¿Cuánto contamina la Navidad?
Se acercan días de muchos gastos, de abundantes compras, de comidas copiosas y de ciudades iluminadas, pero ¿qué impacto tiene en el medioambiente nuestra forma de celebrar estas fiestas? Te lo contamos.
Esta semana el calentamiento global acapara todos los medios de comunicación debido a la celebración de la COP25 en Madrid. Días que nos sirven para reflexionar ahora que estamos a las puertas de la Navidad. ¿Somos realmente conscientes del impacto de estas fiestas en el medioambiente? Vale la pena echar un vistazo a algunos de los derroches que generamos y su repercusión.
La iluminación navideña también contamina
La iluminación navideña es, sin duda, uno de los grandes atractivos de muchas ciudades en estas fechas. Este año, incluso Vigo y Madrid han llegado a rivalizar sobre cuál de las dos ciudades tiene la mejor iluminación navideña. Disputas al margen, la contaminación lumínica es otro factor que contribuye al calentamiento global. ¿Cómo?
Un experimento llevado a cabo en Los Ángeles, una de las ciudades más iluminadas del mundo, demostró que existe una relación directa entre la contaminación del aire y la contaminación lumínica. De forma natural la limpieza de las partículas de óxido de nitrógeno se produce durante la noche, pero debido a la luz artificial este proceso es más lento. Esto provoca que el aire que respiramos al día siguiente vaya acumulando más partículas contaminantes. Si a esta circunstancia le añadimos la ausencia de viento, la contaminación resultante puede empezar a provocar problemas de salud en la población.
El alumbrado navideño supone al mismo tiempo una mayor demanda de energía eléctrica por parte de las centrales y un gasto extra para las ciudades. Aunque poco a poco la iluminación se vaya sustituyendo por medidas más sostenibles como las luces LED, estas lámparas suponen un mayor problema para la biodiversidad ya que emiten más en el espectro azul.
¿Cómo envuelves tus regalos?
El envoltorio de los regalos es otro de los usos descontrolados en esta época. Según el Instituto Nacional de Estadística, de los 4 millones de residuos que genera cada español al año, el 30% se generan en Navidad. Una huella ecológica que ha hecho necesaria la búsqueda de alternativas. Cada vez son más las campañas que fomentan el uso de papeles reciclados, de otros materiales reutilizables o de envoltorios alternativos como los textiles.
Apuesta por las pilas recargables
Ojo con los juguetes que pedimos a los Reyes Magos… Muchos de ellos funcionan a pilas que contienen una gran cantidad de productos químicos altamente contaminantes, especialmente si no terminan en los contenedores adecuados. Por ello, es importante apostar por las pilas recargables o por juguetes que vayan alimentados de baterías recargables.
Fuegos artificiales: otra fuente de contaminación
El mayor uso de productos pirotécnicos suele darse en esta época del año, especialmente en la noche de fin de año. Una tradición que compartimos en prácticamente todo el mundo. Aunque la belleza de estos destellos pueda cegarnos, no debemos olvidar que uso también debe ser responsable.
No solo es importante la contaminación acústica y las molestias que pueden ocasionar incluso en nuestros animales de compañía, tampoco hay que olvidar que son otra fuente de gases contaminantes y que influyen en nuestra salud. El monóxido de carbono de los fuegos artificiales puede tardar entre dos y tres días en disiparse. Además, generan contaminación en todas sus fases: el perclorato empleado para lanzar el cohete, los diferentes metales pesados utilizados para dar los distintos colores al espectáculo y los aerosoles sólidos que se generan tras la explosión. El momento más contaminante de todos es la propulsión, ya que es cuando entran en combustión todos los elementos.
Nochebuena, el día que más comida se tira
Podemos pasarnos días comiendo las sobras de las fiestas navideñas, pero lo ideal es cocinar con cabeza y ajustar las cantidades a lo que realmente vamos a consumir y es que alrededor de un 25% de la comida que compramos para Navidad, termina en la basura. Esto implica un abuso de recursos innecesario y la consiguiente contaminación que genera su producción, distribución y eliminación. Planificar bien la lista de la compra, elaborar menús más realistas o distribuir las sobras entre nuestros familiares son opciones para luchar contra este derroche alimenticio.