Climatología y setas: todo lo que debes saber
Otoño es la época en la que más setas hay gracias al clima. Para que crezcan debe haber una temperatura templada, ni demasiado frío ni demasiado calor, una humedad alta y una luz moderada.
La recolección de setas comestibles es una afición estrechamente relacionada con las condiciones climáticas que se dan. En primer lugar porque de las lluvias caídas depende la fructificación de los micelios, y en segundo lugar porque el entorno donde se desarrolla es al aire libre, expuesto a las inclemencias del tiempo.
Los aficionados a la búsqueda de setas y hongos comestibles no pierden detalle alguno de cuantos pronósticos del tiempo puedan pasar por sus manos y ante sus ojos. Ante los negros, fríos y húmedos días de lluvia las personas tienden a sentir cierta depresión por el “mal tiempo”, pero en cambio, en esos días de tormentas la sonrisa delata la felicidad que sienten los seteros.
Entre el clima y las setas existe una estrecha relación que, cuando el recolector comienza a percibir, los aciertos en sus salidas recolectoras van en aumento. A medida que vamos conociendo en profundidad cada especie de seta comestible en su estado silvestre, percibimos que si sabemos el cómo, cuándo, cuánto y dónde se han dado unas determinadas condiciones, podemos predecir con anterioridad en qué lugares va a comenzar a producirse las fructificaciones de los micelios, llegando los grandes recolectores a saber con exactitud el orden en que darán la gran florada los diversos setales que conocen.
Factores climáticos que influyen en el desarrollo de las setas
La lluvia juega un papel fundamental por dos motivos, uno porque en zonas muy lluviosas un terreno básico se puede convertir en ácido. Y segundo, porque según la especie de seta necesitará unas condiciones de humedad para desarrollarse.
La temperatura es igualmente importante ya que tanto a altas temperaturas como a bajas no se desarrolla el hongo y no producirá setas. Se podría hablar de límites entre los 8 y 25 grados centígrados.
El viento es el peor enemigo del micólogo, puede acabar con las setas en cuestión de horas. Seca tanto las setas ya emergidas como toda la capa superficial del terreno, impidiendo muchas veces un nuevo brote.
La pericia a la hora de extraer las adecuadas conclusiones que nos lleven al éxito en nuestra recolección de setas es determinante para evitar malgastar carburante, máxime en los actuales tiempos de crisis que corren.
Antes de la era Internet y del intercambio y cruce de conocimientos y datos que ello ha supuesto, para saber las condiciones que se habían dado no había más remedio que visitar “in situ” los setales. Hoy día, podemos crear nuestra propia base de datos de estaciones meteorológicas y pluviómetros de los lugares que nos gusta frecuentar en nuestras salidas al monte.
Conocer de antemano las condiciones dadas en las zonas donde se hallan los setales que sabemos, es una herramienta que nos permite hacer un cálculo de la probabilidad de fructificación de los micelios. Por ello, saber interpretar los datos que recojamos de estaciones meteorológicas y de pluviómetros resulta ventajoso, sobre todo si conocemos los ciclos de cada seta comestible que estemos buscando. Hay que estar atentos a los partes meteorológicos e intentar crearnos nuestra base de datos, sobre todo temperaturas, viento, lluvia y humedad atmosférica.
Pero no solo hay que controlar el tiempo que viene haciendo, antes de salir a recolectar y de adentrarnos en la montaña debemos seguir los pronósticos de tiempo a través de la red, o los que realizan los diversos canales de televisión o radio. Ya sabemos que pronósticos precisos y exactos no existen, pero la ciencia del pronóstico a 24 y 48 horas es casi precisa. Aun así no debemos fiarnos de la montaña, que siempre nos puede sorprender con una tormenta inesperada.