Las claves de las peores inundaciones en Alemania y Bélgica en décadas
Las precipitaciones registradas desde el pasado martes han llevado a los ríos a crecer por encima de los caudales registrados a lo largo del último siglo en algunos puntos. La situación meteorológica que ha originado esta situación es bien conocida, aunque su intensidad ha sido inesperada.
El oeste de Alemania, buena parte de Bélgica e incluso el entorno de los ríos que discurren por los Países Bajos, se encuentran aún en alerta por crecidas e inundaciones. En las últimas horas las avenidas de agua y lodo han alcanzado tal magnitud que han provocado la muerte de decenas de personas y daños materiales muy graves entre los que se encuentra incluso el desplome de viviendas y edificios. Algunos cauces han alcanzado caudales desconocidos desde que se tienen registros y han anegado zonas donde el periodo de retorno estimado para este tipo de eventos es de siglos.
Los daños materiales son tan graves que incluso hay localidades, aldeas y barrios enteros incomunicados y sin electricidad, de ahí que la cifra de desaparecidos a primeras horas de este viernes supere los 1000, ya que hasta que no se pueda acceder a esas zonas, no se conocerá con seguridad la magnitud del desastre. Hay que tener en cuenta que las precipitaciones acumuladas han superado los 250 litros por metro cuadrado en las zonas más afectadas, algo muy raro en esta región. Además hay áreas bastante extensas, tanto al oeste como en el sur de Alemania, donde se han superado holgadamente los 100 litros por metro cuadrado.
Una DANA estacionaria en el centro de Europa
Aunque el alcance del desastre es prácticamente desconocido en la región, la situación sinóptica que ha dado lugar a este episodio no lo es tanto: la ondulada circulación de latitudes medias que tenemos este verano en el hemisferio norte, ha permitido el aislamiento de una depresión aislada en niveles altos (DANA) que ha quedado bloqueada entre dos dorsales; una situada en el este de Europa y la que tenemos ahora mismo sobre la Península Ibérica, que será responsable del episodio de calor que habrá estos próximos días.
Esta DANA ha quedado prácticamente estacionaria entre el martes y el jueves en el centro de Europa, permitiendo condiciones favorables para la convección no sólo en su flanco oriental como suele ser habitual en este tipo de sistemas, sino prácticamente a lo largo de todo su perímetro y especialmente en la zona occidental, al existir un entorno rico en humedad y con convergencias de brisas favorecidas por la orografía. Sin embargo, analizando la situación a una escala menor, nos encontramos con otras estructuras también conocidas y con un historial peligroso en lo que a inundaciones se refiere.
Trenes convectivos y SCMs
Las estructuras convectivas formadas sobre Bélgica así como el oeste y sur de Alemania se organizaron lo suficiente como para desarrollar sistemas convectivos de mesoescala (SCM) que se mantuvieron activos durante varias horas afectando a las mismas zonas. Destacaban bastante los que se desarrollaron en la frontera con Bélgica y Países Bajos, donde se apreciaban estructuras similares a lo que se conoce como "trenes convectivos".
Estas estructuras desde el punto de vista de un observador, aparentan ser una tormenta inmóvil que se mantiene activa con intensidad sobre un mismo punto. En realidad se trata de un grupo de tormentas que se regeneran una detrás de otra sobre el mismo punto, de tal forma que cuando la primera se empieza a desplazar, una segunda célula se desarrolla detrás y ocupa su lugar sustituyéndola. Esto puede permitir que las precipitaciones se mantengan con intensidad torrencial durante horas.
Este tipo de estructuras requieren normalmente de un entorno muy rico de humedad a parte del resto de ingredientes que permiten la convección organizada. Esto hace que en Europa sean típicos de ver en zonas expuestas a masas de aire de origen marítimo subtropical, o en regiones próximas al Mediterráneo. Al no ser el caso, la intensidad del evento ha sorprendido mucho a la comunidad científica.
No sólo su intensidad ha sido llamativa, puesto que los valores de precipitación entre 200 y 300 litros por metro cuadrado hasta cierto punto son esperables en estos escenarios, sino también su gran extensión, la cual ha jugado un papel fundamental a la hora de aumentar el caudal de los ríos hasta valores excepcionales.