¿Debe un reportero meterse en el agua?
A raíz de las inundaciones que hemos sufrido estos últimos días, se ha creado una polémica en torno al riesgo que corren algunos reporteros. ¿Está justificado?
El episodio de gota fría que acabamos de vivir en nuestro país ha copado gran parte de los informativos y los programas de actualidad. Se han visto imágenes que hacía años que no se veían en la zona Mediterránea, con calles convertidas en ríos y zonas donde el agua lo ha invadido todo.
La forma más recurrente y sencilla de informar sobre estos acontecimientos es mostrando imágenes de lo sucedido mediante vídeos que ha podido grabar un medio de comunicación con su cámara. A estas imágenes se les suele sumar un recopilatorio de lo que los móviles de vecinos han podido registrar y han subido a las redes sociales. Pero esto es información en pasado.
Actualmente el despliegue de periodistas que tienen las principales cadenas de televisión es muy numeroso. Conectar en directo con uno de ellos en un punto conflictivo muestra al espectador que se está siguiendo la actualidad al pie del cañón y en riguroso directo. Esto da prestigio a la cadena de televisión.
La televisión es espectáculo
La polémica saltó el día que un periodista de La Sexta, Javier Borrás, hizo un directo desde Silla (Valencia) con el agua hasta la ingle. Una compañera suya de televisión española, Ana Ruiz Echauri, escribió el siguiente tuit: “No necesitamos que un reportero se meta en el agua hasta las rodillas para contarnos que llueve y es peligroso. Es peligroso para él y un mal ejemplo para prevenir accidentes. Ya está bien de espectáculos absurdos en vez de información”. La repercusión de estas palabras ha sido altísima con más de 3.000 retuits.
Nadie obligó al periodista a ponerse en el agua. Fue él quien tomó la decisión. En cada conexión se veía cómo el nivel del agua iba subiendo. El espectador pudo comprobar cómo evolucionaba la inundación en directo gracias a su testimonio. ¿Podía haber informado igual desde fuera del agua? Efectivamente, pero no sería tan espectacular.
El producto televisivo entra por los ojos. El espectador se quedará en ese canal que le dé las imágenes más impactantes. Un reportero dentro del agua en mitad de unas inundaciones siempre lucirá más que otra conexión en directo donde el reportero esté apartado en lugar seco.
La línea que no se debe sobrepasar
Todo lo comentado anteriormente tiene un límite: la seguridad. Un periodista nunca pondrá en juego su vida con tal de informar. Javier Borrás no estaba en una zona con corriente, sino agua encharcada.
Evidentemente estaría más seguro fuera del agua. También lo estaría dentro del coche, y más aún, quedándose en casa. Si un periodista tiene la suerte de hacer el trabajo que le gusta, cuando saque el micro se pondrá en ese lugar que le permita informar de la mejor forma posible y que el espectador pueda ver la magnitud del desastre que está ocurriendo.
En este punto nos acordamos de los meteorólogos de Estados Unidos. Esos sí se juegan la vida. Especialmente en las coberturas de huracanes. Teniendo en cuenta que lo que se hace en televisión allí al cabo de unos años llega a Europa, espero que en este caso no suceda lo mismo.