¿Cómo eliminar las hormigas de las raíces de las plantas de forma sostenible? Aquí 7 trucos infalibles
Aunque las hormigas se han considerado siempre beneficiosas en jardinería, ya que ayudan a distribuir los nutrientes del suelo, una sobrepoblación de estas puede afectar gravemente a las plantas. ¿Se puede hacer algo para combatir las plagas sin dañar el ecosistema?
Eliminar hormigas de forma sostenible es una tarea que puede realizarse con ingredientes naturales y sin recurrir a químicos que puedan perjudicar el medio ambiente o el equilibrio natural de nuestras plantas. En algunas épocas del año, como el verano, la población de hormigas suele aumentar, lo que puede afectar a las raíces de las plantas, aunque, en pequeñas cantidades, estos insectos ayudan a airear el suelo y distribuir nutrientes. Sin embargo, cuando se convierten en una plaga, es necesario tomar medidas efectivas para combatirlas.
Los mejores remedios sostenibles para eliminar las hormigas
Cuando las hormigas invaden las raíces de las plantas, pueden dificultar su crecimiento al competir por los nutrientes y al atraer plagas como los pulgones, que se alimentan de la savia. Afortunadamente, existen remedios naturales y efectivos que ayudan a repeler y controlar estas plagas sin dañar las plantas ni el entorno.
Agua de ajo: un potente repelente
El ajo es conocido por sus propiedades repelentes, gracias a los compuestos de azufre que resultan muy molestos para las hormigas. Preparar agua de ajo es sencillo y económico. Solo se necesita triturar varios dientes de ajo y dejarlos en remojo en agua durante al menos 24 horas.
Luego, se debe calentar la mezcla a fuego lento por 15 minutos, colar y verter en un pulverizador. Hay que aplicar esta solución alrededor de las raíces y en las zonas afectadas para disuadir a las hormigas.
Cáscaras de naranja: un método efectivo y sostenible
Las cáscaras de naranja contienen sustancias que resultan repelentes para las hormigas. Simplemente, hay que cortar las cáscaras en pequeños trozos y esparcirlos alrededor de las raíces o en el trayecto que suelen seguir las hormigas. Esto no solo ayuda a alejarlas, sino que también se pueden aprovechar las cáscaras para enriquecer el suelo con nutrientes al descomponerse.
Bicarbonato de sodio: un método casero eficaz
El bicarbonato de sodio es otra alternativa que se puede utilizar para repeler hormigas sin dañar las raíces. Hay que espolvorear un poco de bicarbonato en el suelo alrededor de la planta. Este producto actúa como un desecante para las hormigas y además tiene propiedades antimicrobianas que ayudan a mantener el suelo libre de patógenos. Es seguro y económico, lo que lo convierte en una opción atractiva para el control de plagas en el hogar.
Infusión de ajenjo
El ajenjo es una planta amarga cuyo olor ahuyenta a las hormigas. Para preparar una infusión, se debe hervir un puñado de hojas de ajenjo en dos litros de agua y dejar reposar al menos cinco horas. Una vez enfriada, hay que aplicar la solución alrededor de las raíces y otras zonas afectadas. Este método ayuda a reducir la presencia de hormigas de forma eficaz y, al ser natural, no perjudica al ecosistema de las plantas.
Agua y jabón: una combinación sencilla
La mezcla de agua con jabón de lavavajillas crea un residuo aceitoso que dificulta la movilidad de las hormigas. Simplemente se debe disolver un poco de jabón en agua y rociar esta solución directamente en las zonas donde se observe actividad de hormigas. Hay que repetir la operación cada semana hasta que se note una reducción en la población de hormigas.
Limón y vinagre: desorienta a las hormigas
La acidez del limón y el vinagre no solo actúan como repelentes, sino que también destruyen el rastro de olor que las hormigas dejan al moverse, lo que les dificulta encontrar el camino de regreso. Para ello hay que diluir el jugo de limón o vinagre en agua en partes iguales y rociar la mezcla en el área afectada. Sin embargo, se debe tener precaución de probar primero en una pequeña sección, ya que el vinagre puede resultar fuerte para las hojas de algunas plantas.
Plantas repelentes
Algunas plantas, como el romero, la lavanda, la menta y el tomillo, son repelentes naturales de hormigas y otros insectos. Plantarlas alrededor de las plantas afectadas no solo contribuye a disuadir a las hormigas, sino que también añade belleza y biodiversidad al jardín. Estas plantas desprenden olores que resultan desagradables para las hormigas, alejándolas de las raíces y otras zonas sensibles.
Una vez que se haya logrado eliminar las hormigas, es importante tomar medidas preventivas para evitar su regreso. Mantener el área de las plantas libre de restos orgánicos y maleza es esencial, ya que estas proporcionan refugio y alimento para las hormigas. Además, se debe evitar el riego excesivo, ya que la humedad atrae a estos insectos.