La especulativa rotura del vórtice polar, ¿cuáles serían las consecuencias?
La posible rotura del vórtice polar, asociada a un calentamiento súbito estratosférico, en el mes de febrero es una posibilidad, aunque poco probable. De producirse el tiempo podría volverse más puramente invernal.
En los últimos días no faltan informaciones que aluden a la entrada en escena de un calentamiento súbito estratosférico (CSE), metidos ya en la segunda quincena de enero y la posibilidad de que dicha circunstancia provoque una rotura del vórtice polar que tenga como consecuencia un importante recrudecimiento del tiempo invernal.
Más allá de la utilidad que puede tener una predicción de esta naturaleza, conviene tener claros los distintos conceptos meteorológicos referidos y contextualizarlos de manera adecuada, lo que nos ayudará a comprender la dificultad que encierra dicha predicción.
Según va avanzando el otoño y con la llegada del invierno, la menor incidencia de radiación solar en el hemisferio norte terrestre va provocando una acumulación de aire frío en la región ártica, lo que, en combinación con la rotación terrestre, da como resultado la presencia de un gigantesco vórtice de aire frío en esa región, que se manifiesta tanto en la troposfera como en la baja estratosfera. El vórtice polar es una circulación ciclónica a gran escala que –en el hemisferio boreal– se extiende sobre una extensa zona del Ártico.
Ausencia de tiempo invernal hasta ahora
El pasado otoño y lo que llevamos de invierno se han caracterizado por la presencia de un vórtice polar muy fortalecido (poco ondulado), ocupando una menor superficie que de costumbre, ya que las anomalías cálidas han reivindicado también su espacio, tanto en la región ártica como en latitudes más bajas.
La ausencia, hasta la fecha, de un tiempo típicamente invernal ha sido la nota dominante en buena parte de Europa, incluida España y otras regiones del hemisferio norte. En este contexto han sido particularmente llamativos dos grandes desalojos de aire gélido: el de navidades en Norteamérica, y el que estos últimos días ha tenido lugar sobre algunas zonas de Rusia.
El vórtice polar empieza a mostrarse más sinuoso, lo que se va a traducir, a partir de este domingo, en el descolgamiento de una masa de aire frío sobre la Península, que va a dar lugar a un destacado episodio de nevadas en el norte peninsular.
Sin embargo, parece que esta situación no se prolongará en el tiempo más allá de unos cuantos días, pero con la vista puesta en el mes de febrero se ha empezado a hablar de la posible rotura del vórtice polar y el cambio que dicha circunstancia podría provocar en la circulación atmosférica, abriéndose la puerta a la llegada de grandes fríos.
Una predicción muy especulativa
Tienen que encadenarse varias circunstancias para que finalmente se produzca ese cambio brusco de tiempo en España, volviéndose puramente invernal. Por un lado, hay que esperar a que se produzca el CSE y comprobar la magnitud que finalmente alcance. En las últimas salidas de nuestro modelo de referencia, el del Centro Europeo, se han rebajado algo las anomalías cálidas (destacadas de por sí), lo que resta puntos pensando en una posible rotura del vórtice polar.
El CSE está inducido por las anomalías cálidas en la troposfera, que logran aportar a la baja estratosfera un aire a una temperatura varias decenas de grado más altas que las allí reinantes, pero aunque finalmente se produzca ese CSE, no tiene por qué provocar a su vez un forzamiento de arriba abajo, desencadenando la rotura del vórtice polar troposférico. Solo en contadas ocasiones, no todos los años, acontece dicha circunstancia.
Si finalmente ocurriera en febrero (poco probable a día de hoy), tampoco es seguro que Europa Occidental sería una de las franjas terrestres que sufriera los mayores desalojos de aire gélido de origen polar.