Alucinante: un sitio donde no llueve desde hace millones de años
Aunque se suele asociar desierto a grandes dunas y altas temperaturas, algunos de los lugares más secos del planeta se alejan de estas imágenes. Uno de ellos son los Valles Secos de la Antártida, un territorio de casi 5.000 km2 desprovisto de hielo.
Cuando uno se pregunta sobre cuál es el lugar más seco del planeta, lo primero que viene a la cabeza son imágenes típicas de un desierto, con grandes dunas y el sol cayendo a plomo, aunque hay que recordar que existen los desiertos fríos y los costeros, aquellos en los que la niebla cubre el cielo durante gran parte del año.
Precisamente, el desierto costero de Atacama (Chile) es popularmente conocido por ser el lugar más seco del mundo, con una precipitación media anual de 0,1 l/m² , e incluso se cree que en algunas zonas no ha caído nada de lluvia en unos 500 años. Efectivamente, es el desierto no polar más seco del planeta, pero hay otro desierto muy singular en el que la lluvia y la nieve no cae desde hace miles o millones de años.
Un territorio de casi 5.000 km2 sin hielo en el Ártico
Tenemos que ir todavía más al sur, concretamente a la Antártida. Es el continente más frío, ventoso, seco y el de mayor altitud media (más de 2.000 m sobre el nivel del mar) del planeta. En Tierra de Victoria, una inhóspita región situada en la Antártida Oriental, se encuentran los Dry Valleys (Valles Secos), también conocidos como los Valles secos de McMurdo, que ya nos dan una pista sobre lo que uno se va a encontrar allí.
Los valles abarcan una extensión de aproximadamente 4.800 km², y es la mayor zona desprovista de hielo del vasto continente blanco. Sus singulares condiciones geológicas y meteorológicas lo convierten en el lugar de nuestro planeta más similar a Marte, ya que están en la frontera del límite que permite cualquier tipo de vida por sus bajas temperaturas y la aridez.
Hace unos años, varios investigadores de la Universidad de Pensilvania analizaron varias muestras sedimentarias de diversas áreas de los Valles Secos, revelando que no se había producido precipitación en forma de lluvia o nieve en unos dos millones de años en algunos puntos. No obstante, algunos de estos valles tienen lagos alimentados por glaciares y arroyos temporales permanentemente congelados, por lo que hay algo de humedad en el suelo.
Vientos catabáticos de más de 300 km/h
La temperatura media del aire ronda los -20 ºC en los Valles Secos. En invierno es frecuente que se registran períodos prolongados en los que las temperaturas bajan de los -50 ºC; mientras que en el verano, la temperatura del aire puede llegar a alcanzar los 0 ºC muy de vez en cuando, con grandes amplitudes térmicas. El suelo presenta una alta salinidad, repleto de grava y otros fragmentos rocosos, poco compactado y sin apenas materia orgánica, encontrándose aquí la menor concentración conocida de nitratos en un suelo terrestre.
El principal responsable de esta aridez es el viento catabático. Estos vientos se originan cuando el aire frío, que es bastante denso, es arrastrado pendiente abajo de las montañas que rodean a los valles por la fuerza de la gravedad. El viento suele soplar con rachas de más de 50 km/h, y en ocasiones las rachas pueden pasar de los 300 km/h, evaporando toda la humedad y transportando partículas de arena que erosionan y arrasan estas desoladas tierras. Las altas montañas circundantes impiden que las precipitaciones alcancen este territorio y que el hielo circule.
Un lago más salado que el Mar Muerto
Además, en los Valles Secos se encuentran otras sorpresas, relacionadas también con sus extraordinarias características geológicas y climáticas. Destacan el lago de Don Juan, un pequeño y poco profundo cuerpo de agua que es el más salado del mundo, superando la salinidad del Mar Muerto.
También se localizan por aquí las famosas Cataratas de Sangre, originadas por un flujo de óxido de hierro situado en la lengua del glaciar Taylor. Por el valle Wright discurre el río Onyx, que con sus 40km es el más largo de la Antártida, aunque su caudal es escaso e irregular. Sin duda, es un laboratorio natural único en nuestro planeta.