Cómo conocer la procedencia de los alimentos en el súper (o la búsqueda del unicornio)
El consumidor cada vez quiere saber más sobre los productos que compra y la industria alimentaria debería ofrecérselo, pero en algunos puntos aún falla. ¿Cómo sabemos el origen de los alimentos que compramos?
Más de la mitad de los consumidores, según la OCU, indican que, para ellos, saber el origen de los alimentos es importante para poder hacer elecciones informadas a la hora de elegir unos productos u otros.
Y así debería ser, pero la normativa no obliga a indicar el lugar de procedencia de todos los alimentos. Que algo sea legal no significa que sea ético y en cuestiones de etiquetado de alimentos esto se toma muy en serio (para mal). La legislación debe cumplirse a rajatabla y, si no se hace, el consumidor está en todo su derecho a reclamar.
Lo que dice la normativa
El lugar de procedencia de un alimento está regulado por el Reglamento 1169/2011 de información al consumidor.
En él se indica que declarar el país de origen o lugar de procedencia será obligatorio cuando su omisión pudiera inducir un error al consumidor en cuanto al país de origen o el lugar de procedencia real del alimento, en particular si la información que acompaña al alimento o la etiqueta en su conjunto podría insinuar que el alimento tiene un país de origen o un lugar de procedencia diferente. Por ejemplo, que hubiera una bandera en el envase que no fuera del país de origen.
Spoiler: en muchos casos no se indica.
También será obligatorio cuando se mencione el país de origen y este no sea el mismo que el de su ingrediente primario. En este caso se indicará el país de origen del ingrediente primario de que se trata, o se indicará que el país de origen del ingrediente primario es distinto.
Esto así dicho parece un lío, pero básicamente significa que en un alimento procesado que tiene varios ingredientes, se debe poner el país de origen del ingrediente que suponga más del 50% de la cantidad del alimento o que el consumidor asocie todo el producto a ese ingrediente.
Por ejemplo, si elaboramos en España un pan de molde con harina de otro país en cantidad mayor al 50% de todos los ingredientes, deberíamos indicar de qué país es la harina. Parece sencillo, ¿no? Más quisiéramos.
Por último, el Reglamento indica que es obligatorio declarar el lugar de procedencia de la carne, la leche, leche como ingrediente de productos lácteos, alimentos no transformados y productos con un ingrediente único.
La realidad en el mercado
La realidad es que, si queremos saber el origen de los alimentos frescos: frutas, verduras, pescado, carne… debemos mirar las etiquetas disponibles en los carteles.
También podemos (y estamos en nuestro derecho) de preguntar tanto en el supermercado si vemos alguna discrepancia como en la frutería, carnicería o pescadería. Es obligatorio mantener la trazabilidad de todos los alimentos, así que el supermercado o el propietario del establecimiento debe conservar y poder presentar esta información si el cliente lo solicita.
El código 84
Mucho se habla del código de barras y números que vemos en los envases. En estos días hemos podido leer que, si los números empiezan por 84, es que el producto es de origen español. No tiene nada que ver.
Ese código se llama EAN13, número de artículo europeo. Surgió en 1979 en Europa y ya se utiliza en más de 100 países. En Europa se llama EAN 13 porque tiene 13 dígitos, no somos muy originales. En Estados Unidos, por ejemplo, se puso 12.
Sirve para gestionar de forma sencilla una base de datos con todos los artículos que se compran y venden al por menor. El código identifica el país donde se ha registrado ese producto, el fabricante y el número identificativo del producto. Y esto vale para todo tipo de productos, no sólo alimentos.
Por eso, cuando pasas por la caja, el lector interpreta el código de barras y sabe qué producto es. Y ya está, nada que ver con la procedencia del alimento sino en qué país se ha solicitado el código.