Agotamiento por calor: así reacciona nuestro cuerpo ante las temperaturas extremas

Las temperaturas extremas provocan síntomas que aumentan de forma gradual, y pueden ir del agotamiento por calor al estrés térmico, la deshidratación y el golpe de calor. Nuestro cuerpo reacciona para evitarlo.

Mujer aliviándose del calor con un ventilador
Como respuesta a las altas temperaturas, nuestro cuerpo reacciona activando mecanismos para disipar el exceso de calor y mantener una temperatura corporal adecuada.

Estos días se están activado los avisos en buena parte de España debido a las altas temperaturas del verano, que alcanzan más de 40 grados centígrados. Estas condiciones extremas están asociadas a un aumento significativo en la mortalidad, según los registros del Sistema de Monitorización de la Mortalidad diaria (MoMo) del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII).Y es que España lidera el aumento de mortalidad relacionada con el calor en Europa durante este siglo.


El verano pasado, el calor extremo provocó la muerte de 2.155 personas, situándose como el tercer verano con mayor mortalidad atribuible a las altas temperaturas. Además de las altas temperaturas, la calima también afecta este verano de 2024, introduciendo partículas en suspensión en el aire que respiramos, lo cual agrava la situación.

Así se defiende nuestro cuerpo de las temperaturas extremas

A partir de los 38 ºC, nuestro rendimiento empieza a decaer. En respuesta a las altas temperaturas, el cuerpo activa mecanismos para disipar el exceso de calor y mantener una temperatura corporal adecuada.

Esto se logra aumentando la frecuencia cardíaca, lo que incrementa el flujo sanguíneo hacia la piel y las extremidades, causando el clásico enrojecimiento debido a la vasodilatación de las arterias. Además, el sudor juega un papel vital ante el exceso de calor: al humedecer la piel y evaporarse, ayuda a enfriarnos.

Se trata de nuestros mecanismos de defensa, pero el cuerpo tiene un límite de tolerancia al sol, que no sólo depende de la duración de la exposición, también de su intensidad. El calor se acumula en el organismo, y la vasodilatación puede provocar una bajada de tensión, sensación de fatiga y, si no se consumen suficientes líquidos, especialmente agua, se corre el riesgo de deshidratación.

El siguiente paso es el golpe de calor, que hace que el corazón se sobrecargue, los riñones pierdan eficacia y el cerebro reciba menos oxígeno, lo que puede causar un colapso circulatorio y fallo multiorgánico.

El sudor juega un papel vital ante el exceso de calor: al humedecer la piel y evaporarse, ayuda a enfriarnos.

Las altas temperaturas también afectan a quienes padecen dermatitis y pueden provocar sarpullidos, tanto en niños como en personas con piel sensible. Además, según ciertos estudios, es importante tener precaución al conducir en condiciones de calor extremo, ya que a más de 35 ºC, los efectos en el cuerpo pueden ser similares a los del consumo de alcohol: fatiga, somnolencia, y una disminución en la concentración y atención.

¿Cómo afecta a nuestro cerebro las temperaturas altas?

Las altas temperaturas de estos días han puesto en riesgo para la salud a la mayoría de los municipios españoles, afectando a 8 de cada 10. Y, aunque la deshidratación corporal es una preocupación central, el calor extremo también impacta significativamente en el funcionamiento del cerebro.

El calor extremo puede afectar el bienestar mental y contribuir a la irritabilidad, el estrés y la disminución de la función cognitiva.

Este fenómeno puede disminuir las emociones positivas como la alegría o la felicidad, mientras que incrementa las negativas, como la ira o el estrés, propiciando reacciones agresivas.

El cerebro es particularmente susceptible a las fluctuaciones térmicas, ya que no está diseñado para operar eficientemente a temperaturas tan elevadas como 45 ºC. Según Sandra Giménez, neurofisióloga clínica del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau de Barcelona: "Todo se vuelve más difícil, nos movemos más lentamente. Aunque no se fundan las neuronas, sí hay un impacto notable; el rendimiento con altas temperaturas es considerablemente inferior".

Hay segmentos de la población más susceptibles a las elevadas temperaturas. Entre estos grupos se incluyen los niños pequeños y lactantes, las mujeres embarazadas, así como las personas mayores. Estos individuos pueden manifestar los síntomas habituales con mayor prontitud y ante una menor exposición al calor.

Además, numerosos estudios han establecido vínculos entre la salud mental, el estado de ánimo y el comportamiento cerebral con las condiciones de calor. Las investigaciones indican que las temperaturas elevadas pueden reducir las emociones positivas como la alegría o la felicidad, y aumentar las emociones negativas como la ira o el estrés.

¿Cómo evitar un golpe de calor?

A continuación, te traemos algunas recomendaciones para evitar un golpe de calor en estas semanas de calor intenso.

  • Incrementa la lactancia en los bebés.
  • Asegura que los niños beban abundante agua y zumos naturales durante el día.
  • Evita bebidas con cafeína o alto contenido de azúcar, como los refrescos comerciales.
  • No consumas bebidas muy frías o calientes.
  • Elige comidas ligeras y fáciles de digerir.
  • Reduce la actividad física durante las horas de más calor.
  • Protege a los menores: para asegurar el bienestar de los niños en días calurosos, mantenlos en entornos frescos y bien ventilados. Vístelos con prendas sueltas, ligeras y de algodón. Báñalos con regularidad y humedece su piel para mantenerlos frescos. Evita que estén bajo el sol directo entre las 10:00 y las 18:00 horas, especialmente si son menores de un año.
  • Cuida a las personas vulnerables: es fundamental garantizar que niños, ancianos y personas con condiciones de vulnerabilidad se mantengan en lugares bien ventilados. Utiliza ventiladores o aire acondicionado cuando las temperaturas sean elevadas. Nunca dejes a niños o personas vulnerables en vehículos estacionados y cerrados, ya que el calor puede ser extremadamente peligroso.
  • Consejos para los más jóvenes: es esencial evitar el consumo de bebidas alcohólicas, ya que incrementan la temperatura corporal y favorecen la deshidratación. No se aconseja beber cerveza para mitigar la sed y el calor. Limita la intensidad de las actividades físicas y deportivas. Si sientes mareos o fatiga, descansa y sigue los consejos generales de hidratación, alimentación y enfriamiento corporal.