Del abedul al olivo, estos son los árboles que nos dan más alergia en primavera

Con la llegada de la primavera, muchos árboles liberan polen en grandes cantidades. Del abedul al olivo, sus partículas pueden afectar a quienes sufren alergias respiratorias estacionales

Árboles alergia
Llegada la época primaveral, los niveles de polen en el ambiente aumentan y las alergias se disparan

Con la llegada de la primavera, los días se alargan, las temperaturas suben y la naturaleza despierta. Sin embargo, no todo son buenas noticias, ya que para muchas personas, esta estación supone el inicio de una batalla contra la alergia estacional, provocada en gran parte por el polen de los árboles.

Abedules, olivos, plátanos de sombra, cipreses y encinas son algunos de los principales culpables de los molestos síntomas que afectan a millones de personas cada año.

El polen: un enemigo invisible

El polen es una sustancia microscópica que las plantas liberan al ambiente con el fin de reproducirse. Cuando estas partículas polínicas entran en contacto con las mucosas de personas alérgicas, su sistema inmunológico reacciona de manera desproporcionada, produciendo síntomas comunes como estornudos, picor de ojos, congestión nasal o dificultad para respirar. Esta reacción, conocida como rinitis alérgica, puede llegar a interferir seriamente en la calidad de vida.

Cada especie vegetal tiene su propio calendario de polinización. En el caso de los árboles, muchos comienzan a liberar polen a finales del invierno y continúan hasta bien entrada la primavera.

Los niveles de contaminación en el aire dependen de varios factores como pueden ser el clima, la temperatura, el viento o la lluvia. En años con inviernos suaves y primaveras secas se suelen registrar de manera general mayores concentraciones de polen en la atmósfera.

Los árboles más problemáticos

En las zonas del norte de la Península Ibérica, el abedul es uno de los árboles que más alergias puede llegar a provocar. Su polen es especialmente alergénico y se dispersa fácilmente por el aire.

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Betula, o abedul según su nombre vulgar, es uno de los árboles más problemáticos en cuanto a alergias

En el centro y, principalmente, en las comarcas del sur peninsular, el olivo toma el protagonismo. Su polinización se produce, por lo general, entre abril y junio, y su polen puede viajar muchos kilómetros.

Debido a la importancia del cultivo del olivo en regiones como Andalucía, los niveles de polen pueden alcanzar cifras muy elevadas durante la primavera.

El plátano de sombra, muy común en entornos urbanos, también es uno de los árboles más problemáticos. Florece a principios de primavera y su polen se libera en grandes cantidades, afectando especialmente a quienes viven en ciudades donde este árbol es muy habitual en calles y parques.

los factores que agravan los síntomas

El cambio climático está modificando de forma creciente y progresiva los calendarios de polinización y aumentando la duración e intensidad de las temporadas de alergia.

Los inviernos, cada vez más cálidos y descontrolados hacen que algunos árboles polinicen antes, y los niveles de CO₂ en la atmósfera pueden incrementar la producción de polen.

Además, la contaminación atmosférica actúa como un potenciador de los efectos del polen, ya que las partículas contaminantes pueden alterar la estructura del polen, volviéndolo más agresivo para el sistema inmunológico. Esta combinación de polen y polución empeora los síntomas, sobre todo en las zonas urbanas.

¿Cómo protegerse?

Para minimizar el impacto de la alergia al polen, es clave seguir algunas recomendaciones.

Por ejemplo, se debe evitar salir al aire libre en los días de mayor concentración de polen y mantener las ventanas cerradas durante las horas críticas (especialmente por la mañana y al atardecer), usar gafas de sol, lavar la ropa al llegar a casa y ducharse antes de dormir son medidas que pueden ayudar.

También es importante consultar los niveles de polen en el ambiente, ya que muchas aplicaciones y servicios meteorológicos ofrecen esta información de forma actualizada. Y, por supuesto, en caso de síntomas persistentes, acudir al médico para establecer un tratamiento adecuado.