Cómo una caja de galletas hace desaparecer el hogar de los orangutanes
La tala indiscriminada de las selvas tropicales, la explotación continua de los suelos o la masiva plantación de aceite de palma, a esto se enfrentan los orangutanes de ciertas partes del mundo cada día. Huyendo y muriendo en el intento, por cierto.
A veces no somos conscientes de la avaricia humana. Conseguir, construir, destruir o vender y obtener el máximo beneficio económico posible -y lo que no es económico- a costa de llevarse por delante todo lo que pille, inclusive nuestro medio ambiente. Y es que diversas investigaciones han demostrado que multinacionales, como Mondelez, utilizan el aceite de palma de forma masiva para la fabricación de muchos de sus productos, como las barritas de chocolate Cadbury, las galletas Ritz o las famosas Oreo. Sí, esas Oreo. Aunque otros de los usos más habituales son para las grasas procesadas, los cosméticos o los biocombustibles.
Galletas que saben a decepción, a explotación y a deforestación
Jamás pensamos la influencia que tienen las grandes compañías sobre nuestro medio y, mucho menos, somos verdaderamente conscientes de las atrocidades medioambientales que han tenido que cometer para la creación de los productos estrella de nuestra alimentación y básicos diarios. Justamente, hace unas semanas saltó la alarmante noticia que escondían las galletas Oreo: entre el año 2015 y 2017, se han destruido y deforestado 70.000 hectáreas de selva tropical en Asia, América Central y del Sur y, con ellas, destruido el hogar de miles de orangutanes y otras especies en peligro de extinción. Por no mencionar la deforestación ilegal, los incendios forestales o el acaparamiento de tierras.
Pero ¿por qué? Pues porque, entre 1980 y 2014, la producción mundial de aceite de palma aumentó de 4,5 a 70 millones de toneladas, principalmente por el alto rendimiento y los bajos costes de producción que conllevaba su plantación; y porque, a su vez, a partir del 2017 su extensión superó los 18,7 millones de hectáreas en todo el mundo. Además, y aquí viene otra mala noticia, se espera que la demanda de aceite de palma crezca un 1,7% por año hasta 2050. Se tiene la esperanza de que esto no ocurra, al menos con estos valores tan dramáticos, gracias a la polémica que se ha generado por todo este asunto, y que lo que realmente aumente sea el control sobre ello.
Proteger, por tanto, las selvas tropicales es clave para mantener la biodiversidad del planeta y, sobre todo, evitar agravar la crisis climática que llevamos cierto tiempo atravesando. Un estudio ha confirmado que la deforestación tropical produce más emisiones de gases de efecto invernadero al año que toda la Unión Europea, superando incluso a todos los países excepto a EEUU y China.
Por favor, que acabe esta destrucción continua
Los números no mienten y, en este caso, demuestran que entre 1985 y 2007 se han perdido más del 60% de los hábitats del orangután de Sumatra (Pongo abelii) y Tapanuli (Pongo tapanuliensis); mientras que, entre 1999 y 2015, se ha estimado que más de 100.000 orangutanes de Borneo -es decir, el 50% de ellos- se han visto afectados por la tala, la deforestación o las plantas industrializadas. Esto no acaba aquí, pues se estima que continúe el declive para el 2020 del 11 al 27%. Un escenario de lo más desolador…
Especies que -junto a otras 193- están amenazadas por la deforestación y producción del aceite de palma en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (por sus siglas en inglés, IUCN). Una Lista Roja, por tanto, conocida como un indicador crítico de la salud de la biodiversidad del mundo, en el que determinan que más de 26.500 especies están en peligro de extinción, es decir, más del 27% de especies evaluadas hasta el momento.
Ejemplo de ello lo encontramos en un vídeo que desarrolló Greenpeace junto a la cadena de supermercados británica, Iceland -que, por cierto, fue la primera en prohibir de sus propios productos el aceite de palma- en el que aparece un pequeño orangután que ha huido de su hogar por la expansión de los cultivos de la palma aceitera en las selvas tropicales de Indonesia y que acaba alojado en la habitación de una niña. Una devastadora animación que fue tachada de demasiado “política” y -atención- prohibida su retransmisión en el Reino Unido. El vídeo, desde luego, habla por sí solo.