¿Cuáles son los requisitos para darse una buena ducha? Esto es lo que dicen los dermatólogos
Ducharse es una forma de mantener la higiene, pero también lo hacemos con otro tipo de intenciones: refrescarnos en verano, relajarnos antes de ir a dormir... Sin embargo, no cualquier forma de lavarnos es beneficiosa para nuestro cuerpo.
La mayoría nos duchamos a diario, y muchas veces no nos paramos a pensar cómo estamos limpiando nuestro cuerpo. Por supuesto, ni se nos pasa por la cabeza que podemos estar haciéndolo mal, y esto último es mucho más frecuente de lo que crees
Los ingredientes para una ducha ideal
Vayamos paso a paso analizando todos los “ingredientes” de la ducha perfecta, según los dermatólogos.
El agua
Ni fría ni caliente, el agua debe ser templada. Lo sentimos por los amantes del agua caliente, del vapor por todo el baño, el agua caliente no es lo que mejor le va a la piel. Nos quedamos con la templada, unos 34 ºC-37 ºC (para algunos será una temperatura fría).
El tiempo
Si tenemos en cuenta también el agua que gastamos, unos 5 minutos bajo el agua es suficiente, pero no digas que te duchas en 5 minutos: el tiempo de la ducha no es sólo el que pasas debajo del agua, sino cómo tratas a tu piel después.
Diaria o no
También es un depende. Si hablamos de un niño (que genera menos sebo) en invierno… pues igual no haría falta, o en un bebé, por ejemplo. Pero si tenemos en cuenta que es un momento de relajación y contacto, sí es una buena idea.´
Para adultos: una ducha diaria es un "por favor y gracias". Aunque aquí viene otro tema a tener en cuenta ¿qué pasa si nos duchamos varias veces al día? Sigue leyendo.
¿Con jabón o sin jabón?
Con jabón, casi siempre. Y esto tiene una explicación. Empecemos por decir que el jabón debe ser neutro para nuestra piel, es decir, ácido, porque el pH de nuestra piel es 5,5. Deberíamos evitar los perfumes en el jabón, aunque no es mala idea usarlo con aceites.
Ahora bien, si vas a ducharte más de una vez al día, puedes reducir en esta segunda ducha el enjabonado (no el lavado con agua, no, eso es en todo el cuerpo) a las zonas donde se acumulan más glándulas sudoríparas.
En cualquier caso, es importante ser consciente de la cantidad de jabón que utilizamos. En los anuncios de jabón vemos una cantidad de espuma que no coincide con la que debería existir en realidad. Aunque te sorprenda, la cantidad necesaria es poco más lo que entra en un dedal. Más cantidad reseca más la piel, gastas más agua y deja más residuo.
¿Con esponja o sin ella?
No es necesario exfoliar (por favor, tampoco hace falta dejarse la piel en carne viva), y teniendo en cuenta la humedad de la esponja, que no la sometemos a lavados y que se quedan residuos, es un caldo perfecto de microorganismos.
La respuesta es clara: con la mano. Siempre con la mano. Sin duda. No hay que frotar, hay que cuidar nuestra piel con suavidad. Si vas a usar esponja, que sea lo más suave posible, cámbiala cada poco tiempo (1 mes) y, sí, lávala en la lavadora al menos una vez por semana.
El cuidado posterior
Y aquí venimos con la parte a la que menos tiempo dedicamos: el secado y la hidratación. Es fundamental secarse correctamente, sobre todo en zonas de pliegues para evitar hongos y dermatitis, a los peques se lo hacemos y de nosotros nos olvidamos.
Siempre hay que dedicar unos minutos a la hidratación de la piel con la loción que mejor se ajuste a nuestras necesidades. Si no quieres hacer nada de esto porque para ti tu forma de ducharte es perfecta, pues no olvides que lo importante es que la disfrutes.