¿De turismo al espacio? Alerta por su alto impacto ambiental
A pesar de estar de inmersos en una pandemia mundial y de sufrir innumerables catástrofes naturales y sociales, los dos multimillonarios más influyentes del momento han decidido gastar su dinero en ir al espacio para divertirse. ¿Cuánto pagará el planeta por esos minutos de gloria?
Este mes hemos vividos dos acontecimientos históricos casi simultáneos. El primero ocurrió el pasado 11 de julio cuando Richard Branson, empresario y propietario de la multinacional Virgin Group, se convirtió en la primera persona que viajaba al espacio en una nave comercial.
Una semana después el ex director ejecutivo de Amazon, Jeff Bezos, se convirtió en la segunda persona en viajar como turista al espacio y la primera en alcanzar la máxima altitud en un cohete comercial. Bezo alcanzó los 106 km de altitud, superando al viaje de Branson por 26 km.
A pesar de estos logros individuales ¿sufrirá nuestro planeta las consecuencias medioambientales de este reciente turismo espacial?
¿Cuánto contaminan los viajes espaciales?
Para poder lanzar un cohete al espacio se necesita una gran número de propulsores, que, a demás de generar la energía necesaria para impulsarlos también inyectan gases de efecto invernadero y contaminantes a la atmósfera, donde pueden persistir durante al menos dos o tres años.
Según un reciente estudio, un vuelo turístico de la compañía Virgin Galactic de apenas hora y media puede generar tanta contaminación como un vuelo transatlántico de 10 horas. Si hacemos cálculos, las emisiones del cohete de Virgin rondan las 4,5 toneladas por pasajero: más del doble anual de carbono recomendado por individuo para cumplir con los objetivos del Acuerdo de París sobre el cambio climático.
¿Cómo afectan éstos contaminantes a la atmósfera?
El combustible del cohete de Vigin está compuesto a base de carbono sólido, polibutadieno y un oxidante líquido que al quemarse produce grandes cantidades de vapor de agua. Este gas provoca un enfriamiento en la alta troposfera e induce un calentamiento en la superficie.
Por otro lado, el combustible del cohete de Bezos está formado por hidrógeno y oxígeno líquido que produce dióxido de carbono, hollín y vapor de agua. Las emisiones de estos gases de efecto invernadero atrapan el calor en la atmósfera, lo que contribuye al calentamiento global.
Además, las altas temperaturas durante el lanzamiento y la reentrada de las naves convierten el nitrógeno estable, ya existente en la atmósfera, en óxidos de nitrógeno reactivos. Estos gases destruyen el ozono, disminuyendo el espesor la capa de ozono que protege la vida en la Tierra de las radiaciones ultravioletas.
¿Qué nos espera en el futuro?
A pesar de los efectos negativos que provocan estos viajes turísticos a nuestro planeta, se espera que los vuelos espaciales aumenten. Virgin Galactic anticipa que ofrecerá 400 vuelos cada año mientras que Space X de Elon Musk proporcionará una viaje orbital de cuatro a cinco días para finales de este año.
Tras este auge, muchos científicos alzan la voz preocupados frente al gran impacto ambiental que podría provocar en el futuro el gran crecimiento del sector espacial y plantean que no es momento de comenzar una actividad que genera emisiones de carbono con la crisis climática que estamos actualmente sufriendo.