Los típicos diluvios de críticas a los meteorólogos en Semana Santa
Antes de que la actual pandemia impidiera celebrar las multitudinarias procesiones de la Semana Santa y que millones de personas viajaran de vacaciones a la playa, era común criticar a los meteorólogos por los supuestos fallos en las predicciones meteorológicas.
Las críticas a los meteorólogos en Semana Santa son todo un clásico, si bien con la llegada de la pandemia a nuestras vidas han desaparecido del mapa mediático, habida cuenta de que han dejado de celebrarse las multitudinarias procesiones, y tampoco se desplazan millones de personas a las playas y otros lugares de descanso vacacional. Lo cierto es que hasta que llegó el fatídico 2020 y el COVID-19, no había año en que no se escuchara alguna crítica a las predicciones meteorológicas, provenientes en su mayor parte de personas o colectivos a los que la lluvia y el “mal tiempo” va en contra de sus intereses.
El sector de la hostelería es el que, más frecuentemente, apunta con el dedo acusador a los profesionales de la Meteorología, por los supuestos fallos en la predicción, mientras que las hermandades de Semana Santa, por su parte, son las que demandan unos pronósticos más precisos y difíciles de satisfacer, lo que pone a prueba la capacidad predictiva, complicada, además, por la alta variabilidad que suele mostrar la atmósfera en primavera. Primero se demandan predicciones a largo plazo, que a día de hoy todavía no están bien resueltas por los modelos numéricos de predicción, y si para el día D (el de la procesión) se va confirmando una probabilidad media-alta de lluvia, lo que se pide a los meteorólogos es hacer nowcasting (predicción a muy corto plazo), en un intento por vaticinar una “ventana horaria” de tregua pluviométrica, que permita finalmente la salida del paso y el recorrido por las calles.
Un clásico de temporada: las salidas de tono de Revilla
Los hosteleros de zonas turísticas son particularmente críticos con los meteorólogos. En muchos casos, una alta ocupación durante la Semana Santa supone un porcentaje significativo de los ingresos que obtienen a lo largo del año, de ahí que empiecen a ponerse nerviosos cuando el tiempo pronosticado difiere del deseado. Si bien las predicciones a medio plazo han mejorado notablemente en los últimos años, sigue siendo todavía bastante común que la semana anterior a la Semana Santa la predicción apunte inicialmente en un sentido distinto al que finalmente va tomando, para desesperación tanto de hosteleros como de potenciales clientes.
Esos bandazos en la predicción no se pueden tildar de fallos o errores de los meteorólogos (de los modelos con los que trabajan), ya que forman parte del “juego meteorológico”. Un caso digno de estudio, convertido ya en todo un clásico, es el del político cántabro Miguel Ángel Revilla, que inició hace años su particular cruzada en los medios de comunicación contra los meteorólogos, aplacada temporalmente por la pandemia. Revilla particulariza para su región, Cantabria, repitiendo insistentemente que los meteorólogos desconocen/desconocemos cómo se comporta el tiempo allí, de ahí los recurrentes fallos en la predicción que supuestamente cometen, con las pérdidas económicas del sector hostelero que ello conlleva.
Riesgo de tormentas vespertinas para la segunda mitad de Semana Santa
Según el argumentario de Revilla, cuando sopla viento sur en el Cantábrico, Cantabria tiene un microclima tal que hace que allí no llueva, cosa que sí que ocurre en Galicia, Asturias y el País Vasco. Echar en cara a los meteorólogos que desconocen el comportamiento meteorológico en aquella región del norte de España es a todas luces infantil. Es como si alguien ajeno a la Medicina critica a un cirujano cómo ha llevado a cabo una intervención quirúrgica. El efecto foehn y las consecuencias a las que da lugar es un fenómeno bien conocido y estudiado en Meteorología. Cada situación de sur que afecta a Cantabria tiene sus particularidades, y hay ocasiones en que puede llegar a producirse lluvia en la zona costera, aunque lo habitual es que sea en el interior montañoso donde se produzcan las precipitaciones.
Al margen de eso, las críticas de un sector como el hostelero en fechas tan señaladas como la Semana Santa, deben de verse, por encima de cualquier otra consideración, como una rabieta. Puede ocurrir que haya personas que anulen reservas si el tiempo se tuerce en los días festivos, cuando inicialmente se anunció un tiempo de signo contrario, pero el hostelero, antes de calentarse y poner en la picota a los meteorólogos, debería de reflexionar sobre la relación coste-beneficio de las predicciones meteorológicas a lo largo del año. ¿Cuántas veces de los 365 días el pronóstico se ha ajustado bien al tiempo que finalmente ha hecho? ¿Y cuántas de esas veces las predicciones han animado a los turistas a hacer reservas?
Gotas de humor bajo la inoportuna lluvia
Las criticas a los meteorólogos en los medios de comunicación comparten espacio también con el humor. Ante la amenaza de la lluvia y el “mal tiempo” no hay humorista gráfico que se resista. El tiempo es tema de conversación en Semana Santa cuando las cosas vienen torcidas. Millones de personas se ven afectadas directamente por el tiempo no deseado, y es ahí donde surge el ingenio de los dibujantes que trabajan en la prensa, consiguiendo con sus viñetas que sonriamos en mitad de “la tragedia”. La imagen de los cofrades protegiéndose con paraguas de la lluvia es lo suficientemente tentadora para que un humorista gráfico juegue con ella.
Se cuentan por decenas los ejemplos de humor gráfico que nos han dejado las semanas santas pasadas por agua. De entre todas esas gotas de humor, hemos seleccionado un par de viñetas para ilustrar el asunto; una de ellas del recordado Forges. Tampoco faltan aquellas que tienen a los meteorólogos como protagonistas. El famoso monólogo de Gila en TVE, haciendo de hombre del tiempo, es antológico. Situado frente a una pizarra en la que hay pintado un mapa de España a tiza, con algunas flechas de viento, y armado con una varita para señalar, este genio del humor espetó lo siguiente: “El pronóstico para mañana, pues… es relativo; o sea, mañana a lo mejor llueve, o a lo mejor no ¡depende del tiempo!”