Cartí Sugdup o los primeros refugiados climáticos de América Latina
Estas víctimas de un calentamiento global al que no han contribuido no serán las únicas. El Gobierno de Panamá prepara el traslado de otros habitantes del archipiélago de Guna Yala, cuyas islas habrán sido engullidas por el Caribe para 2050.
No es un cuento ni una exageración. Cada año, más de 30 millones de personas (un 40% más que hace dos décadas) se ven obligadas a abandonar sus hogares por peligros relacionados con el cambio climático.
Inundaciones, tormentas, incendios forestales o sequías alimentan el dramático fenómeno de los refugiados climáticos. La última voz de alarma llega desde el paradisíaco archipiélago de Guna Yala, en Panamá, formado por 365 islas.
En la de Cartí Sugdub, alrededor de 300 familias ya han tenido que ser reubicadas en barriadas construidas por el Gobierno en las montañas, después de que sus casas hayan sido engullidas por el mar.
Saben que no son los únicos. Otras islas del Caribe pueden haber desaparecido para 2050. Esta es la historia de los primeros refugiados climáticos de América Latina.
Islas que se hunden
Cartí Sugdup es un ejemplo significativo de los impactos del cambio climático en comunidades costeras.
En los últimos años, sus habitantes, junto con los de otras islas de la región, comenzaron a experimentar de un modo directo los efectos adversos del calentamiento global. Lo llamaron "neg bonniguana", que en lengua guna se traduce como “nuestra casa común está enfermando”.
Y así, llegó el desastre… De nada les sirvió intentar ganarle terreno al mar con rellenos a base de corales y cemento. Tampoco trasladar las casas al centro de la isla. Finalmente, el aumento del nivel del mar, la erosión costera y las inundaciones han arrasado sus hogares y han puesto en riesgo su modo de vida tradicional.
Un desafío logístico y también cultural
En colaboración con las autoridades locales, el Gobierno de Panamá ha puesto en marcha un plan de reubicación planificado que está contando con la colaboración de organizaciones internacionales.
Los afectados, unas 1300 personas pobres, indígenas y descendientes de africanos, pertenecen a la etnia guna. Ahora vivirán en Isber Yala, una nueva barriada edificada sobre 14 hectáreas deforestadas.
El coste de la reubicación ha sido de 12,2 millones de dólares. Las primeras críticas ya se han dejado sentir entre sus nuevos moradores que aseguran que les obligan a vivir en “cajas de fósforos” sin que se haya tenido en cuenta cómo van a poder desarrollar sus tradiciones indígenas ni preservar su identidad.
De aquí a 2050, cuando el ministerio de Ambiente de Panamá vaticina que habrán desaparecido otras 63 islas del archipiélago de Guna Yala, sus habitantes también serán reubicados en una operación que se estima costará 1,2 billones de dólares.
Lo que no puede cuantificarse es la pérdida cultural ni la memoria sentimental, ligada al mar como medio de vida, a la que ahora deben renunciar estas víctimas de un calentamiento global al que no han contribuido.
Las otras zonas del mundo amenazadas
Según la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), los países en los que se registran la mayoría de los desplazamientos internos provocados por el cambio climático son China (5,1 millones), Filipinas y Bangladesh (con 4,4 millones cada uno), India (3,9 millones) y Estados Unidos (1,7 millones).
Todos ellos están afectados por fenómenos meteorológicos extremos que ya no son excepcionales, y por inundaciones y descomunales incendios agravados por el calor, la sequía y los fuertes vientos.
En África, a pesar de ser el continente que emite menos gases contaminantes a la atmósfera, también existen comunidades especialmente vulnerables al calentamiento global que se han visto obligadas a abandonar sus hogares.
Alrededor de la pequeña ciudad de Baidoa, en Somalia, se extiende uno de los campos de refugiados climáticos más grande del mundo. Casi 360 000 personas se han desplazado a la zona huyendo de las sequías extremas y en busca de refugio, medicación, comida y agua.
En 2021, en el norte de Camerún, cientos de personas murieron y decenas de miles huyeron al vecino país de Chad tras el estallido de la violencia entre pastores y pescadores. ¿El origen del conflicto? La disminución de los recursos hídricos relacionada con el cambio climático.