximas décadas y siglos. Una sola cosaparece segura, que si seguimos emitiendo sin control gases de efectoinvernadero a la atmosfera, el calentamiento global seguirá en marcha y se reforzará.