¿Cuáles son las principales amenazas agrícolas durante el otoño? La explicación del agrónomo José David Díaz

La llegada del otoño supone para la agricultura una serie de amenazas que ponen en riesgo la producción y la salud de muchos cultivos. Aquí te explicamos cuáles son las principales.

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La llegada del otoño se traduce en la aparición de ciertos riesgos meteorológicos para la agricultura, entre ellos las fuertes tormentas o las lluvias torrenciales.

La deseada llegada del otoño tras los meses estivales trae consigo cambios significativos en las condiciones meteorológicas que impactan directamente en la agricultura. Esta estación del año, caracterizada por un descenso progresivo de las temperaturas, mayor humedad y días más cortos, afecta de diversas maneras a los cultivos.

En este contexto de cambio, las amenazas agrícolas y fenómenos incontrolables aumentan, poniendo en riesgo, en muchas ocasiones, la producción y sostenibilidad de los sistemas agrícolas y los cultivos. Entre los principales retos se encuentran, por ejemplo, las plagas, las enfermedades, los cambios bruscos de temperatura o la sequía.

Las grandes amenazas del otoño para la agricultura

Partiendo de la base de que la agricultura se encuentra de manera constante en dependencia de las condiciones agroclimáticas, dependiendo de la estación del año, puede tener mayor o menor amenaza de agentes externos. Entre ellos, podemos destacar los siguientes.

Plagas y enfermedades

Uno de los problemas más comunes en la agricultura durante el otoño es la proliferación de plagas y enfermedades. El aumento significativo de la humedad, combinado con temperaturas todavía moderadas, crea condiciones favorables para la aparición de hongos, bacterias y otros microorganismos que afectan negativamente a los cultivos.

Entre las enfermedades más frecuentes se encuentran el mildiu, la roya y el oídio, que pueden devastar cultivos de hortalizas, cereales y frutas si no se controlan adecuadamente.

Además, la disminución de las temperaturas provoca que algunas plagas que estuvieron latentes durante el verano, como ciertos insectos y ácaros, busquen refugio y alimento en los cultivos. Por ejemplo, la mosca blanca, el pulgón y la oruga son plagas que tienden a proliferar durante esta temporada, afectando tanto a cultivos hortícolas como frutales.

Para hacer frente a estas amenazas, es vital que los agricultores implementen medidas preventivas, como el monitoreo constante de las plantaciones, el uso de productos fitosanitarios autorizados y prácticas de control biológico que respeten el equilibrio del ecosistema. Sin olvidar la importancia de la detección temprana y el manejo integrado de las plagas, que son clave para minimizar los daños y asegurar buenas cosechas.

Cambios bruscos de temperatura

El otoño es una estación transicional, lo que significa que el tiempo puede ser impredecible y muy variable. Los cambios bruscos de temperatura, con días cálidos seguidos de noches frías, pueden afectar el crecimiento de los cultivos.

Estas fluctuaciones térmicas generan bastante estrés en las propias plantas, reduciendo por tanto su capacidad de absorber nutrientes y, en consecuencia, afectando su desarrollo y rendimiento productivo.

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Ejemplo de helada sobre cultivo de repollo.

En cultivos sensibles como el tomate, las bajas temperaturas nocturnas pueden interrumpir el proceso de maduración, mientras que en frutales como los cítricos, el frío repentino puede dañar el fruto y reducir su calidad comercial. Además, el riesgo de heladas tempranas en algunas regiones representa una amenaza seria, ya que puede destruir plantas jóvenes o frutos que aún no han sido cosechados.

Para mitigar los efectos de estos cambios ambientales, los agricultores deben estar atentos a los pronósticos meteorológicos cada día y tomar medidas preventivas, como la protección física de los cultivos con mallas o plásticos y, en casos extremos, utilizar sistemas de calefacción en invernaderos.

Sequía y falta de agua

Aunque el otoño suele traer lluvias, la realidad del cambio climático ha alterado los patrones de precipitación en muchas regiones españolas.

La sequía sigue siendo una preocupación de gran importancia para los agricultores, especialmente en zonas donde las lluvias son esporádicas o insuficientes. La falta de agua afecta la capacidad de los cultivos para desarrollarse, reduciendo el rendimiento y la calidad de la cosecha.

Ante esta situación, es clave que se adopten prácticas de gestión del agua más eficientes, como la instalación de los sistemas de riego por goteo, que permiten un uso más racional del recurso hídrico. Además, en aquellas zonas donde la pluviometría y las condiciones edafoclimáticas lo permitan, es recomendable la implementación de técnicas de conservación de la humedad en el suelo, como el uso de coberturas vegetales, lo que puede ayudar a retener el agua y reducir la evaporación.

Impacto del viento y tormentas

Otra amenaza importante durante el otoño es el aumento de las tormentas y vientos fuertes. Estos fenómenos meteorológicos pueden causar graves daños a las plantaciones, especialmente a los cultivos más vulnerables como el maíz, el trigo y los árboles frutales.

El viento puede romper ramas, tumbar las plantas o dispersar plagas, mientras que las lluvias torrenciales provocan encharcamientos que afectan a las raíces y promueven la aparición de enfermedades.

La instalación de barreras naturales, como setos o cortavientos, y la construcción de estructuras de soporte para cultivos más vulnerables pueden ayudar a minimizar el impacto de estos eventos climáticos extremos.

En definitiva, el otoño trae consigo una serie de desafíos importantes, y estos factores representan amenazas significativas para la producción agrícola. Sin embargo, mediante la adopción de medidas preventivas, el uso de tecnologías apropiadas y la planificación adecuada, los agricultores pueden reducir los riesgos y asegurar el éxito y la rentabilidad de sus cultivos durante esta temporada.