Desperdicio alimentario, mucho más que tirar comida. ¿Cómo evitarlo?
Abres la nevera y ahí la tienes, mirándote, otra vez esa manzana pocha. No eres el primero ni serás el último, pero el desperdicio alimentario es un problema real. 931 millones de toneladas se desperdician al año en el mundo. En España, cada familia tirará 76 kilos al año.
Hoy es el Día de Concienciación sobre el Desperdicio Alimentario. Llamamos desperdicio alimentario a todos aquellos productos y alimentos que, siendo perfectamente aptos para el consumo, se eliminan como residuo. Esto supone un tercio de los alimentos que se producen en el mundo.
Además del gasto económico, hay que tener en cuenta el impacto medioambiental. Según la FAO, el 8% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, el 20% del agua dulce y el 30% del terreno se destinaron en producir alimentos que terminan en la basura.
Esta situación tiene varios actores, ya que este desperdicio se puede darse en todas las etapas de la cadena alimentaria, incluido el transporte o que no se compre antes de su caducidad.
Así que es importante enfocarse tanto en la prevención como en la reutilización en todos estos puntos. De esto se encargan los planes de reducción del desperdicio alimentario tanto desde la FAO como desde los gobiernos.
¿Qué podemos hacer nosotros?
De los 1350 millones de kilos que tiramos en España, 1146 toneladas corresponden a alimentos sin elaborar. La mitad de ellos serán frutas y verduras. Así que deberíamos tomarnos muy en serio las opciones disponibles, por el planeta y por nuestra propia economía.
Lo más importante para que esa manzana estropeada no termine en la basura es retroceder. Sí, retroceder hasta el momento de hacer la compra.
Antes de ir a la compra.
Hacer una lista de la compra: valoramos muy poco este gesto, pero ahorrará tiempo, dinero y disminuirá el desperdicio alimentario. Tampoco te vuelvas loco planificando un menú (aunque es estupendo hacerlo), pero sí repasa lo que tienes y lo que te falta. Tú y yo nos hemos dado cuenta en casa de que ya teníamos eso que acabas de comprar.
Correcto almacenaje: coloca bien los alimentos en la nevera, alargarás su vida útil conservando cada alimento a la temperatura necesaria. Si además lo haces en la despensa, te permitirá saber de un solo vistazo qué tienes y qué no.
Vámonos al super
Aprovecha las frutas y verduras que son de temporada: consigue mejor sabor y mejor precio. No le tengas miedo a las piezas feas, son igual de comestibles.
Compra de forma racional. A veces más no es mejor. Esos 4 kilos de fresas a ese buen precio no puede ser la mejor idea si vives solo y no quieres comer fresas mañana, tarde y noche.
Ten en cuenta que existen frutas climatéricas y no climatéricas. Las climatéricas “siguen respirando” una vez han sido recolectadas. En esta categoría están las peras, manzanas, melocotones, plátanos, tomates… esto permite que puedas elegir piezas en diferentes estados de maduración porque seguirán madurando con el tiempo.
Si existen las frutas climatéricas, es que existen las no climatéricas, en este caso serían los cítricos, uvas, fresas, cerezas… si las compras verdes, verdes se quedarán hasta que se empiecen a estropear. Y se irán a la basura junto a tu dinero.
Comprar ultracongelado y conservas: tanto el pescado como las verduras y legumbres son productos ideales para tener en casa en estas formas de envasado. Duran más y están siempre disponibles. No tienen menos calidad nutricional y te salvan de un apuro.
Cuando lleguemos a casa
Evita colocar las frutas climatéricas junto a las no climatéricas, las primeras acelerarán que las segundas se estropeen.
Utiliza el sistema FEFO (first expired, first out), suena raro, pero lo llevas haciendo toda la vida, coloca los productos que tienen una fecha de caducidad o consumo preferente más cercana en primer lugar, y los que caducan más tarde, después.
Congela por raciones: y, además, hazlo de la forma más plana posible, así se congelará (y descongelará) de forma homogénea y más rápida. Escribe la fecha en la que lo ha congelado. Intenta congelar el primer día si no se va a consumir en los dos días siguientes a la compra.
Si has descongelado un alimento, pero no lo vas a comer, no dejes que se estropee, puedes cocinarlo y volverlo a congelar después de hacerlo.
Y, por último, utiliza tu imaginación, tenemos acceso a miles de recetas, así que, si te ha sobrado comida, prueba a buscar dar una “segunda vida” a esos ingredientes en otra receta. Quizá no salvemos el mundo, pero, sin ninguna duda, estaremos poniendo nuestro granito arena para disminuir el desperdicio alimentario.