Caos de rayos, fuego y viento
Los rayos latentes suponen no más de un 10% de las causas de incendio forestal, pero por cómo se desarrollan pueden llegar a derivar en grandes incendios masivos en el bosque mediterráneo, veamos porque las tormentas secas son tan peligrosas.
Mientras aún arden los rescoldos del gran incendio de Llutxent, Pinet y Gandía en la provincia de València, el mayor de este año en España, es tiempo de analizar cómo sucedió y qué condicionantes hacen este tipo de incendios tan peligrosos, tanto en lo meteorológico como en lo operacional en las labores de extinción.
Durante este incendio la meteorología ha sido un factor clave, siendo dos tormentas con escasa precipitación la causa de primero su nacimiento y, con la segunda; de su nueva, rápida y muy peligrosa expansión al día siguiente. Además, un inoportuno cambio de viento de brisa a terral provocó que se desmadrara el incendio tres horas después de declararse.
En la vertiente meteorológica los factores de riesgo en este tipo de situaciones son muy variados y con graves efectos sinérgicos para darle mayor virulencia al incendio una vez alcanzado un punto de no retorno. Y es que este tipo de episodios suele coincidir normalmente con situaciones de inestabilidad en capas altas en las que en la tarde o noche anterior ya condujeron a tormentas secas, que descargaron muchos más rayos que lluvia. Este tipo de tormentas se suele dar en condiciones de convección sobreelevada, es decir, cuando la formación de la nube no se produce con una masa de aire que asciende desde el mismo suelo; en este caso las tormentas no recibían el aporte cálido y húmedo del Mediterraneo.
El peligro de incendio con las tormentas secas en verano es real
Con la primera tormenta, la madrugada del domingo al lunes, se originó el rayo que hizo declarar el incendio 12 horas después. Las tormentas que dejan caer lluvia intensa y abundante no suelen ser peligrosas con los rayos latentes, la vegetación mantiene la humedad y el fuego no suele contagiarse a las plantas colindantes. No obstante, la sequedad del terreno y la poca lluvia favorecieron la situación y el rayo latente ocasionó uno los numerosísimos pequeños incendios por rayo que ha habido en la comunidad Valenciana estos días, este último factor también mermó la capacidad operacional de los efectivos contra incendios.
Las condiciones de inestabilidad que mostraba la atmósfera propiciaron que una vez se descontroló el fuego con el viento de poniente el incendio desarrollara su propia dinámica de vientos, generando un enorme pirocúmulo que llegó incluso a precipitar y a producir rayos. Este tipo de nubes siempre se producen en grandes incendios, los cuales en esos momentos son prácticamente imposibles de parar por la mano humana.
La tarde del día siguiente, martes, nuevamente la inestabilidad meteorológica jugó muy en contra del incendio, puesto que una segunda tormenta que apenas dejó lluvia en la zona desencadenó un vendaval con rachas de cerca de 70km/h. El caos que provocó la situación afortunadamente no dejó ninguna desgracia mayor, puesto que el fuego se descontroló por completo, con grandes saltos en su frente y una gran humareda en su margen Este y sur que dificultaba la orientación y ubicación del peligro. Como consecuencia del paso de esta tormenta casi se duplicó el número de hectáreas afectadas hasta las 3000.
Finalmente el jueves con una noche mucho más calmada y un flujo de brisa estable y húmedo a lo largo del dia se pudo estabilizar el incendio.