¿Cómo son los volcanes en otros mundos del sistema solar? Te mostramos algunos de los más sorprendentes
Más allá del Monte Olimpo de Marte o de la actividad geológica en Venus, los mundos y otros cuerpos celestes helados del sistema solar también esconden volcanes y otros fenómenos naturales sorprendentes.
Cuando pensamos en volcanes, es habitual acordarse de las erupciones de lava ardiente en nuestro planeta. Sin embargo, el sistema solar alberga un amplio y sorprendente repertorio de actividad volcánica en lugares donde las condiciones son extremadamente diferentes a las de nuestro mundo.
Más allá de nuestros vecinos Marte y Venus, en los confines fríos y distantes del sistema planetario, cuerpos celestes como Ío, Encélado, Tritón o Plutón se revelan como mundos geológicamente activos, desafiando nuestras expectativas iniciales sobre el conocimiento del universo.
Así son los volcanes en los mundos helados del sistema solar
A continuación, viajaremos por algunos de los principales volcanes de estos mundos helados y la fascinante dinámica que impulsa sus erupciones, desvelando los misterios de estas enigmáticas formaciones geológicas extraterrestres.
Estos otros planetas y satélites están compuestos por materiales que en la Tierra serían líquidos o gases, pero que en esos cuerpos se solidifican debido al frío extremo.
Ío y su lago de lava
Uno de los descubrimientos más notables relacionadas con la actividad volcánica en los planetas exteriores o gaseosos y sus satélites se produjo en 1979, cuando la nave Voyager 1 pasó cerca de Ío, una luna de Júpiter. Ío, que es un poco más grande que nuestra Luna, alberga más de 400 volcanes.
El que sobrasale por encima de todos es Loki Patera, una depresión de 200 kilómetros de ancho con un lago de lava burbujeante. Aunque no se han captado directamente sus explosiones, se ha observado cómo se calienta y enfría periódicamente.
La intensa actividad volcánica en Ío se debe a la fuerza gravitacional de Júpiter y otros satélites cercanos. Esta interacción constante causa que Ío se deforme y se caliente internamente.
Encélado y sus chorros de vapor de agua
Encélado, una luna de Saturno, también muestra signos de actividad volcánica. La Voyager 2 descubrió en los años 80 que su superficie, lejos de estar cubierta de cráteres, es de un blanco casi inmaculado, dominada por suaves llanuras heladas.
En 2005, la sonda Cassini reveló chorros de vapor de agua emergiendo de su superficie provenientes de un océano subterráneo caliente, similar al de Ío. Estos chorros contienen minerales, sales de sodio y moléculas orgánicas, sugiriendo la posibilidad de vida.
Tritón y su vulcanismo congelado
En 1989, la Voyager 2 llegó a Neptuno y Tritón, una de sus lunas En esta última detectó géiseres que expulsaban materiales a varios kilómetros de altura. La energía detrás de estos géiseres podría provenir de un efecto invernadero subterráneo, en el cual capas oscuras bajo el hielo absorben la escasa luz solar, calentando el nitrógeno hasta hacerlo explotar.
Además, Tritón posee un cráter conocido como Leviathan Patera, que podría haber sido un lago de lava actualmente congelada.
Plutón y sus criovolcanes
En 2015, la sonda New Horizons de la NASA reveló que Plutón, a pesar de estar cubierto por una corteza helada, tiene montañas y llanuras que indican actividad volcánica.
Se piensa que la existencia de un océano subterráneo con amoníaco podría permitir que el agua fluya a temperaturas extremadamente bajas. No obstante, se necesita una fuente interna de calor, posiblemente un tipo de clatrato de metano, que actúe como aislante térmico.
Una montaña misteriosa en Ceres
Ceres, el mayor objeto en el cinturón de asteroides, también presenta actividad volcánica. La sonda Dawn descubrió en 2015 la montaña Ahuna, con zonas brillantes que recuerdan a la lava.
Ceres posee numerosos criovolcanes que emiten sustancias volátiles como agua, amoníaco o metano en lugar de roca fundida, alimentados por un océano subterráneo, pero las fuerzas que impulsan estas erupciones aún son un misterio.