¿Cómo afectarán estas temperaturas de mayo, con más de 25 ºC, a la agricultura y nuestros embalses?
La situación de bloqueo anticiclónico, con temperaturas muy anómalas para la época, y la ausencia de lluvias y nevadas se prolongará en el tiempo, lo que tendrá sus impactos y consecuencias en el campo y en nuestros embalses.
El tiempo anticiclónico, con temperaturas muy por encima de las normales para la época del año y ausencia de precipitaciones, se mantendrá lo que resta de mes de enero y en el arranque de febrero. Si echamos un vistazo a los mapas de tendencias a más largo plazo, es probable que se mantenga el patrón meteorológico, sin grandes variaciones las dos primeras semanas de febrero, sin que, en estos momentos, aparezca una señal clara de cambio para la segunda mitad del próximo mes.
Volvemos a vivir una situación que es cada vez más frecuente y que encaja bien en el marco de calentamiento global en el que nos encontramos. Las anomalías cálidas le ganan claramente la partida a las frías. Es algo que ocurre a lo largo de todo el año. No paran de batirse récords de calor, alcanzándose continuamente hitos tanto en los registros climatológicos como en las bases de datos de los modelos de predicción. Todo esto se traduce en impactos y consecuencias.
Desajustes en plantas y cultivos
La agricultura es una de las actividades que más se está viendo afectada por este carrusel de anomalías. Aparte de la magnitud creciente que están alcanzando, la velocidad a la que se están produciendo los cambios, complica cada vez más la capacidad de los cultivos, lo que da como resultado un menor rendimiento y productividad.
La floración se produce a destiempo, produciéndose en algunas especies varias veces al año, con los consiguientes desajustes en sus ciclos vegetativos. Estos próximos días, por ejemplo, vamos a ver florecer los almendros en lugares donde la nacencia debería de ocurrir ya muy metidos en febrero o incluso en marzo.
Por algunas zonas del sur y este de la Península ya están en flor, lo que entra dentro de lo normal. No lo es que a finales de enero y principios de febrero florezcan en latitudes más altas. Por otra parte, en algunos sitios incluso los cerezos han dado fruto cuando estamos en el ecuador del invierno.
La suavidad térmica, incluso el calor impropio que vamos a tener en algunas regiones, tiene otra consecuencia: la reducción de las horas-frío, que las plantas necesitan para crecer vigorosas. Cada especie requiere de un número mínimo de esas horas-frío. Este episodio tan duradero de temperaturas anómalamente altas, es un factor negativo en estos momentos del año agrícola. El problema de este adelanto primaveral tan prematuro son los fríos intensos que puedan llegar más adelante y las siempre fatales heladas tardías.
Se agudiza la sequía
A todo lo anterior, la actual situación de bloqueo va a impedir durante como mínimo dos semanas (y seguramente tres) que lleguen borrascas a la Península y se produzcan episodios de lluvias y nevadas. Esto en esos momentos en los que las reservas hídricas en algunas cuencas está bajo mínimos, es un duro varapalo, que agudizará la sequía y activará, casi seguro, nuevas restricciones al consumo de agua en los territorios afectados.
A nivel de toda España, el agua embalsada está al 50,48% de la capacidad total de almacenaje. El dato es similar al que teníamos el año pasado en estas fechas. Siguen dándose grandes diferencias entre unas cuencas y otras. El foco de atención está puesto en el sur, el sureste y el nordeste peninsular, aparte de en Canarias, donde seguimos con una sequía cuasi permanente.
La situación más crítica sigue localizándose en las cuencas internas de Cataluña, con un paupérrimo 16,25% que, lamentablemente seguirá disminuyendo en las próximas semanas. Por Andalucía y el sur de Extremadura, las reservas andan también muy tocadas. Los porcentajes de agua embalsada alcanzan el 32,16% en la cuenca del Guadiana, 21,03% en la del Guadalquivir, 18,31% en las cuencas mediterráneas andaluzas y tan solo un 14,6% en la del Guadalete-Barbate. La del Segura está al 18,42% de su capacidad.
El panorama meteorológico tanto a corto y medio plazo, como durante la primera quincena del mes de febrero no invita al optimismo. Todo apunta a que los impactos en la agricultura se agudizarán por la combinación de temperaturas anómalamente altas, lo que provocará una mayor evaporación en los embalses, y ausencia de precipitaciones. En las zonas donde la sequía es ya crítica seguramente se endurecerán las medidas destinadas al ahorro de agua.