El cambio climático se escribe con letras griegas
La gran actividad ciclónica tropical en el Atlántico durante la presente temporada de huracanes ha requerido el uso del alfabeto griego para nombrar ciclones y tormentas tropicales, tras haberse usado los 21 nombres de la lista asignada para este año. Solo había ocurrido una vez antes, en 2005.
Aunque no se ha publicado hasta la fecha un estudio científico definitivo que relacione de manera inequívoca y categórica la actividad ciclónica tropical y subtropical con el cambio climático, cada vez son más las evidencias que apuntan a que esa relación existe, pues de lo contrario no es fácil de justificar el comportamiento observado en las últimas temporadas de huracanes con la simple variabilidad natural del clima (con el ciclo natural conocido, de 25 a 30 años), sin tener en cuenta el imparable calentamiento que está teniendo lugar tanto en el aire de la baja atmósfera, como en el agua superficial de los océanos, lo que a su vez influye en la dinámica atmosférica.
Si bien cada temporada de huracanes en el Atlántico es distinta y prácticamente en todas ellas ocurren cosas reseñables –como, por ejemplo, la formación de un huracán particularmente intenso que impacta en una zona habitada–, de un tiempo a esta parte suceden hechos muy llamativos, en algunos casos extraordinarios, que empiezan a marcar tendencia. La intensificación particularmente rápida de una tormenta tropical o un huracán es algo que se observa cada vez más, lo mismo que sistemas tropicales o subtropicales discurriendo fuera del ámbito propiamente tropical o subtropical.
La temporada de huracanes en el Atlántico 2005 fue la más activa de todas las que hay registros históricos, lo que se remonta a mediados del siglo XIX. Un total de 27 sistemas tropicales fueron nombrados, lo que creó un precedente, ya que se completaron los 21 nombres de la lista oficial de la OMM para aquel año, y, por primera vez en la historia, se tuvo que recurrir a las letras del alfabeto griego para seguir nombrando sistemas hasta llegar a la tormenta tropical Zeta, que se gestó el 30 de diciembre de aquel año, perdiendo su condición tropical el 7 de enero de 2006.
Aquella extraordinaria temporada de huracanes puso en guardia a los predictores del entonces INM (Instituto Nacional de Meteorología [la actual AEMET]), ya que en el mes de octubre el huracán Vince, de categoría 1, enfiló hacia la Península Ibérica, impactando en el suroeste peninsular como tormenta tropical, y un mes después, a finales de noviembre, la tormenta tropical Delta se desplazó entre Madeira y Canarias, causando graves destrozos a su paso en el archipiélago canario. A partir de ese momento, el hecho de que un ciclón o tormenta tropical pudiera a afectar España y Portugal dejó de verse como algo altamente improbable, pasando a ser algo factible en el actual marco del calentamiento global.
En los 15 años que han transcurrido desde el paso de Vince y Delta, algunos otros ciclones tropicales y subtropicales han discurrido por las cercanías de la Península Ibérica, lo que invita a pensar en que cada vez se dan unas condiciones más favorables para que eso ocurra. Ya no solo se habla de olas de calor en referencia a la atmósfera, sino también al océano, donde la presencia de grandes áreas donde el agua superficial está relativamente cálida es cada vez mayor. Este cambio en las condiciones de contorno es un factor que juega a favor de la tropicalización de ciclones extratropicales y abre la puerta a la llegada de ciclones tropicales donde antes era casi imposible que llegaran.
La actual temporada de huracanes en el Atlántico está todavía inconclusa, pero su gran actividad puede llevarla a desbancar a la de 2005. Las predicciones ya anunciaron en primavera que se esperaba una temporada muy activa, pues había razones que apuntaban a ello. El grupo de meteorología tropical de la Universidad Estatal de Colorado estimó un total de 16 tormentas tropicales con nombre, de las que 8 llegarían a convertirse en huracán y de ellos 4 serían majors (de categoría 3 o superior). Semanas después salió publicada la predicción de la NOAA, que vaticinaba entre 13 y 19 las tormentas tropicales con nombre, de las que entre 6 y 10 se convertirían en huracanes, con entre 3 y 6 majors. Ambas predicciones se quedaron muy cortas.
¿Superará esta temporada el récord del año 2005?
Al igual que pasó en 2005, en la actual temporada se ha tenido que recurrir al alfabeto griego para nombrar sistemas tropicales, si bien este año dicha circunstancia –ya de por sí excepcional– se ha adelantado más de un mes con respecto a la fecha en la que eso ocurrió en 2005. Aquel año, la tormenta tropical Alpha fue nombrada el 22 de octubre, mientras que este, la tormenta subtropical Alpha se bautizó el 18 de septiembre. Este día se nombró también a las tormentas tropicales Wilfred y Beta, lo que da idea de la frenética actividad tropical en el Atlántico.
Para superar el registro de 2005, de aquí al final de la presente temporada han de nombrarse 5 nuevos sistemas tropicales. Cada sucesivo nombre será una letra griega, hasta la que finalmente se llegue. Que en un lapso de tan solo 15 años se haya tenido que recurrir por segunda vez a la lista del alfabeto griego no es casual sino causal, siendo el cambio climático la causa más probable de dicha circunstancia, sin duda excepcional.